Por Gregorio Salazar
Nadie podrá negar que en lo
que respecta a la convocatoria del referéndum revocatorio las cosas marchan
perfectamente sincronizadas. Es decir, el país, este país al garete en todos
los órdenes de la vida, observa estupefacto como el señor psiquiatra dicta un
guión que, por más absurdo y retorcido que parezca, sus cuatro compañeritas de
tolda en el CNE lo ponen presurosamente en escena, oficializando una y otra vez
las tropelías.
Si Rodríguez dice que no hay
tiempo para hacer el revocatorio en el 2017, allá te van más trabas, más
obstáculos, más bostezos y remilgos morrocoyudos hasta hacer interminable
la ruta para que la vital consulta popular se concrete. Si Rodríguez
“determina” en tiempo récord que hay muertos, falsificaciones, menores de edad
y canta un megafraude, salen algunas de las rectoras a convalidar lo dicho,
como si las que contaran no son las firmas validadas, sino las que una mano
peluda y roja pueda haber sembrado para contaminar un proceso absolutamente
voluntario, popular y democrático. Eso sí, nadie responde por aquellas que sin
motivo real fueron eliminadas como por arte de magia.
Así van tanteando la
reacción popular, midiendo que efectos pueden tener sus desviaciones y sus sin
razones en la percepción de la colectividad, cómo pueden calar en el ánimo de
la gente y potenciar el abatimiento de una población ya bastante exhausta por
las privaciones alimentarias, sanitarias y el acoso de un hampa desenfrenada,
por mencionar sólo tres de las más calamidades más acuciantes. La
consigna es ¡No a la resignación! ¡Sí al Revocatorio!
Si en algunos momentos se
hace más patente la situación de opresión institucionalizada que vivimos los
venezolanos es cuando algunas de las cuatro rectoras del CNE abren la boca para
repetir milimétricamente lo que Rodríguez y otros voceros del PSUV han
machacado durante varios días, mañana, tarde y noche a través de todo el
entramado mediático del cual se han apoderado.
Nunca es tarde para insistir
en el llamado a las señoras rectoras para que corrijan sus procederes y además
advertirles que por la vía que van corren el riesgo de que en el futuro, al
mencionar sus nombres, provoquen el mismo sentimiento de repulsión que cuando
se cuentan las correrías de “Barretico”, “Suelespuma”, “El Loco Hernández” y
Polachini, aquel cuarteto siniestro que tantos actos de maldad perpetraron
contra los venezolanos que luchaban contra la dictadura de Marco Pérez Jiménez.
La señora presidenta del CNE
ha señalado que el organismo que preside “no acepta presiones de nadie”. Claro
que no, a lo que sí parece estar firme y a discreción es a las líneas que se le
trazan desde el alto gobierno. Un organismo electoral que no se siente
“presionado” por la avalancha de votos por el cambio expresado el 6D o por el
clamor de las familias que pide soluciones a los enormes problemas que lo
acogotan o por las voces que desde todos los rincones del país exigen que
se ponga cese a la destrucción del país, sencillamente está colocado de
espaldas del pueblo y postrado a los pies de los responsables de esta profunda
crisis.
Mientras tanto, los días van
transcurriendo con una similitud impresionante. Las mismas imágenes se repiten
incesantemente mientras el país se hunde en espiral descendente: las
interminables colas de hombres y mujeres en busca de comida desde la madrugada
hasta la noche, la frustración de quienes después de horas y horas deben volver
a sus casas con las manos vacías, los saqueos que se propagan por todos los
estados como reacción de la gente desesperada, los enfermos sin medicinas ni
atención médica, el dolor de quienes acuden a la morgue en busca de los restos
de familiares ultimados por el hampa.
La cúpula gubernamental no
ve nada de esta tragedia. Sus desvelos van dedicados a aferrarse al poder, lo
cual inevitablemente tendrá un término por más artimañas y manipulaciones
intente el famoso cuarteto del CNE.
14-08-16
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