Por Marino J. González R.
La marcha de un sistema de salud
se puede conocer por la situación de la mortalidad materna. Al igual que se
toma solo una muestra para analizar la hemoglobina o los glóbulos blancos en
toda la sangre del cuerpo, la mortalidad materna nos puede indicar en gran
medida las características del funcionamiento del sistema de salud. En primer
lugar, a pesar de que el número de muertes maternas es una pequeña proporción
de las muertes totales en un país dado, su significación es muy alta. Porque la
muerte de una madre tiene repercusiones familiares tremendas. Significan
esposos sin su compañera, otros hijos sin su madre, y muy probablemente un
recién nacido en riesgo. Por otra parte, las muertes maternas son altamente
evitables, solo en eventos muy raros y complicados es difícil evitarlas. De
manera que la reducción de la mortalidad materna al mínimo posible debería ser
una meta fundamental de cualquier sistema de salud. Además, tendría un efecto
sinérgico en otras áreas de atención como la mortalidad infantil o en salud
reproductiva, solo por señalar dos.
La mortalidad materna se mide
a través de la “razón de mortalidad materna”. Esto es, el número de muertes
relacionadas con el embarazo, el parto y el período de 42 días siguientes al
parto, independientemente de la duración de la gestación, con relación al
número de nacidos vivos registrados en un año dado.
En Venezuela, el dato más
reciente de la razón de mortalidad materna corresponde al año 2013, exactamente
68,7 muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos registrados de ese año,
según se reporta en el sitio web de la Organización Panamericana de la Salud
(OPS). Hay que señalar que ya deberíamos tener el valor de este indicador hasta
2016. La cifra de 2013 es 34,1% superior a la que presentaba el país en 1998,
cuando la razón de mortalidad materna era 51,2 muertes maternas por 100.000
nacidos vivos registrados. Dicho de otra manera, la razón de mortalidad materna
de 2013 era similar a la de 1975. Es decir, prácticamente un retroceso de 40
años.
Veamos esta situación ahora
desde una perspectiva comparada con los países de la región. Entre 1998 (o el
año más cercano) y 2013, todos los países de la región disminuyeron la razón de
mortalidad materna con excepción de tres: Cuba, Venezuela y Costa Rica (en
orden de magnitud del aumento). El país con la menor razón de mortalidad
materna en 2013 fue Chile con 15,2 muertes maternas por cada 100.000 nacidos
vivos registrados. El aumento de la mortalidad materna de Venezuela solo es
superado por el experimentado por Cuba (47%). De un total de 20 países de la
región, 12 de ellos presentaron en 2013 una razón de mortalidad materna menor a
la de Venezuela. Los países que tenían una razón de mortalidad materna superior
a la de Venezuela eran: Honduras, Perú, Paraguay, República Dominicana,
Guatemala, Haití y Bolivia.
Tomando en cuenta solamente lo
que sucede con la mortalidad materna, es bastante obvio que el sistema de salud
de Venezuela tiene uno de los desempeños más bajos de la región. A las
restricciones de recursos, aumentadas en los últimos años, se debe sumar las
limitaciones en la estrategia para identificar riesgos específicos en el caso
de las mujeres embarazadas. Es muy posible que esta situación haya empeorado en
los últimos cuatro años. Sin duda, las mujeres venezolanas deben tener en este
momento el riesgo más alto en la región para morir o complicarse por eventos
relacionados con el embarazo y el parto.
13-09-17
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