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viernes, 1 de marzo de 2024

María Corina Machado vs El Miedo, por @benalarcon


Benigno Alarcón Deza 28 de febrero de 2024

@benalarcon

La gente el 22 de octubre elegió algo más que una candidatura, eligió un liderazgo. Y si el liderazgo de María Corina Machado se mantiene firme y EL MIEDO es vencido, pese a procesos de represión selectiva, como la que hemos visto en las últimas semanas, y de los que Rocío San Miguel es hoy el símbolo más visible, el gobierno estará ante otro escenario. Un escenario en el que según todas las encuestas, ese 85% del país que reclama un cambio político, alzará su voz y hará cada vez más visibles sus demandas, generando niveles de presión que harán prácticamente imposible para el gobierno manejar las cosas como hasta ahora lo ha hecho

¿La muerte de la negociación o del acuerdo de Barbados?

Para el gobierno de Maduro y su representante en la mesa de negociación, Jorge Rodríguez, la dinámica de una negociación facilitada por los Noruegos, en donde gobierno y oposición se sentaban uno frente al otro como iguales, bajo el escrutinio de la comunidad internacional, siempre ha sido una situación incómoda, razón por la cual la han abandonado una y otra vez cuando se llega al punto de las definiciones medulares, o sea, las que tiene que ver con las condiciones para una elección bajo reglas democráticas, en la cual ambas partes deberían medirse como iguales.

Es así como primero buscan excusas para no seguir asistiendo a Oslo por razones de agenda, tiempo y distancia, para luego, cuando se acerca el proceso a Barbados para allanar tales inconvenientes, se continúa de manera irregular, tras lo cual los expertos noruegos hacen su mejor esfuerzo para darle un nuevo impulso al proceso de negociación mediante una puesta en escena en México en el que, siguiendo un protocolo cuidadosamente planificado, se buscaba comprometer formalmente a las partes, lo que tampoco funcionó, para luego reaparecer, por razones que no están del todo claras, en Barbados nuevamente, tras el intercambio entre representantes de los gobiernos de Estados Unidos y  Venezuela en Qatar para que, finalmente, Jorge Rodríguez anunciara el martes pasado que impondrán el esquema de negociación que siempre han querido: una en donde la Plataforma Unitaria sería un interlocutor más, entre muchas otras “oposiciones” e interlocutores de distinta naturaleza, cuadrados con el gobierno, y con diferentes agendas en la que los representantes de Maduro podrán escoger los temas y las concesiones que les resulten más convenientes, entre una diversidad de planteamientos en los que no solo la oposición mayoritaria queda diluida, sino también los intereses que son centrales a la agenda democrática.

La realidad es que lo planteado no es nada nuevo, considerando que el gobierno nunca ha querido negociar condiciones de integridad electoral con la oposición, y lo único sobre lo que ha querido dialogar, a cambio de otras concesiones, como los intercambios de prisioneros, es su reconocimiento, lo que no tendrán antes de pasar por una elección con condiciones, y la eliminación de las sanciones económicas que según algunos “expertos”, no han servido para nada, pero que hasta ahora es la unica razón por la que el gobierno se ha sentado, una y otra vez, en la mesa de negociación.

Pero dar por terminada la incómoda negociación bilaterial con la Plataforma Unitaria Democrática, que reúne a los principales partidos de oposición, no quiere decir que al gobierno ya no le interese negociar, sino que le interesa negociar bajo sus propios términos en una relación asimétrica en la que termine imponiendo sus condiciones. Tampoco implica que el gobierno no quiera seguirse sentando con el gobierno de los Estados Unidos, lo seguirá haciendo mientras crea que puede conseguir algo más a cambio de concesiones distintas a aquellas que ponen en riesgo su continuidad en el poder.

En este escenario, que representa un desafío existencial para el gobierno, los incentivos económicos que pueda ofrecer la comunidad internacional, y en especial los Estados Unidos, no serán suficientes para lograr condiciones electorales, porque lo que está en juego para el gobierno de Maduro es su supervivencia.

En este sentido, es predecible, como ya de hecho está sucediendo, una radicalización del gobierno. Esta radicalización de cara a la elección presidencial le creará problemas con algunos países dentro y fuera de la región, pero la apuesta del gobierno es que si realizan una elección fraudulenta, que es el camino que hoy han emprendido con la inhabilitación de la candidata elegida por la oposición, en la Primaria del pasado 22 de octubre, y la opacidad sobre fecha y condiciones , a la comunidad internacional, tras el trauma inicial de tragarse otra elección como la de 2018, o peor, no le quedará más remedio que normalizar relaciones con Venezuela, como comenzó a hacerlo tras la derrota y disolución del gobierno interino. Y aún en el caso de que algunos países no normalicen sus relaciones con el gobierno de Maduro, este no quedaría aislado, gracias su nuevo encuadramiento geopolítico del lado de los adversarios del “imperio” como China, Rusia, Irán, Cuba, entre otros, además de otros gobiernos que, aunque no compartan ideología, actuarán pragmáticamente para proteger sus intereses o para sacar provecho de la situación.

Mientras tanto, con la finalidad de reducir la presión externa, el gobierno presiona y chantajea a la comunidad internacional democrática, y en especial a los Estados Unidos, echando mano de cinco amenazas: la continuidad de la migración, si se agudiza la situación económica por las sanciones; una potencial escalada conflictiva con Guyana; las consecuencias para las empresas extranjeras si se ven impedidas de seguir operando en Venezuela; las nuevas alianzas geopolíticas con las que se aumentaría la influencia en las Américas de países como China y Rusia; y la persecución contra ONG y actores que defienden temas como la democracia, los derechos humanos y la lucha contra la corrupción.

Una teoría para justificar la persecución y represión política

El gobierno pareciera seguir adelante con la construcción de una teoría de la conspiración mediante la cual trata de unificar al chavismo, que en buena medida no está con Maduro, y justificar la persecución y detención de opositores conectando temas tan disímiles como un supuesto fraude en la Primaria ganada por María Corina Machado; el supuesto financiamiento internacional de la oposición a través de Exxon Mobil por sus intereses en el Esequibo, la conspiración de actores foráneos que atentan contra la soberanía nacional; la regulación de las ONG nacionales que reciben fondos del exterior, y que para revocar al gobierno nacional; y hasta un intento de magnicidio que involucra a miembros de la Fuerza Armada Nacional, la DEA, la CIA, y posiblemente al mismo James Bond, entre otros. En otras palabras, todo lo necesario para un buen guión de una serie de Netflix.

La realidad es que hoy en día entre los principales pilares de sustentación del gobierno, además de las instituciones que controla, como los tribunales, las policías y la Fuerza Armada, hay uno que resulta central: EL MIEDO. Sí, EL MIEDO, porque si EL MIEDO funciona y los ciudadanos que parecieran haber despertado para asumir el reto de llevar a feliz término la Primaria del 22 de octubre, se vuelven pasivos por MIEDO, estaremos ante otra oportunidad perdida. Si EL MIEDO cumple con su función, el gobierno ni tan siquiera tiene que preocuparse por su capacidad represiva, porque ante una ciudadanía que se mantiene paralizada por temor, se abstiene de participar, de votar, de cuidar sus votos, de alzar la voz, el costo de mantener el poder usando la represión es muy bajo o ninguno.

EL MIEDO es usado como estrategia por muchos autócratas porque es menos costoso y, en ocasiones, más eficiente que la represión misma. Si se aterroriza a quienes se oponen, e incluso a aquellos en quienes no se confía en el propio lado del gobierno con castigos ejemplarizantes contra supuestos traidores, ya no será necesario correr el riesgo de poner a prueba la obediencia incondicional teniendo que ordenar procesos de represión masivos, y no hay manera más eficiente de usar la represión que no tener que usarla, porque una nación renuncia a sus expectativas de cambio y a lo que anhela por EL MIEDO.

“Divide et impera”, otra vez.

En las redes sociales y en los titulares de prensa se leen declaraciones de actores políticos y analistas, muchos de ellos cooptados por el gobierno, que comienzan a escalar la presión, no contra el gobierno para que habilite a María Corina Machado, lo que reduciría, a su vez, las sanciones contra el país, sino contra la Plataforma Unitaria para que proceda a su sustitución, como si el liderazgo es algo que se puede negociar. El problema es que tal actitud, lejos de contribuir a la solución, lo que hace, es abonar generosamente a la estrategia gubernamental “divide e impera”, mediante la cual el gobierno centra sus esfuerzos hoy en neutralizar a la persona que se impuso en la Primaria y que hoy tiene el liderazgo sobre la mayoría del país, y casi el consenso entre la oposición, como coinciden en señalar casi todos los estudios de opinión serios de reciente data. Si una candidata con tal nivel de apoyo es neutralizada a través de una inhabilitación política, el gobierno estará en una posición mucho más cómoda para hacer lo mismo con cualquier candidato que la sustituya teniendo menores niveles de apoyo, pero que represente algún nivel de riesgo para la reeleción del gobierno. Es así como el gobierno pretende elegir a su propia oposición, y como más de un político colabora a ello ingenuamente, pensando que puede capitalizar votos sin liderazgo, mientras otros, más realistas, se suman al juego por razones inconfesables.

De ser exitosa la estrategia gubernamental estaríamos en un escenario ideal para el gobierno en los que se combinarían altos niveles de abstención y fragmentación del voto opositor, gracias a la proliferación de candidaturas, muchas de ellas cooptadas y finaciadas desde el Estado. Se favorece a un gobierno que hoy no tiene más de un 10% de apoyo, y que con un gran esfuerzo de campaña podría duplicar ese número en el mejor de los casos, y convertirse en una mayoría relativa capaz de imponerse en una elección pluripartidista, aunque nunca competitiva.

María Corina Machado vs EL MIEDO

Esta semana pasada fuimos testigos de la aparición de María Corina Machado en varias localidades del oriente del país en donde vimos repetirse el fenómeno de apoyo multitudinario del que fuimos testigos durante la campaña para la elección primaria.

La reacción del gobierno fue presentar a Maduro haciendo un recorrido por San Fernando de Apure, vistiendo, curiosamente, no el tradicional color rojo del partido oficialista, sino una camisa con el color azul celeste del partido Vente, de María Corina Machado, en un intento por suavizar y potabilizar su imagen hacia otros electores fuera de su base dura de apoyo, que hoy es una especie en vías de extinción.

La realidad es que los recorridos de María Corina Machado por el país, independientemente de que hasta ahora se mantenga la inhabilitación política, se constituyen en una demostración y un ejercicio directo de liderazgo, así como en un dolor de cabeza para el gobierno, desde donde ya se había anunciado que Maduro no haría campaña por “razones de seguridad”, porque ello visibiliza unos niveles de apoyo a Machado que el chavimo no volvió a ver desde la última campaña de Chávez en 2012.

Es evidente, por el apoyo que María Corina Machado continúa teniendo tras su elección en la Primaria hace cuatro meses, y pese a la firme posición que ha mentiendo el gobieno sobre su inhabilitación, que el debate no es sobre candidaturas sino sobre liderazgo. La gente el 22 de octubre elegió algo más que una candidatura, eligió un liderazgo. Y si el liderazgo de María Corina Machado se mantiene firme y EL MIEDO es vencido, pese a procesos de represión selectiva, como la que hemos visto en las últimas semana, y de los que Rocío San Miguel es hoy el símbolo más visible, el gobierno estará ante otro escenario. Un escenario en el que, según todas las encuestas, ese 85% del país que reclama un cambio político, alzará su voz y hará cada vez más visibles sus demandas, generando niveles de presión que harán prácticamente imposible para el gobierno manejar las cosas como hasta ahora lo ha hecho.

Benigno Alarcón Deza

@benalarcon


  

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