MARÍA DENISSE FANIANOS DE CAPRILES miércoles 16 de julio
de 2014
mariadenissecapriles@gmail.com
@VzlaEntrelineas
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Venezuela está viviendo uno de los
peores momentos de su historia. La corrupción está desatada, no hay quien la
detenga, y sus funestas consecuencias en muchas instituciones y sectores del
país son de una dimensión incalculable. No hay espacio que se salve del
desastre y la verdad es que para los venezolanos honestos e íntegros (que son
bastantes, gracias a Dios) esto se ha convertido en una lucha por sobrevivir.
Hace días me puse a llorar por una gran injusticia que se estaba cometiendo en el país y mi esposo me dijo: "Deja de llorar y sé fuerte porque lo que viene es peor". Eso me hizo reaccionar y secarme las lágrimas. Y me hizo pensar: "Dios mío ¿qué puede ser peor a lo que ya hemos vivido en estos últimos años?".
Entonces comencé a preguntarle a conocidos a ver qué opinaban sobre esto y las respuestas que obtuve fueron las siguientes: "Aquí van a destruir completamente todo, y después vendrá la reconstrucción". "Vamos a pisar fondo de verdad, todavía no sabemos lo que es eso, pero luego saldremos del hueco", etc. Eran opiniones desalentadoras pero que al final mantenían su espacio para la esperanza.
¿Qué más será lo que vamos a vivir? ¿Cómo lo vamos a vivir? ¿Por cuánto tiempo? ¿Qué pasará con nosotros, con nuestros hijos, con nuestros nietos...? Son preguntas que nadie puede responder.
También yo me he preguntado varias veces: ¿Por qué a nosotros? Y para esa pregunta yo sí he construido una respuesta. Y lo he hecho en base a lo que he leído en la Biblia en el Libro de Job, que les recomiendo ampliamente su lectura.
Yo me imagino que aquí pasó algo parecido a como se relata en el Libro de Job, donde hace varios años el diablo salió a dar una vuelta por el mundo a ver cómo andaban las cosas. En eso vio un país maravilloso con todas las riquezas y bellezas materiales y humanas que nadie se puede imaginar; con alguna gente corrupta y con muchísima gente buena; con una iglesia Católica ejemplar en el mundo donde obispos, sacerdotes, misioneros, laicos, etc., están dejando su vida sembrando desde hace muchos años la semilla del Amor de Cristo en todos los rincones del país.
Creo que el diablo debe haber agarrado una gran calentera al ver una fe tan grande en tanta gente, ese gran tesoro de la piedad popular del que habla mucho el papa Francisco, que no es muy común en el resto del mundo, y que es la que nos va a salvar.
Yo me imagino que el diablo le dijo a Dios: "Déjame probar a esos hijos tuyos venezolanos, que dicen que te quieren tanto a ti y a tu madre, a ver si con las desgracias y el dolor te seguirán siendo fieles" Y supongo que Dios, al igual que hizo con Job, le dijo que sí, que nos probara.
Y aquí estamos viviendo una de las pruebas más difíciles de nuestra historia. Y lo grande de todo esto es que cada vez vemos más gente con verdadera fe acercándose a ese Padre maravilloso que tenemos en el cielo y que sabemos que nunca, ¡nunca!, nos va a abandonar.
En todos los rincones del país, donde se está pasando hambre, donde no hay agua, ni luz, ni servicios de salud, etc., la gente así como protesta, sigue llenando nuestros templos, sigue rezando sin descanso, sigue cayendo de rodillas para pedirle a Dios que nos ayude. Y son niños, jóvenes, adultos, ancianos, gente de todas las edades y de toda condición.
Venezolanos que piden fuerza a Dios cada mañana para poder seguir luchando por sobrevivir en esta patria tan maltratada, y para poder dar cada uno lo mejor en lo que les toca hacer, para que este país pueda alcanzar muy pronto la justicia, la libertad y la paz.
Job sufrió horrores y era el consentido de Dios. Y ni hablar de lo que sufrió el más amado de sus amados: Su Hijo Jesucristo. Yo estoy convencida que los venezolanos somos consentidos de Dios porque lo ponemos en nuestra boca a cada momento y lo tenemos siempre muy presente en nuestro corazón. Y estoy segura que su Madre Santísima está ahí, susurrándole al oído: "Hijo Mío ¿hasta cuándo esta prueba para mis hijos venezolanos?, mira que no existen hijos en el mundo que me quieran y me recen tanto como ellos".
Sabemos que vendrán tiempos peores, pero luego vendrán tiempos mejores. Solo le pedimos a Dios que nos acorte esta prueba y que nos dé mucha fortaleza para seguir adelante siempre alegres y con una gran paz interior.
Sabemos que al final todo se arreglará. Y que el bien triunfará sobre el mal. Y entonces, como me decía un sacerdote amigo: "Vendrá la hora de la reconstrucción y seremos el mejor país del mundo".
Esto sin hablar de la recompensa del cielo que recibiremos los venezolanos íntegros y honestos que lucharemos por ser fieles hasta el final, sin dejarnos comprar.
¡Bendícenos Señor y ayúdanos a seguir por este camino que nos ha tocado vivir por una razón que solo Tú conoces el por qué, y que estamos seguros es para nuestro bien! ¡Virgen de Coromoto intercede por nosotros ante Tu Hijo y protégenos con tu manto en esta patria que tanto amamos!
Tomado de: http://www.eluniversal.com/opinion/140716/y-si-esto-se-pone-peor
Hace días me puse a llorar por una gran injusticia que se estaba cometiendo en el país y mi esposo me dijo: "Deja de llorar y sé fuerte porque lo que viene es peor". Eso me hizo reaccionar y secarme las lágrimas. Y me hizo pensar: "Dios mío ¿qué puede ser peor a lo que ya hemos vivido en estos últimos años?".
Entonces comencé a preguntarle a conocidos a ver qué opinaban sobre esto y las respuestas que obtuve fueron las siguientes: "Aquí van a destruir completamente todo, y después vendrá la reconstrucción". "Vamos a pisar fondo de verdad, todavía no sabemos lo que es eso, pero luego saldremos del hueco", etc. Eran opiniones desalentadoras pero que al final mantenían su espacio para la esperanza.
¿Qué más será lo que vamos a vivir? ¿Cómo lo vamos a vivir? ¿Por cuánto tiempo? ¿Qué pasará con nosotros, con nuestros hijos, con nuestros nietos...? Son preguntas que nadie puede responder.
También yo me he preguntado varias veces: ¿Por qué a nosotros? Y para esa pregunta yo sí he construido una respuesta. Y lo he hecho en base a lo que he leído en la Biblia en el Libro de Job, que les recomiendo ampliamente su lectura.
Yo me imagino que aquí pasó algo parecido a como se relata en el Libro de Job, donde hace varios años el diablo salió a dar una vuelta por el mundo a ver cómo andaban las cosas. En eso vio un país maravilloso con todas las riquezas y bellezas materiales y humanas que nadie se puede imaginar; con alguna gente corrupta y con muchísima gente buena; con una iglesia Católica ejemplar en el mundo donde obispos, sacerdotes, misioneros, laicos, etc., están dejando su vida sembrando desde hace muchos años la semilla del Amor de Cristo en todos los rincones del país.
Creo que el diablo debe haber agarrado una gran calentera al ver una fe tan grande en tanta gente, ese gran tesoro de la piedad popular del que habla mucho el papa Francisco, que no es muy común en el resto del mundo, y que es la que nos va a salvar.
Yo me imagino que el diablo le dijo a Dios: "Déjame probar a esos hijos tuyos venezolanos, que dicen que te quieren tanto a ti y a tu madre, a ver si con las desgracias y el dolor te seguirán siendo fieles" Y supongo que Dios, al igual que hizo con Job, le dijo que sí, que nos probara.
Y aquí estamos viviendo una de las pruebas más difíciles de nuestra historia. Y lo grande de todo esto es que cada vez vemos más gente con verdadera fe acercándose a ese Padre maravilloso que tenemos en el cielo y que sabemos que nunca, ¡nunca!, nos va a abandonar.
En todos los rincones del país, donde se está pasando hambre, donde no hay agua, ni luz, ni servicios de salud, etc., la gente así como protesta, sigue llenando nuestros templos, sigue rezando sin descanso, sigue cayendo de rodillas para pedirle a Dios que nos ayude. Y son niños, jóvenes, adultos, ancianos, gente de todas las edades y de toda condición.
Venezolanos que piden fuerza a Dios cada mañana para poder seguir luchando por sobrevivir en esta patria tan maltratada, y para poder dar cada uno lo mejor en lo que les toca hacer, para que este país pueda alcanzar muy pronto la justicia, la libertad y la paz.
Job sufrió horrores y era el consentido de Dios. Y ni hablar de lo que sufrió el más amado de sus amados: Su Hijo Jesucristo. Yo estoy convencida que los venezolanos somos consentidos de Dios porque lo ponemos en nuestra boca a cada momento y lo tenemos siempre muy presente en nuestro corazón. Y estoy segura que su Madre Santísima está ahí, susurrándole al oído: "Hijo Mío ¿hasta cuándo esta prueba para mis hijos venezolanos?, mira que no existen hijos en el mundo que me quieran y me recen tanto como ellos".
Sabemos que vendrán tiempos peores, pero luego vendrán tiempos mejores. Solo le pedimos a Dios que nos acorte esta prueba y que nos dé mucha fortaleza para seguir adelante siempre alegres y con una gran paz interior.
Sabemos que al final todo se arreglará. Y que el bien triunfará sobre el mal. Y entonces, como me decía un sacerdote amigo: "Vendrá la hora de la reconstrucción y seremos el mejor país del mundo".
Esto sin hablar de la recompensa del cielo que recibiremos los venezolanos íntegros y honestos que lucharemos por ser fieles hasta el final, sin dejarnos comprar.
¡Bendícenos Señor y ayúdanos a seguir por este camino que nos ha tocado vivir por una razón que solo Tú conoces el por qué, y que estamos seguros es para nuestro bien! ¡Virgen de Coromoto intercede por nosotros ante Tu Hijo y protégenos con tu manto en esta patria que tanto amamos!
Tomado de: http://www.eluniversal.com/opinion/140716/y-si-esto-se-pone-peor
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