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lunes, 15 de agosto de 2016

El cuarteto de la fama por @goyosalazar


Por Gregorio Salazar


Nadie podrá negar que en lo que respecta a la convocatoria del referéndum revocatorio las cosas marchan perfectamente sincronizadas. Es decir, el país, este país al garete en todos los órdenes de la vida, observa estupefacto como el señor psiquiatra dicta un guión que, por más absurdo y retorcido que parezca, sus cuatro compañeritas de tolda en el CNE lo ponen presurosamente en escena, oficializando una y otra vez las tropelías.

Si Rodríguez dice que no hay tiempo para hacer el revocatorio en el 2017, allá te van más trabas, más obstáculos, más bostezos  y remilgos morrocoyudos hasta hacer interminable la ruta para que la vital consulta popular se concrete. Si Rodríguez “determina” en tiempo récord que hay muertos, falsificaciones, menores de edad y canta un megafraude, salen algunas de las rectoras a convalidar lo dicho, como si las que contaran no son las firmas validadas, sino las que una mano peluda y roja pueda haber sembrado para contaminar un proceso absolutamente voluntario, popular y democrático. Eso sí, nadie responde por aquellas que sin motivo real fueron eliminadas como por arte de magia.

Así van tanteando la reacción popular, midiendo que efectos pueden tener sus desviaciones y sus sin razones en la percepción de la colectividad, cómo pueden calar en el ánimo de la gente y potenciar el abatimiento de una población ya bastante exhausta por las privaciones alimentarias, sanitarias y el acoso de un hampa desenfrenada, por mencionar sólo tres de las más calamidades más acuciantes. La consigna  es ¡No a la resignación! ¡Sí al Revocatorio!


Si en algunos momentos se hace más patente la situación de opresión institucionalizada que vivimos los venezolanos es cuando algunas de las cuatro rectoras del CNE abren la boca para repetir milimétricamente lo que Rodríguez y otros voceros del PSUV  han machacado durante varios días, mañana, tarde y noche a través de todo el entramado mediático del cual se han apoderado.

Nunca es tarde para insistir en el llamado a las señoras rectoras para que corrijan sus procederes y además advertirles que por la vía que van corren el riesgo de que en el futuro, al mencionar sus nombres, provoquen el mismo sentimiento de repulsión que cuando se cuentan las correrías de “Barretico”, “Suelespuma”, “El Loco Hernández” y Polachini, aquel cuarteto siniestro que tantos actos de maldad perpetraron contra los venezolanos que luchaban contra la dictadura de Marco Pérez Jiménez.

La señora presidenta del CNE ha señalado que el organismo que preside “no acepta presiones de nadie”. Claro que no, a lo que sí parece estar firme y a discreción es a las líneas que se le trazan desde el alto gobierno. Un organismo electoral que no se siente “presionado” por la avalancha de votos por el cambio expresado el 6D o por el clamor de las familias que pide soluciones a los enormes problemas que lo acogotan o por las voces que desde todos los rincones del país exigen que  se ponga cese a la destrucción del país, sencillamente está colocado de espaldas del pueblo y postrado a los pies de los responsables de esta profunda crisis.

Mientras tanto, los días van transcurriendo con una similitud impresionante. Las mismas imágenes se repiten incesantemente mientras el país se hunde en espiral descendente: las interminables colas de hombres y mujeres en busca de comida desde la madrugada hasta la noche, la frustración de quienes después de horas y horas deben volver a sus casas con las manos vacías, los saqueos que se propagan por todos los estados como reacción de la gente desesperada, los enfermos sin medicinas ni atención médica, el dolor de quienes acuden a la morgue en busca de los restos de familiares ultimados por el hampa.

La cúpula gubernamental no ve nada de esta tragedia. Sus desvelos van dedicados a aferrarse al poder, lo cual inevitablemente tendrá un término por más artimañas y manipulaciones intente el famoso cuarteto del CNE.

14-08-16




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