Por José Gregorio Yépez y Vanessa Davies
“Estamos en presencia de un proceso político donde hay un
conjunto de fuerzas que están administrando derrotas, están administrando
fracasos”, asevera el periodista y analista. El gobierno “ha sido derrotado por
los adversarios reales” como la migración forzada y la emergencia humanitaria,
y la oposición “es incluso peor: ha sido derrotada por sí misma”, sostiene
Expresa
que “ojalá cambien” los resultados de las elecciones del 21 de noviembre, pero
afirma que “lo que podemos tener muy probablemente sea algo parecido al
Apocalipsis Zombi”. Es decir, “una película de terror donde sabes lo que va a
pasar, sabes lo que va a ocurrir y no te puedes salir del cine, pero tienes que
verla”. Este es el retrato del 21 de noviembre que prefigura Jesús Chuo
Torrealba, periodista, analista político y exsecretario general de la coalición
opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
“Estamos
en presencia de un proceso político donde hay un conjunto de fuerzas que están
administrando derrotas, están administrando fracasos”, asevera en entrevista
para el programa Con tres puntos, transmitido por la cuenta en Instagram de
contrapunto.com.
Por un lado “el oficialismo está inventariando una supuesta victoria que es el resultado de la escasa votación, la escasa asistencia de los ciudadanos a la votación y de la inexplicable división de sus torpes adversarios. Dime tú si eso es una victoria”, expone. Sus verdaderos adversarios, anota, son el éxodo, la emergencia humanitaria compleja, la hiperinflación.
Esta
es, a su juicio, “una película de vaqueros sin héroes, una película de vaqueros
con puros bandidos, una película de gladiadores donde no hay vencedores y
vencidos: todos son derrotados”. El gobierno “ha sido derrotado por loss
adversarios reales” y la oposición “es incluso peor: ha sido derrotada por sí
misma. Incluso, viene de vivir la victoria más grande de los últimos 20 años,
en 2015, y luego se intoxica con su propia victoria, no sabe administrarla, no
sabe gerenciarla, pasan seis años de error en error y hoy está en la situación
en la que está”.
Torrealba
habla sobre los errores de todos y alude directamente a Nicolás Maduro:
“Maduro, por ejemplo, tiene una manera muy cómica de reaccionar frente al
error: dice que se radicaliza. Es decir, agarra el error y lo profundiza. Si la
dolarización era un problema, hace una dolarización, pero salvaje”.
-¿El
apocalipsis es una victoria del oficialismo y una derrota de la oposición?
-No.
Me refiero a una derrota del país, porque vamos a tener a un sector oficialista
cantando victoria pírrica, una victoria que va a ser el resultado de la
inasistencia a las urnas y de la división de sus torpes adversarios; y por el
lado de la oposición, una doble derrota: los votos que saque el G4, ahora con
el seudónimo de MUD, no son votos de ellos en realidad. ¿Cuántos votos sacaría
el G4 si se parara frente al país y dijera “nosotros somos el G4, voten por mí.
Nosotros somos la oposición Gedeón, nosotros somos el grupo Monómeros, voten
por mí”. ¿Cuántos votos sacaría?
-¿Cuántos
sacaría?
-Pocos.
¿Qué es lo que terminan haciendo? Utilizando la tarjeta de la MUD, la tarjeta
de una alianza que existió hace seis años y de una política distinta. Porque la
política de la MUD, la política con la cual la MUD logró la victoria en 2015
era una política unitaria, democrática, constitucional, pacífica; completamente
distinto a lo hecho en estos seis años.
¿Qué haría que el país ganara? Que el chavista de a pie, los opositores desencantados, los venezolanos entendamos “que este juego se agotó, que la idea del oficialismo de hace 21 años, del socialismo petrolero, del vamos a acabar con la empresa privada ya no existe. Ese país no existe”. Del otro lado “se agotó la idea de hacer oposición, no con estrategia, sino con nostalgia; la idea de creer que esto que está ocurriendo es un paréntesis y que en cualquier momento se va a producir el retorno al país pre-1998. Eso se agotó”.
En
Venezuela “están pasando cosas importantes”, refiere. “Hay un sector del país
que está resolviendo su sobrevivencia de manera distinta a como se la imagina
el gobierno. En este momento en Venezuela no hay clases sociales: no hay clase alta,
clase media, clase trabajadora. En Venezuela hay un reducido grupo de gente que
tiene acceso al dólar y una inmensa mayoría de sobrevivientes”.
Los sobrevivientes “nos dividimos en tres grupos”, describe: Un grupo depende “de los mecanismos de control político y extorsión económica del Estado”, entre gente “de cuello blanco que utiliza sus empresas para el lavado de dinero y para operaciones de muy turbia naturaleza” y gente como el empleado público que recibe un sueldito “y en realidad vive de hacer tigritos y siempre pendiente de cuando le caigan los bonos”. Hay “un reducido grupo de personas que, para sobrevivir, se han visto forzadas a estar vinculadas con los circuitos de sobrevivencia asociados con el delito”. Y en el medio de ambos “hay un tercer país, un país que se resiste a ser víctima”, que está empeñado en convertir la crisis en oportunidad”.
Ese
tercer país “es profundamente incómodo, porque al gobierno le interesan los
pobres en tanto que rehenes, y a sectores de la oposición le interesan los
pobres en tanto que víctimas para su propaganda”, fustiga Torrealba. Pero “hay
un sector del país que no quiere ser rehén ni víctima, que quiere ser
ciudadano, que quiere ser emprendedor”. No hay tiempo, antes del 21 de
noviembre, “para que esto se exprese electoralmente, no hay una oferta para ese
sector”.
-¿Cómo
se construye la oferta para ese sector?
-Haciendo
política.
Cita,
entre otros dirigentes, a Laidy Gómez, que trata “de liderar la angustia de la
gente, la necesidad de la gente y la esperanza de la gente”; a Américo De
Grazia, a Antonio Ecarri “que está haciendo un intento por hacer política en
Caracas”. También considera que hay un proceso interesante dentro del
oficalismo: “La transición arrancó, hay gente haciendo cosas”, como
Fedecámaras, la Conferencia Episcopal Venezolana. La CEV “está enfrentada al
proyecto autoritario, pero también tiene una crítica cada vez más dura frente
al accionar opositor convencional”. Destaca el esfuerzo del Foro Cívico, que no
depende de estructuras partidistas.
Después
del 21 de noviembre, evalúa Torrealba, “la sociedad tiene que seguir
autonomizándose, la sociedad tiene que seguir exigiendo, presionando,
reclamando”. Por otro lado “tiene que producirse un deshielo en los sectores
políticos”, y los actores políticos deben “conformar una oferta distinta para
un país que hoy es distinto”. Venezuela no es la de 1998, pero tampoco la de 2014,
contrasta.
Estos
factores de la oposición “deben seguir evolucionando y deben comprometerse
firmemente con la ruta electoral”, plantea. “En el oficialismo hay una
transición”, una nueva realidad, afirma.
“Ojalá
todos esos actores entiendan que tenemos un solo país, el cuento de que te voy
a desaparecer a ti o tú me vas a desaparecer a mí es mentira; el cuento de
Chávez de ‘te voy a volver polvo cósmico’ ya se sabe que es mentira. Tenemos un
solo país y tenemos que trabajar en función de construir una Venezuela que sea
productiva en lo económico, con una economía abierta; socialmente responsable e
inclusiva y que, en lo político, tenga un juego democrático abierto con
garantías para todos los actores”.
Torrealba
no ve un revocatorio en camino “porque aquí no va a haber ninguna elección que
comprometa de verdad la cabeza del Estado hasta tanto no haya un acuerdo de
garantías plenas para todos los actores. Aquí no va a haber una elección
realmente competitiva hasta tanto no haya un acuerdo para todos los actores
antes, durante y después de esa elección. ¿Hay tiempo para eso? No pareciera.
Yo creo que, de cara al 2024, queda muy poco tiempo para hacer todo lo que hay
que hacer”.
-¿El
escenario es México?
-Creo
que hay que ver si después del Apocalipsis Zombi México sigue vigente. Hay que
ver si después de lo que pase el 21 México sigue vigente como escenario, porque
el espectáculo que está dando la oposición lo está dando, además, en presencia
del mundo. Dijeron “venga acá la Unión Europea, venga el Centro Carter, venga
la ONU” para demostrar que no son capaces ni siquiera de renunciar un candidato
y que sea más o menos eficiente. Acuerdos mínimos, funcionales, hay un nivel de
torpeza, de falta de oficio que no pareciera serio. El gobierno puede utilizar
esto como ejemplo para después decir, el día 22, “ya vieron esto”.
-¿Y
si no es México?
-Pueden
tratar de obtener interlocución directa con la administración Biden. Creo que
eso pudiera estar planteado, desafortunadamente. Pero es la realidad. Si la
oposición como actor ha demostrado que no es ni siquiera capaz de resolver
acuerdos mínimos, si han demostrado que no son capaces de manejar su propia
gobernanza interna, ¿cómo van a pretender negociar la gobernanza del país en un
escenario internacional? Eso lo lamento, pero creo que, más que lamentarlo, hay
que asumir las realidades para transformarlas.
17-11-21
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