Ismael Pérez Vigil 11 de febrero de 2023
@Ismael_Perez
La
próxima semana, el día 15 de febrero, la Comisión Nacional de Primaria (CP)
convocará el proceso electoral de la Primaria para elegir el candidato unitario
de la democracia venezolana. Lo hará, además, anunciando la fecha de la
elección y todo el cronograma que se seguirá en ese proceso electoral, tal como
lo establece el artículo 30 del Reglamento de Primaria.
Con
aplausos o críticas, allí estará la fecha, que será referencia y servirá para
recordar el elemento más importante que está detrás de todo esto: la
institución del voto; el voto como mecanismo para rescatar, para enrumbar la
vida democrática del país. Ese principio fue muy bien remarcado y declarado por
la CP en su primer informe de balance de actividad del 12 de diciembre de 2022,
al destacar que:
“C.- Debemos rescatar el valor del voto como instrumento para la democratización y debemos promover la mayor participación posible en la Primaria, con miras a apuntalar la amplia concurrencia del electorado a la elección presidencial.” (Texto del informe de J.M. Casal, 12 de diciembre de 2022)
Por lo
tanto, la ocasión es adecuada para tratar una vez más el valor del voto y la
defensa del voto, tema al que he dedicado innumerables líneas y artículos a lo
largo de estos 24 años.
Acciones
contra el voto.
No es
necesario repetir todas las acciones en contra del voto, como expresión de la
voluntad democrática, durante estos 24 años, los conocemos bien; pero sin duda
tuvieron sus momentos “estelares”, que han minado las posibilidades de triunfos
electorales de la oposición y que nos han conducido a improductivos procesos de
abstención, que han ido dejando al poder legislativo, gobernaciones y alcaldías
en manos del régimen.
La
desestimación del voto, por diversas vías, se convirtió así en la estrategia
política del régimen; a eso le siguieron otras acciones, bien conocidas, que no
vale la pena describir o enumerar nuevamente.
Rescatando
el valor del voto.
Difícil
y escabroso ha sido el camino para rescatar el valor del voto, que sin embargo
cuenta con muchos triunfos parciales y menores, en importantes alcaldías,
gobernaciones y otros eventos electorales. Por solo señalar unos pocos de esos
triunfos importantes, podemos recordar que en 2006 se logró una candidatura
unitaria para las elecciones presidenciales de ese año, viniendo de un proceso
abstencionista en 2005; que en 2007, con el triunfo en el referéndum se impidió
modificar la constitución de 1999; y que, desde luego, en 2015, se logró el
triunfo en la elección de la Asamblea Nacional.
No voy
a describir todos los acosos y agresiones a esa Asamblea, que remataron
convocando a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) en 2017, espuriamente
elegida, con resultados electorales que nunca fueron publicados. Una ANC que
además nunca hizo esa constitución −tarea para la que fue electa−, que solo
aprobó algunas leyes, tarea que no le correspondía, y actuó paralelamente a la
legitima AN2015 y hasta convocó, ilegalmente, elecciones presidenciales
anticipadas en 2018. Remora que aún persigue al régimen actual.
Episodios
extremos.
En
este recuento en defensa del voto, solo voy destacar dos episodios extremos y
desdichadamente memorables, en la tarea del régimen para la desestimación del
voto y que son preludio de lo que pudiéramos esperar de ahora en adelante, si
no estamos prevenidos.
El
primero fue en 2017, cuando se desconocieron los resultados de las elecciones
de gobernador en el Estado Bolívar, anulando las cifras que arrojaron algunas
actas electrónicas emitidas por las máquinas de votación y reemplazándolas por
actas manuales, despojando así del triunfo al candidato opositor y dándoselo al
candidato del gobierno.
El
segundo fue en 2021, en las elecciones de gobernador del Estado Barinas, en las
que inhabilitaron al ganador opositor y ordenaron repetir el proceso electoral,
tras inhabilitar también a otros dos posibles candidatos opositores;
afortunadamente, prevaleció el ánimo unitario de la oposición, que fue capaz de
seleccionar un candidato, que resultó triunfante en la repetición de las
elecciones convocadas en enero de 2022; triunfo inobjetable, a pesar del enorme
esfuerzo en movilización y recursos desplegados por el régimen.
Nuevas
oportunidades.
Se nos
presenta ahora, en 2024, una nueva oportunidad con la elección presidencial que
constitucionalmente corresponde hacer en ese año. Pero previo a ese evento,
tenemos en este 2023 un proceso de elección Primaria para la selección del
candidato unitario de la oposición democrática, que nos abre la posibilidad de
mostrar al pueblo venezolano una cara unida y una alternativa para superar este
oprobio y ganar las elecciones de 2024.
Son
dos hitos interconectados y dependientes, pues no se tendrá éxito en 2024, si
no se logra un buen éxito en la elección Primaria de 2023. Un éxito que va más
allá de la primaria misma, confirmando una unidad política que a su vez
trascienda el hito electoral de 2023, se proyecte hacia 2024, e incluso hacia
el 2025, año en el cual debemos elegir Asamblea Nacional, Gobernadores y
Alcaldes. Para ello se deben sortear algunas barreras.
Cifras
en la Primaria.
En la
elección Primaria de 2023, la primera línea de defensa del voto es la primaria
misma, su efecto sobre la unidad al seleccionar un candidato −unitario− de la
opción democrática del país y su efecto sobre la movilización popular para
lograr este objetivo. Naturalmente, un factor importante de esa defensa del
voto está en los Centros Electorales y en las Mesas de Votación; es decir,
lograr un alto número de votantes y cubrir todas las mesas con miembros de mesa
y testigos de los candidatos.
Como
toda elección primaria, obviamente concurrirá un porcentaje del universo
electoral, que aún es prematuro estimar; pero, es válido recordar que, en la
última experiencia de este tipo en Venezuela, en el año 2012, participó casi un
17% del electorado, 3 millones 80 mil votantes, aproximadamente, del universo
electoral y fue la elección primaria más exitosa, a nivel mundial, hasta ese momento.
Con
base en las experiencias de procesos anteriores, similares, el número de
votantes se repartiría en algunos miles de mesas, que será necesario cubrir,
movilizando también varios miles de miembros de mesa y testigos de los
candidatos. Qué duda cabe que ese es un buen desafío de movilización para los
candidatos y las organizaciones que los apoyen −varios millones de electores y
varios miles de activistas defendiendo esos votos− y sería un buen comienzo
para un exitoso 2024 y 2025. Ese es el tamaño del desafío que tenemos por
delante.
Algunas
barreras.
Para
lograr superar ese desafío, desde luego que hay barreras de carácter técnico,
que dejaré para otro momento. Pero, en lo político, es preciso que se imponga,
lo ya mencionado de mantener el espíritu unitario, que se mantenga igualmente
la presión internacional para unas elecciones libres y justas y la movilización
interna, sobre todo ahora que hemos visto, a principios de este año, el
resurgir de la protesta por razones económicas, sueldos y condiciones de vida.
Igual
de importante es superar barreras en lo emocional; es indispensable superar el
desánimo de los venezolanos, la desesperanza, el rechazo de la política y su
marginación de los procesos electorales, tareas difíciles; pero, además, no
facilitemos la estrategia del régimen de minar y desmerecer el valor del voto.
Conclusión.
La
elección del candidato unitario mediante un proceso de primaria no solo es una
buena oportunidad para que sea el pueblo, de manera directa, quien decida quien
quiere que sea su representante para enfrentar al candidato del gobierno, sino
también es una buena oportunidad de movilización y motivación, de estimular a
un país que aparece un tanto aletargado en materia política.
Ismael
Pérez Vigil
@Ismael_Perez
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