San Josemaría 26 de diciembre de 2020
@sJosemaria
Fíjate
bien: hay muchos hombres y mujeres en el mundo, y ni a uno solo de ellos deja
de llamar el Maestro. Les llama a una vida cristiana, a una vida de santidad, a
una vida de elección, a una vida eterna. (Forja, 13)
Permitidme que vuelva de nuevo a la ingenuidad, a la
sencillez de la vida de Jesús, que ya os he hecho considerar tantas veces. Esos
años ocultos del Señor no son algo sin significado, ni tampoco una simple
preparación de los años que vendrían después: los de su vida pública. Desde
1928 comprendí con claridad que Dios desea que los cristianos tomen ejemplo de
toda la vida del Señor. Entendí especialmente su vida escondida, su vida de
trabajo corriente en medio de los hombres: el Señor quiere que muchas almas
encuentren su camino en los años de vida callada y sin brillo. Obedecer a la
voluntad de Dios es siempre, por tanto, salir de nuestro egoísmo; pero no tiene
por qué reducirse principalmente a alejarse de las circunstancias ordinarias de
la vida de los hombres, iguales a nosotros por su estado, por su profesión, por
su situación en la sociedad.
Sueño ‑y el sueño se ha hecho realidad‑ con
muchedumbres de hijos de Dios, santificándose en su vida de ciudadanos
corrientes, compartiendo afanes, ilusiones y esfuerzos con las demás criaturas.
Necesito gritarles esta verdad divina: si permanecéis en medio del mundo, no es
porque Dios se haya olvidado de vosotros, no es porque el Señor no os haya
llamado. Os ha invitado a que continuéis en las actividades y en las ansiedades
de la tierra, porque os ha hecho saber que vuestra vocación humana, vuestra
profesión, vuestras cualidades, no sólo no son ajenas a sus designios divinos,
sino que El las ha santificado como ofrenda gratísima al Padre (Es
Cristo que pasa, 20).
Tomado de: https://opusdei.org/es-ve/dailytext/servir-al-senor-en-el-mundo/
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