Andrés Cañizález 28 de diciembre de 2020
@infocracia
La sucesión de hechos que rodean la detención de
Roland Carreño, no hace más que confirmar el patrón que ya ha detectado y
documentado la Misión de Verificación de los Hechos, designada por el Consejo
de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas
El 26 de octubre de este año fue detenido el
periodista y dirigente del partido Voluntad Popular, Roland Carreño. Se cumple
un mes de lo que sin duda es un acto arbitrario dado que se le han violado
diversos derechos básicos, como suele suceder en Venezuela, y es una
retaliación política, puesto que este caso es una suerte de sanción tras la
fuga del país de Leopoldo López.
No tengo amistad con Roland, ni milito en Voluntad
Popular, sin embargo, apenas supe de su detención me decidí a activar una
campaña en Twitter. Cada día coloco un mensaje recordando que está detenido.
Esto me ha permitido constatar, por muchas respuestas y comentarios que tienen
mis mensajes, que sobre Carreño además de la prisión pesa un linchamiento en
las redes sociales, lo cual forma parte de una estrategia ya aplicada por el
chavismo en los casos de presos políticos.
La sucesión de hechos que rodean la detención de
Roland Carreño, no hace más que confirmar el patrón que ya ha detectado y
documentado la Misión de Verificación de los Hechos, designada por el Consejo
de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas.
Detención arbitraria
Tal como ha ocurrido en otros casos de detenciones
políticas, a Carreño se lo detuvo sin una orden judicial previa. No se había
activado una investigación judicial, al momento de su aprehensión. Las primeras
horas una vez en manos de los cuerpos represivos Roland, como otros
venezolanos, sufrió desaparición forzada.
La primera confirmación oficial de que Carreño está
efectivamente detenido, siguiendo el patrón de casos previos, no la proporcionó
ni la Fiscalía ni ningún órgano de seguridad. Es un funcionario político, el
ministro de Información y Comunicación (deberíamos decir propaganda, en
realidad), quien ofrece la narrativa para enmarcar el caso.
Como en otros casos, se señala que el periodista
portaba armamento y dólares en efectivo, con lo cual se
enmarca en el guion que podríamos decir está casi que preestablecido. Se
echa mano de la tesis de la supuesta flagrancia para justificar, a posteriori,
su detención.
Una vez que el poder político crea el marco narrativo:
terrorismo, tradición a la patria, atentados, etcétera, entonces y solo
entonces aparece el fiscal general para revestir de lenguaje que intenta ser
jurídico, lo que en el fondo es un adefesio.
Redes sociales como arma política
Junto con todo este conjunto de arbitrariedades, se
activa una campaña en redes sociales. En el caso de Roland Carreño, hasta se le
señala de “marico”, como si esto justificara su detención, o bien se dice que
está “bien preso” y que allí debe seguir, y se hacen bromas con la posibilidad
de que se abuse sexualmente de él en su lugar de detención.
En las redes, el chavismo apuesta por limpiar la
actuación violatoria de derechos humanos. Muchos mensajes señalan que hubo una
“confesión” y nadie cuestiona que esta haya sido presentada por un funcionario
político. La práctica de mostrar en cámara a un detenido cuyo mensaje público
ha sido obtenido bajo tortura o amenaza, es una de las prácticas más
vergonzosas por parte del chavismo.
Señalado de terrorismo, las respuestas que recibo en
los mensajes en Twitter buscan ratificar que, efectivament,e Roland fue
detenido “in fraganti” con armas y dinero en efectivo. Todo apunta a linchar
moralmente al acusado, con lo cual, además, el régimen intenta limpiar su
imagen de que se está, sin duda, ante un nuevo caso de arbitrariedad.
La activación de estos mensajes, luego de que un alto
funcionario público señalara a mis tuits, nos dice que se trata de una campaña
de descrédito.
Roland Carreño no solo está preso, ha sido además
tremendamente denigrado.
Andrés Cañizález
@infocracia
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