Por Fernando Pereira
«Hay que arroparse hasta
donde alcance la cobija, como reza el dicho. Se está revisando en todo lo
posible los niveles de incrementos que se puedan dar para mejorar el poder
adquisitivo de los trabajadores», manifestó el constituyentista Francisco
Torrealba ante las solicitudes de los gremios educativos.
El vocero oficialista plantea
que el ministro de Educación ha respondido a las exigencias del sector; la brecha
entre la dirigencia oficialista y la realidad se pierde de vista. Los maestros
se ven obligados a sobrevivir, literalmente. La migración del país y a otros
sectores de la economía ha sido contabilizada en decenas de miles y los que
persisten deben complementar sus ingresos haciendo tortas, uñas, revendiendo
cualquier bien que le permita tener unos ingresos adicionales.
El fraude continua
“La educación venezolana ha
devenido en un gigantesco fraude con respecto a las expectativas que el país ha
colocado en ella en cuanto instrumento de democratización, de progreso y
modernización de la sociedad… Pero no sólo fracasan los que abandonan
tempranamente las aulas sin tener la preparación básica o mínima que hoy en día
-y mucho más hacia el futuro- se necesita. Los que continúan y logran terminar
esa primera fase de su formación o incluso la segunda, la educación media, en
su inmensa mayoría están mal capacitados en cuanto a habilidades- intelectuales
se refiere, por lo que su aparente logro constituye, precisamente, la
demostración palpable del fraude educativo”
La lapidaria afirmación fue
formulada en 1998 por el entonces Ministro de Educación, Antonio Luis
Cárdenas quien planteaba era preciso superar la grave crisis educativa
emprendiendo un nuevo proyecto educativo para la educación del siglo XXI. Ese
mismo año la Asamblea de Educación destacaba que “desde 1983 en adelante, unos
gabinetes económicos que jamás han tenido a lo educativo como prioridad real, y
que siempre han otorgado recursos insuficientes al sector, y de manera tardía,
incompleta y exasperante”.
En diciembre de ese mismo
año, Hugo Chávez ganó las elecciones presidenciales teniendo a la
educación pública como una de las banderas fundamentales.
¿Qué tenemos 20 años
después?
Más de un millón de niños
fuera del sistema educativo según ratificó el propio Unicef.
Una educación impactada por la emergencia humanitaria compleja con niveles de
inasistencia inimaginables. Causados según la Encovi 2018 por: Falta de agua
(28%), inexistencia comida en casa (22%), no hay transporte (17%), no hay
electricidad (15%), no hay comida en la escuela (13%).
Impensable en 1998 un
escenario de ausencia de docentes en todas las aulas o asignaturas, tener que
incorporar jóvenes o madres para cubrir las vacantes, fusión de aulas,
secciones para poder trabajar con la disminuida matrícula de estudiantes y el
menor número de docentes disponibles.
La universalización de la
cobertura por años predicada quedó en eslogan al ver que de la población el 33%
(3 a 5 años) y 51% (12 a 16 años) se encuentra sin atención según datos de
Provea (2015).
Educación parada
El conflicto laboral
generado por el paro de maestros convocado por las federaciones del sector no
se resuelve con amenazas, agresiones o detenciones como las que se han
venido denunciando en varios estados ni sustituyendo a los docentes con jóvenes
de Chamba Juvenil. Deben las autoridades sentarse con los dirigentes gremiales
y acordar acciones que permitan enfrentar la emergencia que vive el sector. No
está de más recordar que los niños y adolescentes siguen siendo los más
afectados. Las autoridades tienen que revisar cuáles son las prioridades a la
hora de arroparse con la cobija.Un país que no invierta prioritariamente en la
educación comete un fraude.
14-11-19
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