RAFAEL LUCIANI 10 de septiembre de 2016
@rafluciani
Lo más
elemental para vivir humanizadoramente es poder conectar con la realidad del
otro y entender que sus problemas son también los míos; que existe una
reciprocidad entre nuestras vidas e historias que nos va afectando, sea para
bien o para mal. No podemos mirarnos con lástima o desesperanza, o pensar que
estamos destinados a vivir así, con tantas carencias y dificultades. En la
medida en que conectemos con el otro, con su realidad concreta y su historia,
estaremos concediendo primacía a la condición ética propia de todo ser humano,
y dando paso a la esperanza, a la reconciliación, que nos exige el
desabsolutizar las ideologías y retomar la senda de la dignidad humana y el
respeto de los derechos de todos. Por ello, más allá de lo que podemos decir
con nuestras palabras y bellos discursos, lo que realmente mide los valores y
el talante de nuestra humanidad es esta vinculación ética que debemos forjar
con el otro.
Durante
la visita del Papa Francisco a México, el pontífice dijo algo que nos debe
llamar a la reflexión, y que es muy actual ante lo que vivimos en Venezuela:
«ya tenemos varias décadas perdidas pensando y creyendo que todo se resuelve
aislando, apartando, encarcelando, sacándonos los problemas de encima, creyendo
que estas medidas solucionan verdaderamente los problemas. Pero nos hemos
olvidado de concentrarnos en lo que realmente debe ser nuestra verdadera preocupación:
la vida de las personas, sus vidas, las de sus familias, las de aquellos que
también han sufrido a causa de este círculo de violencia». Volver a poner la
mirada en la vida de las personas, en sus necesidades y desarrollo humano, es
el gran reto que tiene la política en nuestro país. En este sentido urge la
reconstrucción moral del país y esto pasa por entender que la política es el
único medio para recobrar la sindéresis en la resolución de los conflictos y
lograr una salida institucional de la actual crisis que nos agobia a todos.
Ciertamente
se requiere una voluntad férrea para reinstitucionalizar lo público y
desideologizarlo. Es decir, para que el Estado se rija de acuerdo a la
Constitución y las Leyes vigentes, y que todos seamos respetados sin discriminación
o exclusión algunas. Sólo la plena autonomía de los poderes públicos puede
garantizar los intereses comunes por encima de los grupos políticos o las
visiones ideológicas existentes. Ante el peligro inminente de una mayor
destrucción moral y deshumanización de la sociedad venezolana, queda aún la
posibilidad de iniciar un proceso de negociación y logro de acuerdos mínimos en
el marco de la Constitución Nacional que lleve a la realización de referéndum
como un signo de la voluntad existente para poner a un lado las políticas
actuales que han propiciado a la exclusión, la escasez y la represión.
Los
miembros de los poderes públicos tienen una deuda moral con el pueblo
venezolano. Si realmente quieren reinstaurar el bien común perdido, deben dar signos
concretos como son el diálogo con todos los actores públicos y el logro de
acuerdos mínimos para responder a la grave crisis humanitaria. Es una
oportunidad para reinstitucionalizar lo público. Se trata de recuperar un modo
de hacer política que sea institucional e inclusivo, que busque el desarrollo
de todos los que viven en el país sin exclusión alguna y que permita relanzar
la esperanza con un proyecto de país que apueste por el bien común, antes que
el ideológico.
Todos
queremos que se vuelva la mirada a «la vida de las personas», a lo que se
padece en la calle. Una mirada que sane la deuda moral que muchos políticos
cargan en sus conciencias.
Rafael
Luciani
Doctor
en Teología
rlteologiahoy@gmail.com
@rafluciani
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