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domingo, 2 de noviembre de 2014

Francisco, los pobres y la solidaridad, por @felixpalazzi

FÉLIX PALAZZI sábado 1 de noviembre de 2014

El 28 de octubre el Papa Francisco tuvo un encuentro con una representación de los movimientos populares. Casualmente, el mismo día recibió "informalmente" al presidente de Bolivia Evo Morales, quien asistió al evento no sólo en calidad de presidente de un país, sino también como representante de los indígenas bolivianos. En el encuentro participaron más de 150 líderes de diversas agrupaciones populares. Dicho encuentro fue organizado por la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales, el Pontificio Consejo Justicia y Paz, y algunos representantes de estas organizaciones. Según explicó un representante de las organizaciones asistentes, el encuentro trató de "construir una alternativa humana distinta desde abajo".

No faltará quien procure sacar provecho de este encuentro o quien tienda a descalificar al Papa por ser un "comunista". Argumento que el mismo Francisco aclaró: "es extraño pero si hablo de esto (tierra, casa y trabajo) el Papa es comunista". Más allá del uso político de la religión o de la deformación de la fe en formas piadosas alejadas de la realidad, el Papa advirtió la dificultad y se adelantó a precisar que dicho "encuentro no respondía a ninguna ideología". Francisco tomó como punto de partida de su reflexión el amor a los pobres, porque "el amor a los pobres está al centro del Evangelio". El amor es lo que permite superar las barreras que deforman la realidad y encontrarse realmente con ese otro "que tiene los pies en el barro y las manos de carne, que ¡tiene olor a barrio, a pueblo a lucha!".

Amar a los pobres es encontrarse con aquellos que están cansados de esperar la ayuda "de planes asistenciales o soluciones que nunca llegan o, si llegan, lo hacen de tal manera que van en la dirección de anestesiar o de domesticar". Amar es aprender a solidarizarse. Francisco asume un valor positivo desde la situación de la pobreza que tantos se ven forzados a vivir. La solidaridad que se muestra en muchos de nuestros espacios empobrecidos es el signo y la forma cotidiana de expresión de la vida. La solidaridad es uno de los valores que estamos llamados a acoger, valorar y apreciar con urgencia, ya que la "solidaridad, entendida, en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia".

Tal vez sea el desafío y el "modo de hacer historia" más urgente en medio de nuestra realidad profundamente polarizada e incapaz de encontrar caminos de encuentros y mejoría inmediata. El valor de la solidaridad se impone sobre la lógica de lo "desechable" o "sobrante". No sólo son "desechables" los productos, también parecen ser "desechables" las personas, aquellas que "sobran" porque estorban a mis ideas, proyectos, intereses o aspiraciones. La solidaridad es un valor oportuno y urgente para restablecer los vínculos humanos distorsionados en nuestra la realidad y poder así construir la historia que todos queremos de un "modo" distinto.

Francisco dejó claro que desde la solidaridad se es capaz de permitir "el viento de la promesa que aviva la ilusión de un mundo mejor. Que ese viento se transforme en un vendaval de esperanza. Ese es mi deseo".

FÉLIX PALAZZI

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