Fernando Mires 11 de abril de 2015
Para quienes no son chilenos y no saben
quien es Carlos Caszely, un par de informaciones. Caszely es uno de los más
grandes futbolistas que ha tenido el fútbol chileno en toda su historia. Pero,
además, uno de los pocos que han sabido emitir opiniones sobre temas
culturales, sociales y políticos. Fue un
adversario declarado de la dictadura de Pinochet.
Recientemente causaron emoción en
Alemania las declaraciones de Caszely en el documental dirigido por el ex
futbolista Eric Cantona titulado Rebellen am Ball (Canal Arte) en donde relata
acerca de las torturas a las que fue sometida su madre por la dictadura
mientras él jugaba en España. Fue, además, uno de los más activos militantes en
la causa del “NO” que llevó a la salida de Pinochet. Durante el segundo
gobierno de Bachelet fue nombrado agregado de Deportes en la Embajada de Chile
en España.
Y bien, Carlos Caszely ha sido
destituido de su cargo diplomático por el Ministerio de Relaciones Exteriores
de Chile. ¿Cuál fue la razón? Las siguientes declaraciones emitidas en una
entrevista hecha por el diario El Mundo
de España:“No me parece bien que PODEMOS hable de libertad y reciba bajo la
mesa dinero de (Nicolás) Maduro”
Caszely, estemos de acuerdo o no, no
dijo nada que no se hubiera sabido; no reveló ningún secreto de estado; emitió
una opinión muy personal y en ningún caso comprometió al gobierno chileno
opinando sobre algo acerca de lo cual hablan todos en España (caso de los mal
ganados dineros de Monedero, dirigente de Podemos). En su chilenísimo lenguaje
lo explicó así: “Yo nunca le quito el poto a la jeringa. Aquí (el tema) estaba
muy de moda. Salía en los diarios, en la televisión, en las radios, en el café.
En todos lados salía eso. Por lo tanto, yo hice el mismo comentario. Nada del
otro mundo”
Los argumentos del Ministerio del
Exterior para justificar la destitución de Caszely fueron, en cambio, de
bajísimo corte leguleyo. Según el instructivo, afirma el comunicado, no está
permitido a los diplomáticos “hacer declaraciones o publicar artículos
referentes a la política interior de Chile y por cierto a la de los estados
ante los cuales se encuentran acreditados”. Sin embargo, Caszely no se refirió
al estado chileno ni tampoco al español; solo al gobierno venezolano y a un
partido político sin responsabilidades gubernamentales; y nada más.
¿Caszely no fue muy diplomático? Por
supuesto. Caszely no es un diplomático de carrera; y si llegó a ocupar ese
puesto fue por sus dotes deportivas y personales. Por lo demás, el mismo lo
dijo con gran sinceridad: “Yo de diplomático no tengo nada (Ríe). Voy a seguir
diciendo las cosas que estimo conveniente. Y si me tengo que ir ¿Cuál es el
problema?”
Caszely es un ex futbolista que ocupaba
un cargo diplomático de baja importancia política y de nivel más bien
simbólico. Esa es la razón que hace pensar que su destitución tiene un carácter
oscuramente politiquero, una intriga, algo que nunca va a reconocer, por
supuesto, el gobierno chileno. Pues en Chile se reconoce todo, todo menos a la
verdad.
Basta leer las declaraciones de
personeros de alto cargo sobre los casos de corrupción que azotan a toda la
clase política, desde la derecha hasta la izquierda, hasta alcanzar a la propia
familia de la presidenta. Allí, en ese país, todos mienten, mienten
descaradamente, mienten a destajo, mienten sin parar. Pero quienes mienten no
son destituidos. En Chile solo se destituye a la gente cuando dice la verdad. Y
Caszely la dijo.
Por cierto, la verdad política no es la
verdad religiosa. El político tampoco debe ser un buscador permanente de la
verdad. Si todos los políticos dijeran lo que piensan a cada momento, habría
más conflictos de los que ha hay; de eso no cabe duda.
Pero Caszely -eso es lo que no entienden
en Chile- tampoco es un profesional político. Opina sobre política y da
respuestas políticas solo cuando le preguntan sobre política. Y responde con la
que él piensa es la verdad: su verdad. Y su verdad es muy clara: “Yo creo que
existen los buenos y los malos. Punto. No existen más. Existe gente buena y
gente mala en todos lados. Y eso lo dije siempre”
Pero ¿qué se puede esperar de un
gobierno que pese a tener detrás de sí a una feroz dictadura, calla cuando en
Venezuela -país que recibió a muchísimos chilenos que huían de esa misma dictadura- son violados los derechos
humanos, la justicia transformada en una oficina del poder ejecutivo, la prensa
silenciada, los estudiantes reprimidos a balazos? Chile, digámoslo claro, es un
país que no tiene política internacional. Pero eso no es ni puede ser culpa de
Caszely.
Hace ya muchos años lo vi debutar en
Colo Colo, el equipo de mis amores. Fue contra el Santiago Morning, en 1967. Él
era casi un niño. Pero de inmediato llamó la atención por su capacidad para
moverse con inteligencia en los más pequeños espacios. “El rey del metro
cuadrado” fue su apodo futbolístico. La gente lo quería y muchos, todavía hoy,
lo queremos.
Pobre gente la que lo destituyó. Ni
siquiera se han dado cuenta del daño que han hecho a la imagen del gobierno
chileno en el exterior. Porque esa destitución sí fue un gran error
diplomático. Hoy en casi toda España hablan de Caszely, de Maduro y de Podemos.
Justo lo que los genios diplomáticos de Chile querían evitar.
¿Qué habrá dicho Carlitos Caszely cuando
se enteró de la noticia de su destitución? Quizás dijo, en su lenguaje tan
directo: ¡Métansela por ahí mismo! Yo creo que eso dijo. Estoy seguro. Lo mismo
habría dicho yo.
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