Por Andrés Cañizález
En los últimos días he
tenido mucha nostalgia por Teodoro Petkoff. Sostuvimos una relación
no tan larga, pero de aquella interacción quedaron en mi recuerdo dos o tres
conversaciones significativas. También me permitió Teodoro que estuviera
presente en varias reuniones que ayudé a organizar, con periodistas o
académicos extranjeros de visita en Caracas, y en cuyas agendas estaba
entrevistarse con Petkoff.
Petkoff es un referente del
hombre con convicciones que tiene capacidad de ver los errores y de rectificar.
Fue lo opuesto a un tipo obcecado. Además de su formación académica e
ideológica tuvo la enorme capacidad de condensar estados de ánimo y
de traducirlos en escritos, algunos periodísticos, otros de más largo aliento.
Un año después de los
sucesos que rodearon a la llamada “Primavera de Praga”, movimiento socialista democrático
aplastado por los tanques de la entonces Unión Soviética, en 1968, Petkoff daba
a conocer lo que sería una libro icónico en su época: “Checoslovaquia, el
socialismo como problema” (1969).
De época más reciente, y a
propósito del apoyo de la izquierda internacional al chavismo, Petkoff
compiló ensayos y artículos en un volumen titulado “Dos izquierdas”. Fue aquel
texto una manera de reivindicar su condición de hombre con convicciones de
izquierda, pero nada ortopédico en su pensamiento y acción.
Y allí bautizó Petkoff como
“izquierda borbónica” a “aquella que no aprende ni olvida” de los yerros de la
experiencia socialista en Europa del Este, la URSS y en este lado del mundo la
Revolución Cubana de Fidel Castro.
Es esa izquierda que tarda
en deslindarse del chavismo, pese a que el chavismo significará literalmente la
destrucción de Venezuela, paradójicamente en medio de lo que ha sido la mayor
bonanza de ingresos petroleros.