César Pérez Vivas 15 de diciembre de 2020
@CesarPerezVivas
La sociedad venezolana ha ofrecido una solida
respuesta a la convocatoria para la consulta nacional. Se Trató de una
manifestación esperanzadora, evidencia de la reserva democrática y
política de una nación sometida a un régimen totalitario, que cada día se
empeña en cerrar los espacios de libertad construidos a lo largo de
muchos años.
La presencia de millones de venezolanos en los centros
de consulta, así como la repuesta ofrecida por otro significativo segmento por
la vía digital, nos ofrece el testimonio de una sociedad que no se rinde,
dispuesta en medio de la tragedia existente, a ofrecer su concurso ciudadano
para el rescate de la democracia, y con ella la de nuestra desfigurada
Venezuela.
El balance de la consulta ciudadana es altamente
positivo, si tomamos en consideración su implementación y ejecución en un
contexto totalmente adverso, como fruto del estado de terror y censura
desplegado por la camarilla madurista.
Adelantar una iniciativa política, ortodoxamente
democrática, en una dictadura comunista, ya de por sí constituye todo un
desafío inconmensurable. Hacerlo además, con la abierta objeción de
destacados dirigentes de la oposición política, en medio de un estado de
confusión, pobreza, malestar y desaliento de la ciudadanía lo hacía más
complejo.
Nuestros ciudadanos, sobreponiéndose a todo ese
adverso ambiente, tomaron fuerza para ratificar nuevamente su repudio al
régimen usurpador, a sus fraudes legales y electorales, así como a la
destrucción de la nación.
Fue
una jornada ejemplar de civismo y democracia que evidencia el deseo del
venezolano de poder ejercer libremente el sufragio, hoy secuestrado y
distorsionado, para lograr un cambio pacífico y democrático en la conducción
del estado.
La consulta ha sido un éxito porque, además, permitió
una ratificación de nuestro espíritu de nación. La dictadura se ha empeñado en
desconocer a la Venezuela que deambula por el mundo. El desprecio de Maduro y
su camarilla por la diáspora es permanente, hasta el punto de haber llegado a
negarles el derecho al voto para cortar el vinculo ciudadano con nuestra
patria. La consulta reafirmó ese vínculo. Hizo que los venezolanos esparcidos
por el mundo vivificaran su nacionalidad y compromiso con la tierra en la que
nacieron y se forjaron.
Resultó además un formidable testimonio de resistencia
civil a un régimen forajido y opresor. Cada venezolano participante ejerció la
ciudadanía y repudió al régimen desde su esencia de persona, en forma pacífica,
con la única arma que le acompaña que es su voluntad y su determinación. Algún
amigo podrá argumentar que ello no es suficiente, porque dada la naturaleza
guerrerista y represiva del régimen, solo es posible cambiarlo por la vía de la
fuerza. Para ello se requiere de un contingente armado, no disponible para
quienes le adversamos. La sociedad democrática venezolana está desarmada y solo
dispone de su firme convicción democrática y de su voluntad de resistir la
opresión, y la pudo expresar a través de la consulta.
De la anterior consideración se deriva una legitimidad
para la lucha política, destinada a lograr el cambio en la conducción de los
asuntos públicos. Es decir la presencia masiva de los venezolanos en la
consulta popular nos comunica que las iniciativas a una solución política a la
tragedia tienen amplia acogida en nuestro pueblo. Tal premisa hace obligante
una reflexión en la dirigencia política, para examinar el camino recorrido,
evaluar logros, errores y carencias que permitan replantear una
estrategia capaz de encausar esa formidable fuerza ciudadana, de una forma tal
que produzca el aheleado cambio.
La consulta le da también piso político a la
instauración de un gobierno de transición y unidad nacional, en el momento en
que las circunstancias fácticas así lo permitan. De modo que es un deber del
liderazgo hacer un esfuerzo superior en la búsqueda del entendimiento y la
concertación, no solo para lograrlo, sino para sostenerlo, en el momento en que
se concrete.
La consulta ha sido también un formidable sacudimiento
de la conciencia cívica de la nación. Frente a la imposibilidad ética, jurídica
y política de concurrir a la farsa parlamentaria diseñada en los
laboratorios del poder usurpado, era menester un despliegue, en todo el país,
de los equipos humanos de la sociedad democrática para comunicar los elementos
del fraude parlamentario y para ofrecer una respuesta política a tamaño
desafuero.
Esa conexión entre ciudadanos, activistas y
dirigentes, tan difícil de sostener en medio de un régimen autoritario, y en
una debacle económica y social, es fundamental para conservar el capital social
de la nación con miras a lograr su rescate institucional, espiritual y
material. Es menester recordar lo complejo de la tarea de construir y sostener
organizaciones e instituciones societarias para la gobernabilidad democrática
de una sociedad.
La directiva de la legítima y legal Asamblea Nacional
tiene ahora un mandato para adelantar una serie de gestiones, tendientes a
lograr el desconocimiento de la comunidad internacional para el nuevo cuerpo
político que el régimen va a instalar el próximo 5 de enero de 2021. Además de
continuar las tareas tendientes a obtener la cooperación del mundo libre a
nuestra lucha por el rescate de la democracia, así como la atención a nuestra
dolorosa tragedia humanitaria.
La consulta nos ha insuflado un nuevo aliento para la
lucha. Fuimos claros con el país respecto a sus objetivos, sin crear falsas
expectativas sobre cambios inmediatos. Hoy Maduro ha recibido una contundente
derrota política. La deliberada ausencia en el evento fraudulento como
protesta, y la entusiasta respuesta a la consulta popular abren camino para
continuar la lucha.
Los venezolanos ratificamos: no nos acostumbramos ni a
la opresión, ni a la miseria. Continuamos firmes en nuestro anhelo de libertad,
democracia, modernidad y prosperidad. Lo comunicáremos permanentemente, con
ocasión o sin ella. La lucha continua hasta lograrlo.
César
Pérez Vivas
@CesarPerezVivas
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