Por Fernando Martínez
Mottola
El 1S el gobierno hubiera
deseado que nos quedáramos en la calle, una marcha sin retorno. Apostaba por
nuestro desgaste. Más temprano que tarde, ante las necesidades de cada quien,
la gente volvería poco a poco a sus casas con la frustración a cuestas. Gracias
a Dios que la dirigencia opositora no pisó el peine.
El gobierno quería provocar
una manifestación violenta, que terminara a trompicones. Hoy lamentaríamos
algunas pérdidas humanas y jóvenes detenidos, el gobierno nos acusaría de
violentos, golpistas y cuántas cosas más. La dirigencia opositora tampoco cayó
en esta trampa.
El gobierno intentó
amedrentar con la represión, con el enfrentamiento violento, que según ellos se
esperaba. La gente hizo caso omiso de sus amenazas y sus mentiras, desde todos
los puntos del país acudió masivamente a la convocatoria de una marcha pacífica
y democrática, manifestó y se retiró en santa paz, a la expectativa de los
nuevos llamados.
El pueblo de Venezuela
demostró su profunda convicción pacífica y democrática. Pero también madurez
política y la firme determinación a luchar por sus derechos.
La dirigencia opositora
demostró unidad, capacidad de convocatoria, organización y claro norte
estratégico.
El gobierno perdió el favor
del pueblo, el apoyo internacional, la Asamblea Nacional, la posibilidad de
resolver los problemas de la gente, la esperanza que representó para muchos, y
ahora perdió la calle.
La gente de buena voluntad
que alguna vez creyó en este gobierno, perdió la esperanza y también clama por
un cambio. Todos ellos tienen cabida en la nueva Venezuela que está por
comenzar.
Lo único que le queda al
gobierno es la fuerza bruta. Supuestamente, el apoyo de las instituciones del
Estado que ejercen el monopolio de la violencia, para someter a un pueblo que
protesta por falta de medicinas, alimentos, seguridad y precariedad de los
servicios básicos. Está por verse hasta cuándo les dura.
¿Y ahora qué?, aumentar la
presión y seguir por el mismo camino pacífico y democrático que nos ha traído
hasta este punto. Es la única respuesta posible. No hay magia, no puede cundir
la desesperación, no hay que escuchar los cantos de sirena que nos aparten del
camino trazado. Referéndum revocatorio y elecciones regionales, según lo
establece la Constitución y las leyes, siguen siendo nuestras banderas.
Sabemos que los
representantes del régimen están apegados al poder a como dé lugar, dispuestos
a todo tipo de tramposería sin el menor escrúpulo democrático. Pero no será la
primera vez que regímenes atroces son derrotados por vía pacífica y
democrática.
09-09-16
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