Por Claudio Nazoa
Señores del gobierno comunista
de Venezuela:
Esto de los huevos es un
escándalo.
Me veo obligada a escribir a
tan prestigioso gobierno ya que he sido vilipendiada por el pueblo de Venezuela
que, lleno de ira, no se cansa de echarme la culpa del alza de los huevos.
¡Los huevos alzados no son mi
responsabilidad! Y aunque me encierren, quiero aclarar que no soy yo quien los
sube, solo soy quien los pone. Sí. Soy una gallina. Pero una gallina ponedora.
Como mamá gallina, quiero ver
a mis hijos crecer para que se transformen en gallinas y gallos de bien.
Aprovecho esta misiva para
agradecerle al gobierno nacional de Venezuela y de Cuba, valga la redundancia,
el precio que ha logrado ponerle a mis ovoides retoños. ¡Por fin un gobierno
que respeta el huevo! Ya era hora de que alguien hiciera imposible el
imperdonable crimen de romper un huevo para comérselo. Gracias al comunismo
venezolano, que se parece igualito al cubano, nuestro país se llenará de
pollos, gallinas y gallos felices de vivir sin el temor de ser exterminados
antes de estar formados.
Señor presidente, en nombre de
las madres gallinas: ¡gracias! Usted es el único que se ha preocupado por la
vida animal. Gracias a sus acertadas políticas ya nadie come huevo, pollo,
gallina, cochino, vaca, marisco ni pescado. Gracias a usted, por fin los
terneros crecerán grandes y gordos porque nunca más les quitarán la leche a las
vacas. Ni un litro de leche más será desperdiciado para alimentar a los niños
de Venezuela.
Este es un gobierno hecho para
los animales. Ya los perros no jurungan la basura, ahora lo hacen los
venezolanos. Los loros han sustituido a los locutores, quienes quedaron
desempleados con el cierre de tantas emisoras de radio y de televisión. Las
gallinas, por fin, podremos disfrutar nuestra sexualidad a plenitud. Nunca más
polvo del gallo eyaculador precoz. ¡Eso se acabó! Ahora el gallo tiene la
seguridad de que su gallina no terminará sus días en un sancocho, ni que su
hijo adolescente desperdiciará su juventud dando vueltas inútiles, ensartado en
la barra de una pollera. El gallo ahora se tomará su tiempo porque tiene la
certeza de que el huevo no será tocado sino por su mamá.
Ya para despedirme, porque me
invitaron para un sancocho, reflexionen: la próxima vez que quieran comer un
huevo… ¡Pónganlo! Pero no cuenten con mi gallo para que los pise. A ustedes
quien los pisa es el gobierno comunista.
¡Chávez no vive, pero el huevo
sigue!
La Gallina.
11-09-17
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