Por Pedro Trigo S.J.
No podemos no escoger
En la Venezuela actual, pero
también en la sociedad globalizada, aunque de diverso modo, existen dos
direcciones vitales y dos proyectos históricos. Son contradictorios. Por eso
tenemos que estar claros y elegir por cuál optamos. No elegir es elegir de
hecho por el que se impone.
De acuerdo con el papa
Francisco[1], estos proyectos pueden caracterizarse
globalmente como la dirección de ocupar espacios, todos los espacios posibles o
como la dirección de desatar y desarrollar procesos.
Los dos son contradictorios
porque la dirección de ocupar y controlar espacios congela los procesos y
porque la dirección de meterse en procesos transforma los espacios.
A nivel mundial, la dirección
dominante la llevan las corporaciones globalizadas y, más al fondo, los grandes
inversionistas que están empeñados en copar el mercado y en que todo pase por
el mercado, que todo se venda y se compre. Para eso encantan y seducen con la
publicidad que busca hacer adictos a los individuos y antes reducirlos a
individuos, y cada vez más, atemorizan con la amenaza de que los mercados van a
perder confianza y todo se va a derrumbar. Ante esta amenaza, los políticos
sacrifican a los ciudadanos a la voracidad insaciable de los grandes
accionistas. Todo parece siempre nuevo; pero no son más que reediciones de lo
antiguo que cada día es más desechable para que haya que comprar más a menudo.
No se produce lo mejor sino lo que produce mayores ganancias. Esto en el caso
de las medicinas es criminal, pero es la misma lógica que no se detiene ante
nada. La lógica de ocupar todo el espacio.
En el caso venezolano, el
gobierno quiere copar todos los espacios. Ahora con la constituyente, se
dispone a controlarlo todo: desde a cada vecino en su cuadra, hasta el
movimiento de las personas, el empleo, la producción, los medios de
comunicación, las redes sociales, y todo el aparato estatal. Con eso se
consumará el marasmo en el que ya estamos. Se controla todo, pero no se produce
nada. Por eso hay que aliarse con corporaciones globalizadas que produzcan para
el gobierno. No sólo no hay producción material sino, en cuanto dependa del
gobierno, ninguna producción. Sólo consumir lo que dé el gobierno. Y el
gobierno da, sobre todo, palabras, palabras sin ninguna referencia a la
realidad, en las que aspira que vivimos los venezolanos. Y luego, muy
racionadamente, algo de comida.
Frente a este proyecto que
congela todo, inhumano y letal, está el proyecto de vivir en proceso y
desatando procesos: Los seres humanos no estamos hechos ni está hecho el mundo
ni la humanidad: los vamos haciendo con nuestra iniciativa combinada simbióticamente,
poniendo en común nuestros haberes para que se formen y desarrollen cuerpos
sociales personalizados y, por ende, democráticos y mutuamente enriquecedores.
Este es un juego
contradictorio del anterior, en el que lo que gana el ganador lo pierden todos
los demás. En este juego todos salimos ganando y más el que más aporta.
Vivir para ocupar espacios es
jugarlo todo a una sola carta. Es un proyecto vital y societario empobrecedor,
unidimensional, que vacía de sustancia humana. Vivir entablando procesos es
vivir en la dinamicidad y pluridimensionalidad de la vida; pero no es vivir de
modo disperso ni atomizado, ya que los procesos van hacia la configuración de
cuerpos sociales personalizados, hacia la realización del bien común en el que
se realizan cada una de las personas. Hay lugar para todos porque cada uno
tiene su don y todos somos necesarios, aunque ninguno imprescindible.
En el fondo de cada camino hay
un concepto diverso, incluso incompatible, de poder: el primero es el poder de
imponerse, aun en contra de la voluntad de la mayoría. En el segundo el poder
se caracteriza como capacidad de crear y dar vida, el poder de construir un
mundo humano. En el primero se da la soledad del poder; en el segundo, el poder
de vivir juntos los diversos de manera que la diversidad sea la riqueza del
conjunto.
Dios quiera que no caigamos en
la tentación de imitar al gobierno, sino que sigamos nuestro camino, más largo,
pero el único fecundo.
07-08-17
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