Luis Manuel Esculpi 16 de diciembre de 2020
El haber logrado uno de los objetivos propuestos en
las elecciones parlamentarias, no le permite al régimen exhibir un triunfo tan
rotundo como inicialmente quisieron proyectar. La notoria ausencia en las
celebraciones convocadas en las plazas Bolívar, no hicieron otra cosa sino
ratificar la débil capacidad de movilización ya evidenciada el mismo 6 de
diciembre.
El rechazo al Gobierno de Maduro también se expresó en
la escasa participación de los sectores de base del oficialismo, pese a todas
las ofertas y promesas efectuadas en la campaña.
El único logro exhibido junto a la propia celebración
de las elecciones —en condiciones de desvergonzado ventajismo, entre otras,
apropiándose indebidamente de tarjetas y siglas de partidos— fue el de obtener
una amplísima mayoría superior a los dos tercios.
Sin embargo, el otro propósito político, como era el
de promover una supuesta oposición que suplantaría el rol de las fuerzas que
han respaldado al actual presidente de la Asamblea Nacional, no fue alcanzado
debido a la triste participación de los partidos agrupados en la mesita y a los
otros factores que concurrieron al proceso.
A las irregularidades de la convocatoria hay que
sumarle las triquiñuelas en plena realización de las elecciones y en los
escrutinios. Maduro, en una rueda de prensa con corresponsales extranjeros,
señaló que había cambiado de centro de votación, al igual que cualquier elector
podía hacerlo, claro, obviando el pequeño detalle que el cambio se realizó
el mismo día de las elecciones. Por supuesto, argumentó razones de
seguridad, en ningún caso admitiría que la convocatoria de sus seguidores en la
escuela Miguel Antonio Caro, el centro de votación donde le correspondía votar,
había sido un fracaso, por esa razón optó por otro donde tenía garantizada las
manifestaciones de respaldo para las imágenes televisivas.
A lo largo del día se evidenció la inexistencia de
colas de electores, los voceros oficialistas justificaron la situación
argumentando la rapidez del proceso. Sin mediar explicación el Consejo Nacional
Electoral en forma unánime aprobó una prórroga de una hora, para el cierre de
la mesas. No hay que ser excesivamente suspicaz para suponer un intento
desesperado para aumentar la cifra de participantes.
Las trampillas no se agotaron allí, en los escrutinios
aparecieron las figuras de los «diputados golillas», quienes no habían salido
electos de acuerdo al boletín oficial del CNE, luego se proclamaron
parlamentarios argumentando unas alianzas desconocidas. Según declaración de
uno de sus beneficiarios emblemáticos, Luis Parra, ellos no tenían por
qué informar a los electores de la existencia de la supuesta alianza.
El régimen, con esas trácalas, es coherente en su
política de promover la abstención para garantizar así resultados que lo
favorezcan. El sector de la mesita que participó en el proceso, aduciendo la
importancia del voto como el mecanismo democrático y decisivo para el cambio,
le hizo un flaco servicio a la causa que dicen defender cuando favorecieron con
su respaldo las trapacerías señaladas.
Todas estas peripecias y las evidentes debilidades del
Gobierno, contribuyeron a potenciar, en alguna medida, la consulta convocada
por las organizaciones que respaldan a Juan Guaidó.
Independientemente de las cifras, coincidimos con
quienes afirman que no se trata de un problema numérico, sino de un efecto de
movilización política, demostrando las potencialidades de organización y
recuperación de las fuerzas representadas en la actual Asamblea Nacional. Se
demuestra una vez más donde se sitúa el centro de gravedad de la alternativa
democrática.
Tal respaldo no puede ser concebido como la emisión de
un cheque en blanco, una lectura apropiada sería la de considerar la confianza
nuevamente manifestada, como una plataforma para enmendar errores, conectarse
con la realidad, con los sentimientos y aspiraciones de la mayoría, para
reconfigurar la estrategia y la unidad opositora y para diseñar la ruta que nos
posibilite avanzar en la dirección del cambio político.
Luis
Manuel Esculpi
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