Por Julio Castro Méndez
El 9 de mayo de 2017, el
Ministerio del Poder Popular para la Salud de Venezuela publicó el boletín
epidemiológico del año 2015 y 2016. Las cifras no se publicaban desde octubre
de 2014. En los últimos 18 años, es la tercera vez que dejan de publicarse los
datos epidemiológicos, importantes para alertar sobre las enfermedades y su
impacto inmediato en la población. El doctor Julio Castro Méndez analiza para
Prodavinci los datos que el Ministerio de Salud decidió hacer públicos esta
semana y explica qué hay detrás de los números
El boletín epidemiológico es
una publicación semanal del Ministerio de Salud que data desde los años 40 y es
parte de una estrategia mundial de monitoreo de enfermedades importantes (que
hoy en día se denominan “enfermedades de notificación obligatoria”). Su fin
principal es levantar alertas sobre enfermedades que tienen impacto inmediato
para la población, de modo que estos datos son la brújula que guía las medidas
sanitarias en el corto plazo.
En Venezuela, las cifras del
boletín epidemiológico no habían sido publicadas las cifras desde octubre de
2014 por órdenes del alto gobierno. En honor a la verdad, no es la
primera vez que esto pasa: es la tercera vez en los últimos 18 años. Las
razones son desconocidas, o al menos no ha sido explicadas por los responsables
directos. Ahora bien, lo que sí hay es una alta correlación entre el bloqueo de
la información, la presencia de militares como jefes de la cartera de salud y
la aparición de fenómenos epidémicos de carácter nacional, como los brotes
de H1N1, dengue, zika y chikungunya.
La publicación de estas cifras
de salud están amparadas bajo las leyes internacionales de acceso público a la
información y también por el reglamento sanitario internacional.
Desde sus inicios, el boletín
cumple funciones pedagógicas: no sólo revela cifras, sino que también genera
insumos para la contención de enfermedades y otros aspectos de prevención muy
importantes. En algunos casos incluso sirve para analizar el contexto sanitario
regional o mundial.
¿Qué tipo de información tiene
el boletín epidemiológico?
La estructura del boletín ha
cambiado poco con los años. En su mayoría hay una descripción organizada de
cuántas enfermedades hay (cantidad), dónde se producen (estados o municipios) y
su comparación con años anteriores (análisis histórico) mediante herramientas
estadísticas universales. A partir de esta información es que se pueden definir
las epidemias y ver las tendencias o los patrones de comportamiento tanto
regional como temporal de las enfermedades.
La información es recogida en
la unidades de atención médica (tanto públicas como privadas) y es enviada al
ministerio para su categorización y análisis. Lo primero que llama la atención
es que, a pesar de que la información sí es recogida y analizada, no fue
liberada durante estos dos últimos años de manera regular. Es decir: se
produjo un bloqueo de la información que queda en evidencia dada la
redacción de los boletines cuando se ven retrospectivamente. Si se revisan los
datos del tercer trimestre de 2014, se verá que está contextualizado en medio
de la epidemia continental de chikungunya, una información que (si bien a estas
alturas tiene valor histórico retrospectivo) tenía una importancia capital en
tiempo real, no sólo por las cifras sino por la capacidad de los ciudadanos
para convertirse en aliados durante el combate de la epidemia debido
a su forma de transmisión. Una oportunidad desperdiciada.
El número de enfermedades que
se monitorizan es importante: son más de cincuenta las que están en la lista de
notificación obligatoria, pero queremos hacer énfasis en el seguimiento de
alguna de ellas, por su importancia.
Mortalidad materna: la
cantidad de mujeres fallecidas en la semana respectiva y su comparación con los
años anteriores destaca casi al final del boletín publicado en la segunda
semana de mayo de 2017. En el último boletín del año (semana 52 o 53, según sea
el caso) se ve el acumulado del año comparado con el año anterior y su valor de
tendencia (aumento o decremento porcentual).
La tendencia mundial, en
especial en los países latinoamericanos, fue hacia el descenso lento de
este indicador. En promedio, disminuye 2-4% por año, lo cual debe ser ajustado
al crecimiento vegetativo poblacional (que en el caso venezolano es 1,48% anual
en promedio). Y la corrección está basada en que el valor de vigilancia es en
número absoluto de muertes, algo que debe ser corregido por el mayor número de
mujeres producto del crecimiento vegetativo de la población. Como regla base,
si la mortalidad aumenta en mayor proporción que el crecimiento vegetativo,
entonces el aumento de la mortalidad es “real” y las alarmas deben apuntar a
identificar las posibles causas de esto.
En Venezuela, durante los
últimos diez años, el ascenso promedio de la cifra de fallecidas está en
el orden de 12-15% mayor cada año, según los datos del propio boletín. Es
decir: mueren 12% más mujeres que el año anterior. Lo más alarmante es que la
variación entre 2015 y 2016 fue de 65% de incremento en un solo año: se pasó de
456 fallecidas en 2015 a 756 en 2016. Esto implica un cambio muy importante en
el patrón de crecimiento previo que, aunque alarmante, tenía magnitudes
lineales.
Ahora vemos un cambio de
proporciones logarítmicas que, sin dudas, están relacionadas directamente con
las condiciones de vida de los venezolanos.
Para leer sobre qué significa
el estudio de la cifra de mortalidad materna y cuáles son
las implicaciones en salud pública de su análisis y su evolución, pueden
consultar esto otro artículo publicado en Prodavinci.
Mortalidad
infantil: Entre 2006 y 2016, el promedio de aumento de la mortalidad
infantil en Venezuela rondaba 5-8% por año. Y aquí vale la misma consideración
de proporciones sobre la población general y el crecimiento vegetativo que
hemos explicado: cualquier valor de aumento que sea mayor a 1,49% es un
retroceso neto en muertes infantiles.
Esto significa que antes de
2016 venía produciéndose un escenario malo de 5-8% por año, pero resulta que
entre 2015 y 2016 el cambio fue de 29,5%. Este patrón tiene un factor de
multiplicación de seis veces mayor a lo que venía aumentando.
Malaria: El caso de
malaria también ha sido abordado aquí en Prodavinci, en una oportunidad en
la cual el análisis se basaba en cifras proyectadas para 2016. Y aquellas
proyecciones hoy son realidad: 240.000 casos de malaria comparados con 136.402
en 2015 y con 89.822 en 2014. La progresión acelerada de los casos salta a la
vista.
Más allá de los valores
absolutos, que son bastante claros, es vital señalar otro aspecto que también
aparecen en estos boletines que mantuvieron ocultos hasta ahora: según los
datos de 2016, hay 13 estados de Venezuela que están en condición de
epidemia, de acuerdo con su propia definición. Y si vemos la progresión de
número de estados en epidemia hemos pasado de 3 estados en 2010 a 13 estados en
2016.
El significado es claro: la
reactivación de focos de malaria que estuvieron controlados durante más de
cincuenta años hoy vuelven a estar activos. Ya la malaria no es un
problema exclusivo de los estados Bolívar y Amazonas, sino que es un problema
nacional. Y mientras los datos de esta epidemia no sean transparentes se hará
mas difícil el control de la enfermedad.
Chikungunya y zika, la nuevas
epidemias: Los boletines dan cuenta parcial de los casos de estas dos
epidemias que atacaron al continente en años recientes. Y hoy los números
“oficiales” de casos tienen un doble simbolismo. El primero pone en evidencia
la connotación epidémica que nunca quisieron reconocer, ni en 2014 y 2015 con
la chikungunya ni en 2016 con el zika. Nunca hubo información oficial de los
casos, ni distribución geográfica ni tendencia de la epidemia en el
tiempo, a pesar de su impacto social. El segundo es en relación con las
magnitudes: oficialmente se reportan 43.000 casos de zika en el 2016, pero en
el propio boletín el seguimiento de “fiebre” como índice genérico de monitoreo
epidemiológico reporta casi tres millones de casos más de los esperados
para el mismo periodo de años de referencia. La gran pregunta que surge
es: ¿cuál es el diagnóstico de esas tres millones de personas extra en un solo
año? ¿No tienen explicación? En nuestra humilde opinión, buena parte de ellos
fueron casos de zika que no entraron al registro, algo que contrasta
terriblemente con los apenas 43.000 casos oficiales, creando un margen de duda
sobre la veracidad y la exactitud de la información allí reflejada. Valores
similares se observaron con respecto a la chikungunya en 2014 y 2015.
Viejas enfermedades, nuevas
epidemias
El boletín epidemiológico
muestra datos de enfermedades históricamente controladas con nueva actividad en
varios estados del territorio nacional. La difteria, por ejemplo, es uno
de esos casos. Se trata de una enfermedad muy contagiosa y con un alto
potencial de diseminación entre países vecinos y cuya manera de control es
principalmente por vacunas. Un ejemplo clásico donde el conocimiento de la
enfermedad y sus formas de transmisión es la mejor herramienta para el control
del brote o epidemia.
Sin embargo, la información
sobre los casos de difteria en Venezuela fueron manejados de manera poco
transparentes. Nunca hubo una información fidedigna de los casos, ni de su
severidad ni de su distribución.
Algunas otras enfermedades con
calificación de epidemia son reportadas en los años 2016, como la diarrea
(entre la semana 18 hasta la 52) y la neumonía (años 2014, 2015 y 2016), sin
que haya una explicación clara desde el punto de vista de su etiología, sus
causas específicas o los agentes, pero que al reflejar su magnitud e
importancia adquieren relevancia nacional.
Razones (o explicaciones) para
estas cifras
Cuando hablamos de
enfermedades diferentes hablamos de agentes, mecanismos de transmisión y
medidas de control diferentes. Es difícil señalar una causa única que no sea
una falla en las políticas públicas del gobierno.
El cambio de patrón de aumento
(de lineal a logarítmico) en factores como la mortalidad materna, la mortalidad
infantil y la malaria durante un período tan corto solo puede explicarse por
una afectación estructural muy severa de la capacidad del sistema de salud
para atender a sus ciudadanos, sumado a un deterioro en las condiciones
básicas de vida, alimentación y servicios.
La falta de medicamentos, sin
duda, también afecta la calidad de vida. Y aspectos menos tangibles como la
desnutrición, la inseguridad y la violencia conforman los matices de un lienzo
macabro cuya resultante son cifras alarmantes que ahora provienen desde el
propio Gobierno. Hablamos de vidas humanas de venezolanos.
¿Cuál es la lógica detrás del
ocultamiento de cifras?
Bajo una perspectiva de salud
pública académica, es difícil comprender las razones que pueden haber detrás
del ocultamiento de cifras. Ya fue citada la correlación entre la aparición de
enfermedades desconocidas previamente con alto impacto y la presencia del
militares en las carteras de Salud. Sin embargo, pareciera haber una política
deliberada de ocultamiento de cifras que no se ha limitado al ámbito de la
salud, pues hay otros datos como la inflación, las cifras del Banco Central de
Venezuela y las víctimas de la violencia, entre otras, que sufren el mismo
destino.
Ahora bien: si nos preguntamos
por qué no publicaban las cifras, es igual de oportuno (metodológicamente)
preguntarse cuál es la razón para que estas cifras aparezcan ahora, en un
contexto tan convulso.
Y podríamos elucubrar en este
aspecto: la presión internacional (en especial por parte de agencias de
Naciones Unidas, como OMS, OPS, UNICEF y FAO) hace inmanejable el ocultamiento
de unas cifras que están signadas por convenios internacionales y, además,
pueden tener impacto regional. En especial epidemias como difteria y zika.
Otro aspecto más operativo es
que estos datos se acopian en estructuras de ministerios por funcionarios que
tradicionalmente han tenido un compromiso ético con su función y sus objetivos.
Hay profesionales que entienden la importancia de esta información y continúan
recogiéndola y analizándola, a pesar de que haya “órdenes superiores” para no
publicarlas.
***
10-05-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico