Trino Márquez 08 de septiembre de 2016
@trinomarquezc
La
respuesta del régimen ante su aislamiento e impopularidad, puestas de
manifiesto con la fenomenal marcha del 1-S y el cacerolazo en Villa Rosa, ha
sido en tres planos distintos y complementarios.
El
primero es el bufo. Aquí la cómica va desde la negación de la grandiosidad de
la concentración hasta la revelación de golpes de Estado fantasiosos. Sin que
se le moviera un músculo de la cara, José Vicente Rangel trazó la línea: no
había más de 30.000 personas. Entrar a discutir sobre la cifra carece de
sentido. Convierte al interlocutor en un lunático que gira en la misma esfera
del negador. Si apenas se movilizaron unos cuantos miles de ciudadanos, ¿por
qué los rojos no convocan el referendo revocatorio ya para terminar de liquidar
la oposición? Su triunfo les garantizaría eternizarse en el poder. Así de
fácil. Se nota la manipulación. Los golpes develados representan el otro lado
caricaturesco del sainete. Según el guion, sectores radicalizados de la MUD
intentaban derrocar al Gobierno sin la participación de los militares
–¡verdadero milagro!-, con un fusil de alta precisión y unas cuantas
municiones. El campamento desde el cual se incursionaría en Miraflores se
encontraba a quinientos metros del palacio de gobierno. Semejantes majaderías
las dijo el ministro Néstor Reverol sin ningún rubor, en rueda de prensa el
viernes 2 de septiembre.
Este
lado burlesco de la historia tiene un vértice trágico: la represión desaforada.
La paranoia del régimen se ha traducido en una cacería contra dirigentes
opositores. La jauría está formada por los miembros del Sebin y otros cuerpos
de seguridad del Estado. La víctima preferida es la militancia de Voluntad
Popular. A Daniel Ceballos, Yon Goicoechea y Léster Teledo, este último
clandestino, se les ha aplicado ácido. Al grupo hay que añadir a Francisco
Márquez y a Gabriel San Miguel, secuestrados desde hace varios meses. El
objetivo consiste en pulverizar una
joven organización con arraigo popular, cuyo fundador y líder emblemático,
Leopoldo López, fue condenado a catorce años de prisión. La onda represiva
alcanzó a dirigentes de otras organizaciones: Carlos Melo, Avanzada
Progresista, y al editor de Reporte Confidencial, Braulio Jatar Alonso, a quien
se le cobra el haber cumplido con su
obligación de periodista: informar y mostrar con videos lo ocurrido en Villa Rosa, donde Nicolás
Maduro fue acorralado por unas señoras armadas de cacerolas vacías, pues comida
no se consigue en Margarita. El patético espectáculo brindado por el primer
mandatario a pocos días de la Cumbre de los No Alineados, evidenció de nuevo la
penosa condición de un gobernante despreciado por el pueblo y desconectado de
todo contacto con la realidad. Difícil va a resultarles a los gobernantes de
los No Alineados tomarse una foto con un personaje tan desacreditado, que ni
siquiera ha podido asumir la presidencia, meramente protocolar, de Mercosur.
El
tercer plano de la respuesta se expresa en el uso de la Sala Constitucional del
TSJ como ariete para demoler la Asamblea Nacional. Las últimas resoluciones del
máximo tribunal se plantean derogar en los hechos al cuerpo legislativo y
desconocer la soberanía popular, principio rector de la democracia. Los magistrados de la SC son unos comisarios
del PSUV. De sus siete integrantes, solo uno reúne las condiciones formales
mínimas, no entro a considerar su probidad y honorabilidad, para integrar el
organismo. La mayoría son exmilitantes del partido oficial que acompañaron a
Hugo Chávez y a Nicolás Maduro en diferentes momentos de sus respectivos
mandatos. Su compromiso no es con la magistratura, y mucho menos con la
justicia, sino con el proyecto hegemónico puesto en movimiento el 2 de febrero
de 1998, cuando Chávez llegó a Miraflores. Los juristas del terror conforman
una de las dos piezas fundamentales sobre las que se asienta la dominación del
régimen, a pesar de su ilegitimidad. El otro soporte reside en el Alto Mando.
A
partir del desconocimiento de la autoridad de la Asamblea, es decir, de la
soberanía popular, se ha abierto el camino para que se instale en Venezuela un
régimen de facto. Una autocracia sin maquillaje. Conviene recordarles a sus cómplices que los
tiempos cambiaron en América Latina y en la mayoría de los países del planeta.
El modelo de Cuba es irrepetible Las
dictaduras no se sostienen en el mundo interconectado de la globalización.
Todavía en Chile y Argentina se condenan y castigan delitos cometidos hace más
de cuatro décadas. Verdugos con toga: ahora la Historia no absuelve.
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