La inédita crisis política,
económica y social que padece Venezuela no hará más que agravarse si el
ejercicio de la inteligencia y el patriotismo del liderazgo no detiene la
escalada de la confrontación.
Quienes suscriben no pretenden
hacer valer ni renunciar a sus puntos de vista sobre el proceso político
venezolano. Pero sí llamamos la atención sobre el hecho de que el actual
conflicto ocurre dentro de la mayor crisis social y económica de los últimos
cien años de nuestra historia republicana y que la misma nos encuentra
enfrascados en una lucha implacable que ya ha cobrado decenas de vidas. La
agresión por grupos armados al Capitolio Federal y a los diputados, invitados y
periodistas que celebraban el Día de la Independencia, es un hecho que pone de
manifiesto cómo la violencia política crece en el día a día, en una espiral que
gravita peligrosamente sobre la paz del país. El miedo y el odio amenazan con
arraigarse como sentimientos que infecten por largo tiempo nuestro tejido
social.
Para atacar de raíz la
escalada del conflicto político venezolano es necesario asegurar que el
comportamiento de todos los actores esté orientado a asegurar el pleno funcionamiento
de las instituciones democráticas y del Estado de Derecho. Las reglas básicas
de la democracia implican la garantía de que el pueblo se exprese libremente y
de que su voluntad sea respetada, para asegurar de esta forma la estabilidad de
cualquier gobierno y la actuación de quienes se encuentren en la oposición, lo
que requiere de un sistema confiable de solución de las controversias.
Todo esto ocurre en medio de
las grandes dificultades económicas por las que atraviesa el país, que afectan
a toda la población, y que se expresan en el alto costo de los bienes de
primera necesidad, el desabastecimiento y el deterioro de los servicios
públicos. Esta situación acarrea penuria y malestar social, por lo que resulta
prioritario atender de inmediato los problemas económicos, financieros y
sociales, en particular lo relacionado con alimentos y medicamentos y la
pérdida del valor adquisitivo de la moneda.
La crisis que vivimos debe
detenerse antes de que su desenlace destruya componentes esenciales de la dignidad
humana, condenándonos a la violencia política y social generalizada o a un
gobierno opresivo, si no a ambas cosas.
En la certeza de estar
levantando nuestra voz para expresar un sentimiento nacional mayoritario,
hacemos un llamado a todos los sectores que puedan contribuir a reconducir el
actual estado de cosas para que asuman su responsabilidad. No se trata de
arriar banderas ni de renunciar a la lucha sino de abordar sin demora alguna la
búsqueda de entendimientos mínimos sobre las materias controversiales conforme
a una agenda convenida de común acuerdo.
Sabemos que no es tarea fácil
pero el liderazgo no se debe amilanar ante ningún escepticismo a la hora de
enfrentar la irracionalidad. Es su tarea, precisamente, la de construir
esperanzas y la de contribuir a su realización, contando con la capacidad del
pueblo para vencer la adversidad y labrarse pacíficamente su futuro. Esto no
significa ingenuidad. La experiencia de las negociaciones frustradas no debe
ser ignorada. Más bien debe ser aprovechada para enmendar errores y acudir a
procedimientos más eficaces.
Es necesario, ante todo,
remover obstáculos que afecten la credibilidad del propósito de entendimiento y
la viabilidad de lo acordado. Entre ellos, el más notorio sería la instalación
de una Asamblea Nacional Constituyente que no estaría vinculada por los
acuerdos entre el gobierno y la oposición y podría sentirse dueña del derecho a
ignorarlos o contradecirlos. Por lo tanto, para que el llamado que hoy hacemos
pueda conducir a resultados colectivos útiles, el Presidente Nicolás Maduro
tiene en sus manos la iniciativa de suspender el acto electoral fijado para el
30 de julio y abrir así un compás de oportunidad para el entendimiento más
amplio entre los venezolanos. En ese contexto, proponemos que la Santa Sede
continúe su generosa mediación en este proceso. Le pedimos de nuevo que nos
ayude a construir confianza, a acercar posiciones y a promover acuerdos. Al
mismo tiempo, requerimos la mayor seriedad y buena fe a los actores
fundamentales. Proponemos asimismo que cuatro países amigos, invitados de mutuo
acuerdo, acompañen y apoyen esa mediación. Les pedimos de igual forma que, con
entero respeto a la soberanía venezolana, actúen como garantes y nos ayuden a
verificar que lo acordado se cumpla y nos sigan acompañando hasta la salida de
esta crisis. Para asegurar la eficacia y el éxito de esa mediación y evitar la
repetición de errores anteriores, sugerimos que su funcionamiento sea
claramente definido por reglas formales, que resguarden las propuestas en
discusión, y que la vocería única del proceso quede reservada al representante
de la Santa Sede.
Por tanto, urgimos al
liderazgo político del gobierno y de la oposición y a los distintos factores
que componen uno y otro, así como a toda colectividad representativa que no se
identifique con ninguno de ambos grupos, a que emprendan de inmediato la
búsqueda de un entendimiento. Venezuela, no sólo la de su pueblo sino la de su
historia republicana, necesita y reclama mucho más el entendimiento y la paz que
un desenlace impuesto al país mediante la violencia.
Firmantes:
Francisco Alfaro Pareja,
Marino Alvarado Betancourt, Ignacio Ávalos, Ignacio Arcaya, Guillermo Tell,
Juan Pablo Aveledo, Carlos Ayala Corao, José Balza, José María Cadenas, Rafael
Cadenas, Andrés Caleca, Andrés Cañizalez, Colette Capriles, María Gabriela
Colmenares, Carlos Correa, Werner Corrales Leal, José Miguel Cortázar, Raúl
Cubas, Sergio Dahbar, Claudio Fermín, Eduardo Fernández, Fernando Fernández,
Paulina Gamus Gallegos, Armando Gaviria, Hiram Gaviria, Carlos Genatios, Egleé
González Lobato, Eduardo Guzmán, Jesús Rafael González, Carlos Raúl Hernández,
Rodolfo Izaguirre, Luis Lander, Francisco Layrisse, Juan Lecuna, Vicente
Lecuna, Margarita López Maya, Mireya Lozada, Laureano Márquez, Marco Negrón,
Pedro Nikken, Liliana Ortega, Nora Ovelar, Michael Penfold, Luis Pérez Oramas,
Luisa Pernalete, Elías Pino Iturrieta, Humberto Prado Sifontes, Bernardo Pulido
Márquez, María Isabel Puerta, Feliciano Reyna, Fernando Rodríguez, Francisco
Rodríguez, Gabriel Ruan, Rocío San Miguel, Benjamin Scharifker, Eduardo Semtei,
Andrés Stambouli, Ricardo Sucre Heredia, Francisco Suniaga, Carlos Valero,
Mario Villegas, Vladimir Villegas, José Virtuoso, Carlos Walter
10-07-17
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