Por Ramón Guillermo
Aveledo
Por elemental angustia
venezolana, deseo que la convocatoria pública de Juan Guaidó produzca buenos
resultados. Si algo echamos de menos en el liderazgo político alternativo es
unidad y estrategia. Es justo reconocer al joven político guaireño valentía y
dedicación, a lo cual sumaba en 2019 una novedad que lo favoreció y objetivo
reconocer también las dificultades nada despreciables que su llamado deberá
vencer.
La unidad la he
defendido y la defiendo, en torno a una estrategia para producir el cambio
político que Venezuela necesita y que la realidad reclama a gritos desde su
profunda crisis social, económica, sanitaria e institucional. La írrita
convocatoria electoral está atravesada, pero ella por sí sola no marca un antes
y un después, si la oposición sabe qué hacer y lo hace. La estrategia tampoco
puede agotarse en crear una alternativa al voto parlamentario. Es preciso que
mire más lejos y más adentro.
En el boxeo los
pegadores buscan resolver rápido los compromisos con un golpe decisivo,
mientras aquellos púgiles que dependen de su habilidad técnica, saben que ese
no es el camino, se cuidan de recibir ese manotazo final y preparan su
victoria. En un libro excepcional, Norman Mailer relata El Combate en Zaire
(Hoy República Democrática del Congo) entre Muhamad Alí y George Foreman. Alí,
que en su juventud combinaba las dos virtudes, ya desgastado por el tiempo y afectada
su salud, no podía hacer lo mismo de antes y trazó una estrategia para
debilitar a su potente y peligroso oponente, aguantar y al final vencerlo.
Parecía imposible, pero lo logró. Esfuerzo sobre humano e inteligencia se
fundieron el “El Más Grande”. Eso fue hace 46 años. Los actuales dirigentes
opositores no habían nacido, estaban muy pequeños o pequeñas o algunos no lo
recordarán, por lo mismo es lectura que les recomiendo. Porque ese es el tamaño
de su reto.
No se ve fácil el
camino que urgentemente debe recorrer el llamado de Guaidó. Estamos en el peor
momento para el país, pero también para el liderazgo opositor, cuya
credibilidad está muy afectada como lo está la del poder. La sociedad agobiada
por sus preocupaciones ve con indiferencia la política, tanto la oficial que
rechaza como la alternativa de la que duda. Y se nota una diferencia entre la
dirigencia que está aquí y la que está el exterior, lo cual complica el cuadro.
A riesgo de parecer ingenuo, espero que antes de este llamado público, haya
habido contactos para preparar el camino, ello ayudaría a su viabilidad, pues
no sería un emplazamiento impactante sino una convocatoria verdadera. Los
contratos de adhesión sólo son posibles cuando no hay otro modo, como en los
seguros o las tintorerías, en este caso no ocurre ni lo creo deseable.
Para que funcione, como
deseo, el llamado de Guaidó, superando distancias y brechas de confianza, harán
falta, en convocante y convocados, grandes dosis de disposición unitaria
sincera, coherencia fáctica en el compromiso verbal y consistencia para
llevarlo adelante, con paciencia y perseverancia. Para eso, siempre,
autocrítica suficiente; capacidad de revisión y ajuste constante.
No puede pedirse una
estrategia destapada, es necio sumar al poder otra ventaja a las que tiene y
utiliza sin escrúpulos, pero sí la transmisión convincente a la sociedad civil
y al sector castrense, de que el liderazgo democrático entiende la situación,
se ha puesto de acuerdo en qué hacer y lo hace.
El tiempo es el único
recurso natural verdaderamente no renovable.
24-08-20
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