Carlos Valero 10 de mayo de 2017
Es
comprensible que una idea tan descabellada, porque ni al hombre del mazo se le
ocurriría, tenga que ser consultada por Maduro con una vaca. Dicen que después
que Maduro terminara su alocado interrogatorio, la vaca dio un largo mugido:
Muuuud!
El
país habría ganado mucho si el infeliz animal hubiera cambiado de lugar. El
establo, con su paja y sus deposiciones, es un lugar más apropiado para el
hombre que le ha hecho más daño al país en tan pocos años. La vaca estaba allí,
ajena a la ridiculez que se estaba montando para los espectadores y que nos
propone arremeter contra la Constitución del 99.
Maduro
habla con una vaca, algunos dicen porque entre ellos se entienden, porque no tiene
pueblo al cual hablarle. Sólo lo sigue una minoría, menos del 15%, que no van a
soltar sus prebendas fácilmente: esos,
lo que defienden, es la ubre de la renta que continúan exprimiendo, mientras el
85 % de los venezolanos sufre la escasez, la inflación, la inseguridad y el más
burdo intento de seguir en el poder con el fraude a la constitución que han
puesto en marcha.
La
arenga de Maduro a la vaca, que movería a risa si no hubiera gente muriendo en
las calles por la represión y en los hospitales por falta de medicinas, es
parte de la estrategia del gobierno para intentar salirse del cerco que está
creciendo en el país contra la dictadura y evadir la presión de todos los
gobiernos del mundo que piden elecciones. Es una exigencia que ya, hasta gente
que defiende aún al gobierno, respalda.
Este
aprendiz de dictador, con más estómagos que una vaca, pretende saltarse a la torera,
para seguir con las metáforas bovinas,
la tradición constitucional de Venezuela y lo establecido en la
Constitución propuesta por Chávez en el año 1999. En esa Constitución están
claros los pasos para activar una constituyente. Entre ellos la diferencia
entre tener la iniciativa para iniciar la convocatoria y tener la capacidad
constituyente originaria para aprobarla.
La
maniobra de una Constituyente en vez de hacer las elecciones fijadas por la
Constitución, incluye un fraude que sustituye el principio universal fundador
de la democracia, un hombre un voto, por la pretensión de Maduro de sectorizar
el sistema de elección para que una vaca entre colectivos, misiones. milicianos
y organismos del Congreso de la patria produzca muchos votos.
Esta
artimaña hay que derrotarla. Sus pretendidos constituyentistas estarán marcados
por el hierro candente de una estafa al derecho de todos los venezolanos de
elegir y ser elegidos. Su misión será liquidar a la Asamblea Nacional, elegirla
por sectores según la viciada práctica corporativa de Mussolini y reunirla una
vez cada año, para aplaudir al dictador, como lo hacen en Cuba.
La
fraudulenta Constituyente es el fin de la democracia, de la Constitución del 99
y el agravamiento de todos los problemas que estamos sufriendo por quien sabe cuántos
años más. La falsa Constituyente es la continuación del golpe de Estado. Es la
última traición de Maduro a Chávez y al pueblo que compró un modelo de sociedad
plasmado en la Constitución del 99.
Estoy
convencido que esta locura institucional no podrá avanzar más allá de las
paredes de Miraflores y del entorno de Jaua, Cabello y Maduro, pero en el
supuesto negado de que llegase a materializarse, significará el detonante que
terminará de expulsarlos del poder.
Parafraseando un viejo refrán, ni tan calvo ni con dos pelucas. Nuestro pueblo
no es pendejo y entiende muy bien qué significa una Constituyente, cómo y para
qué se convoca.
Ojalá
funcione la presión interna y externa y terminemos de encontrar una solución
pacífica y electoral a la profunda crisis política en el corto plazo. El hecho
de que Maduro haya perdido la noción de la realidad no implica necesariamente
que todo el PSUV haya sucumbido a sus delirios. Igual, nosotros continuaremos,
con la mayoría del pueblo, en las calles de Venezuela exigiendo paz, libertad y
democracia, y lo vamos a lograr.
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