San Josemaría 29 de agosto de 2020
@sJosemaria
Te
falta vida interior: porque no llevas a la oración las preocupaciones de los
tuyos y el proselitismo; porque no te esfuerzas en ver claro, en sacar
propósitos concretos y en cumplirlos; porque no tienes visión sobrenatural en
el estudio, en el trabajo, en tus conversaciones, en tu trato con los demás...
–¿Qué tal andas de presencia de Dios, consecuencia y manifestación de tu
oración? (Surco, 447)
Siempre
que sentimos en nuestro corazón deseos de mejorar, de responder más
generosamente al Señor, y buscamos una guía, un norte claro para nuestra
existencia cristiana, el Espíritu Santo trae a nuestra memoria las palabras del
Evangelio: conviene orar perseverantemente y no desfallecer. La oración es el
fundamento de toda labor sobrenatural; con la oración somos omnipotentes y, si
prescindiésemos de este recurso, no lograríamos nada.
Quisiera
que hoy, en nuestra meditación, nos persuadiésemos definitivamente de la
necesidad de disponernos a ser almas contemplativas, en medio de la calle, del
trabajo, con una conversación continua con nuestro Dios, que no debe decaer a
lo largo del día. Si pretendemos seguir lealmente los pasos del Maestro, ése es
el único camino.
Es
muy importante -perdonad mi insistencia- observar los pasos del Mesías, porque
El ha venido a mostrarnos la senda que lleva al Padre. Descubriremos, con El,
cómo se puede dar relieve sobrenatural a las actividades aparentemente más
pequeñas; aprenderemos a vivir cada instante con vibración de eternidad, y
comprenderemos con mayor hondura que la criatura necesita esos tiempos de
conversación íntima con Dios: para tratarle, para invocarle, para alabarle,
para romper en acciones de gracias, para escucharle o, sencillamente, para
estar con El. (Amigos de Dios, nn. 238-239)
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