Por Hugo Prieto
Quien controla la renta en
dólares —valga decir la cúpula chavista— es inmune a la crisis. Quizás tenga
capacidad de maniobra en el corto plazo, pero la población venezolana se
enfrenta a un tsunami inimaginable, impulsado por la hiperinflación y
la tozudez ideológica del gobierno, que impide un cambio en el modelo económico
e incluso elecciones competitivas.
Asdrúbal Oliveros, director de
la firma Ecoanalítica, dice que el reto del gobierno se resume en una pregunta:
¿Cuánta política clientelar puedes hacer en medio de la hiperinflación?, es decir,
¿Cuántas bolsas CLAP vas a repartir? ¿Cuántos aumentos de sueldo vas a
decretar? Los números, la herramienta de trabajo de Oliveros, no dan. Con los
niveles actuales de producción petrolera, el barril tendría que sobrepasar los
100 dólares para igualar las importaciones de 2016. Un año malo, pero cómo lo
estamos extrañando.
Venezuela es un témpano de
hielo a la deriva, sin anclaje institucional o de política económica. La única
salida es una consulta electoral, pero no cualquier consulta. “No puede ser como
la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, ni como las elecciones
regionales, mucho menos como las elecciones de alcaldes”. No puede ser un tiro
al piso para el gobierno. Tiene que haber unas bases para unas elecciones
medianamente competitivas.
Oliveros, además, es
integrante de la comisión asesora de la MUD. “Lo pensé mucho, pero lo hice
porque el país lo demanda. Suena muy a clisé, pero efectivamente es eso. Yo
creo que es una oportunidad de pasar de las palabras a la acción, de contribuir
a buscar una salida electoral a la crisis que, a mi juicio, es la de menor
costo posible”. Lo que sigue es su visión de lo que probablemente va a empeorar
en la economía venezolana.
Por donde se mire, los
principales indicadores de la economía venezolana muestran el fracaso del
gobierno. El PIB, la inflación, el endeudamiento, la producción petrolera,
entre otras. ¿Esas variables están en estado comatoso? ¿Cómo las ve usted?
Uno lo ha dicho con
insistencia, pero no por eso hay que dejar de decirlo. Venezuela vive la peor
crisis de su historia contemporánea en términos numéricos. No es una frase
hecha, que uno repite al voleo. Efectivamente, cuando tú revisas el desempeño
económico de Venezuela, la palabra crisis ha estado presente en el ideario del
venezolano desde el viernes negro(1983), pero numéricamente estos últimos
cuatro años han sido los peores. Hemos perdido 35% en el PIB (la capacidad de
producción de un país), y eso sólo lo ves en países que han pasado por
conflictos bélicos o desastres naturales de gran magnitud. No hay casos, en el
mundo moderno, que se le puedan atribuir a los hacedores de la política
económica, como ocurre en Venezuela. La segunda variable es la inflación. Tener
una economía en hiperinflación —que era algo impensable para un país petrolero,
es otro record del chavismo—, esconde un terrible drama social. Lo que eso nos
está diciendo es que el proceso de empobrecimiento de la gente no se va a
detener, sino que se va acentuar. Mañana será mucho peor. Si no resuelves el
problema hiperinflacionario, esto no se va a arreglar, ni siquiera
institucionalmente.
Aquí se tomaron una serie de
medidas políticas que incidieron en la economía, pero al cabo de unos años,
parece que estamos recorriendo el camino a contravía. Ahora es la economía la
que está exigiendo que se tomen una serie de decisiones políticas, todas muy
duras y dilemáticas. ¿Se volteó la tortilla?
No es tan fácil, por la
naturaleza de este gobierno, que ya no es democrático, sino autoritario,
dictatorial. Hemos llegado a este deterioro de la economía, porque el único
objetivo del gobierno ha sido mantenerse en el poder y ha supeditado todo para
lograrlo. Es decir, al chavismo le vale madre, me disculpas la expresión, los
indicadores macroeconómicos, que creo que son relevantes, y para cualquier otro
presidente latinoamericano es clave, pero mientras ellos se aseguren la
permanencia en el poder, eso, sencillamente, es secundario. Aquí, por ejemplo,
se han dejado de publicar cifras desde el año 2014. Este es un país que está a
la deriva en términos de su información estadística. Cuando el presidente habla
de victoria, yo creo que lo mide en mantenerse un año más ahí, sentado en
Miraflores. A pesar de que el PIB, sólo en 2017, cayó en 15%, la inflación
llegó casi a 3.000%, el déficit fiscal es de 17 puntos del PIB, perdimos
700.000 barriles producción petrolera, bajo la gestión de Maduro, pero él sigue
siendo presidente, en eso es que mide su éxito. Entonces, no es tan fácil
decir: Ahora que la economía está tan mal, eso va a marcar el rumbo y el
cambio del gobierno de Maduro. No es tan sencillo. Creo que eso va a
ocurrir sí y solo sí las condiciones económicas provocan unos cambios
institucionales, sociales y de grupos de poder, que pongan en peligro la
continuidad del gobierno de Maduro, del madurismo o del chavismo. Si esas
condiciones no se dan, los números pueden seguir siendo muy malos.
Maduro reclama la victoria, el
éxito de su gestión, sobre los escombros y las cenizas de la sociedad
venezolana. Napoleón en Moscú, pues. Sin embargo, usted habla de cambios que
pudieran provocar ciertas condiciones económicas. ¿Cuáles serían esas
condiciones? ¿Qué le permite hacer esa aseveración?
Al final del día, la
permanencia en el poder amerita estabilidad, incluso en regímenes totalitarios
como el de Cuba, que no tiene una crisis de la magnitud que tiene Venezuela. El
tema claro acá es si la crisis se profundiza y se le va de las manos al
gobierno, en término de dos variables que son fundamentales para analizar este
“éxito”: uno, los mecanismos institucionalizados para ejercer control social
—carnet de la patria, CLAP, gasto público, los aumentos salariales— , y dos, la
represión. Si con esas dos herramientas, el gobierno no es capaz de contener el
malestar social, entonces tú podrías ver a un chavismo que pudiera tratar de
enmendar los errores en materia económica, con algo parecido a una visión
pragmática, lo que no tengo claro es si esto va a ocurrir este año. Es más, te
lo digo en un tono muy pesimista. No es descabellado pensar que Maduro logre la
reelección en medio de esta crisis inédita. Maduro, además de los problemas que
te mencioné, control social y represión, tiene que demostrar liderazgo frente a
los grupos de poder.
¿A los grupos de poder que han
surgido dentro y fuera del chavismo?
Hay una diferencia fundamental
que no quiero dejar pasar con respecto a lo que fue Chávez. Si bien Maduro es
hijo de Chávez, como él se hace llamar y representa el legado de Chávez, no
tengo dudas de eso, hay diferencias importantes. Chávez tenía un liderazgo
clave sobre las diferentes facciones, porque el chavismo no es monolítico. El
chavismo son diferentes grupos que, a lo largo de los años, se han hecho
poderosos —unos más que otros— y han adquirido poder y, por lo tanto, impunidad
y autonomía. Pero Chávez los controlaba y lo que dijera Chávez era santa
palabra. La disidencia no existía o era irrelevante, con Maduro no. Maduro
tiene grandes dificultades para imponer cambios profundos en el modelo, porque
es una presa de esos grupos de poder.
Usted dice que no tiene claro
si los cambios se van a producir este año. Ahí está lo paradójico del modelo
petrolero, porque este país avanzó en una época apalancado en el petróleo y
ahora enfrenta el declive, el colapso, amortiguado por el petróleo. Se perdieron
700.000 barriles en la producción petrolera, pero la orden en PDVSA es elevar
la producción. ¿Eso se puede hacer?
Eso es significativo porque
efectivamente aquí hay un colapso del modelo petrolero y la famosa frase de
Luis Herrera, el ángel de la guarda de Venezuela habla árabe o dicho
de otra forma, si el precio del petróleo subía, aquí se acaban los problemas,
pues el chavismo acabó con eso. Aquí la gente podía no saber de economía, pero
si el precio del petróleo aumentaba, sabía que eso se iba a traducir en buenas
noticias para el país. El hecho cierto es que a finales de 2016, y a lo largo
de 2017, la política de la OPEP y ciertos elementos del mercado, hicieron que
el petróleo subiera algo, pero nosotros no aprovechamos nada, porque perdimos
producción. Entonces, hay un colapso del sector petrolero y, lamentablemente,
lo que pudiera ser una sensación de bienestar no la vamos a ver. Te lo puedo
poner en términos numéricos por el trabajo que hacemos, para que Maduro pueda
ejecutar el gasto en importaciones de 2016, que por cierto fue un año malo…
…Pero cómo lo estamos
extrañando.
Exactamente, por eso lo pongo
de ejemplo. Para que tú puedas tener el mismo nivel de importaciones del año
2016, con la producción que hoy tiene Venezuela, tú necesitas que el precio del
barril sea de 105 dólares. Eso supone que el precio internacional alcance un
rango de 120 dólares el barril. Eso no lo ve nadie en este momento. Es difícil
pensar que el petróleo va a recuperar esta economía y ahí Maduro tiene un
gravísimo problema.
¿Se acabó la capacidad de
maniobra en el corto plazo?
Exactamente. Pero no por eso
se puede pensar que la economía le puede marcar la pauta a Maduro. Insisto,
tendrían que darse condiciones políticas para ello, porque ya este no es un
gobierno democrático. Sí estuviéramos hablando de México o de Colombia, incluso
de Ecuador, diría sí, pero estás hablando de un gobierno autoritario que, de
alguna manera, construyó toda una estructura para quedarse allí. Un gobierno
que es capaz de traspasar cualquier límite. Eso te hace pensar que los
mecanismos de arreglo son diferentes a los de un país normal.
Aquí se combinaron dos
factores. Uno, el factor económico, como muchos pensaron, no le pasó la cuenta
a Maduro; el gobierno ganó varias elecciones. Dos, las recientes protestas, que
tienen como emblema el pernil, sugieren que hay un mar de fondo social. ¿Hasta
qué punto puede prolongarse esta situación?
Ahí entra un punto fundamental
que es la hiperinflación que, en esencia, es un hecho político. ¿Qué te dice la
hiperinflación? Que no hay fondo, que no hay anclas institucionales, ni
anclas de política económica. Tú estás a la deriva. Es un deterioro que arrasa
con todo el mundo. Entonces, el reto que tiene el chavismo es cómo haces
política clientelar con hiperinflación. Ese es el meollo del asunto. ¿Cuántas
cajas CLAP vas a tener que repartir? ¿Cuántos aumentos salariales vas a tener
que dar? ¿Cuántas importaciones vas a tener que enfrentar con tasas de
inflación que ya se acercan al 100% mensual? Entonces, no hay política
clientelar que valga. La hiperinflación, por lo general, tiene dos
consecuencias políticas. Una. Han forzado salidas y cambios de gobierno, porque
generan quiebres en la coalición gobernante. Dos. En el grueso de los países
que han pasado por ahí, la hiperinflación provoca un cambio de dirección en la
economía, bien sea por políticas ortodoxas, bien sea porque renuncias a tu
moneda y haces esquemas tipo dolarización.
Si esa es la disyuntiva que
enfrenta el país, ¿Qué podría ocurrir?
El primer punto es: ¿Cuánto
vamos a durar en hiperinflación y lo que eso significa en términos de
deterioro, de muertes, de sufrimientos, de las cenizas de las que estamos
hablado? Y el segundo punto es una característica propia del modelo petrolero,
¿Cómo se puede dar un supuesto quiebre en la coalición gobernante cuando la
coalición gobernante capta renta en dólares y no en bolívares que es lo que se
está cayendo? Sí yo soy del grupo de poder que controlo la renta en dólares que
da el tema petróleo, de alguna manera soy inmune al deterioro que sufre el
resto del país, porque en bolívares es una cosa y en dólares es otra.
Conclusión, ese esquema de hiperinflación en el que la política clientelar
colapsa y la gente queda a la deriva, a la buena de Dios, en el sálvese quien
pueda, puede durar bastante.
Puede durar bastante para la
gente, digamos, para la sociedad venezolana, pero lo que uno advierte en la
calle es que hemos llegado al límite y ese factor también juega.
Absolutamente, pero al final
va a depender de dos condiciones por el lado del gobierno. Una, que ya
mencioné, la capacidad para reprimir, si pueden contener o no el malestar, la
protesta social, y dos, la capacidad de la política clientelar. En mi opinión,
vas a tener que apoyarte más en lo primero que en lo segundo. Insisto, la
política clientelar en hiperinflación poco puede hacer.
Aquí no hay señales de cambio,
por el contrario, el gobierno insiste en que la respuesta es profundizar el
socialismo.
Esto apenas está empezando, el
chavismo está respondiendo con más socialismo en el primer estadio de la
hiperinflación. Tú empezaste con un símil médico, yo voy a hacer lo propio. En
los primeros estadios del cáncer, a ti te dicen que tienes que someterte a
quimioterapia, pero tú empiezas con medicina homeopática o apelas a un brujo,
porque los dolores no son muy fuertes, pero en la medida en que eso no te da
resultados y el cáncer avanza y consecuentemente los dolores y el sufrimiento,
probablemente tengas que considerar analgésicos y otro tipo de tratamiento. Aquí
pasa algo similar. Nosotros estamos viendo el inicio de la hiperinflación. El
segundo semestre de 2017 fue el preludio de la crisis inflacionaria. No estamos
en el peor momento, vienen momentos mucho más duros en términos de
hiperinflación.
¿No hay forma de ponerle un
palo a la rueda para que se detenga ese proceso?
Obviamente, pero ocurre que la
tozudez ideológica del gobierno va a profundizar la hiperinflación. Te lo pongo
de esta forma. Yo no he escuchado, ni en público ni en privado, lo cual es
peor, a ningún vocero de alto nivel del gobierno del presidente Maduro, hablar
de hiperinflación. No hay un reconocimiento real del problema. Lo que esto te
dice es que el deterioro va a seguir su curso inevitable, porque la economía no
es como la autoayuda, que con las ideas positivas crees que la cosa va a
desaparecer. No, esto se va a seguir deteriorando. Te lo pongo en números,
porque yo trabajo con números. Al principio de 2017 la inflación no llegaba al
20% mensual; pero al término del año llegó al 81%. Eso significa que la
inflación mensual se multiplicó por cuatro, en un año y, seguramente, al final
de este año, ese 81% nos parecerá poco. Ya empezamos a ver los primeros
síntomas, entre otros, el colapso de la actividad comercial, porque no se puede
garantizar los costos de reposición; la aparición del trueque y de sustitutos
del efectivo, por eso estás viendo esta moneda comunal en el 23 de Enero; el
uso de otras monedas para pagar bienes y servicios, incluso los más
elementales, como el pago en dólares de una carrera en taxi o de una
remodelación del apartamento. Todos esos elementos son síntomas de una
enfermedad hiperinflacionaria y se van a seguir profundizando.
¿Si en estos primeros estadios
el chavismo se niega a introducir cambios, qué va a pasar cuando la enfermedad
se vuelva intratable?
La evidencia histórica te dice
que ningún gobierno queda inmune a la hiperinflación. O sale el gobierno o
cambia la política. La pregunta es si el chavismo va a ser el primer caso que
resista la hiperinflación, sin cambiar de política. Yo, la verdad, lo veo poco
probable.
Hay otro factor que no hemos
abordado, pero que va a incidir, de hecho ya lo está haciendo, que es la
ingobernabilidad, de la cual también estamos viendo los primeros síntomas.
Todavía no hemos llegado al sálvese quien pueda, pero es un hecho que cada
quien está por su cuenta.
Por eso es que yo te hablaba
de que esto puede durar mucho. Hay gente que dice que Maduro no aguanta el
2018. No me atrevo a decir eso. Yo sé que esto va a terminar en el colapso de
este sistema, pero no es fácil saber cuándo ni cómo va a ser el nuevo esquema.
Puedes salir de la hiperinflación, pero sin una institucionalidad fuerte, donde
el chavismo puede seguir siendo gobierno, donde el deterioro es brutal, porque
corriges inflación, pero no corriges desigualdad ni pobreza. Eso fue lo que
pasó en Zimbabue. Tampoco es que la salida es un cuento de hadas. Esto lo
quiero conectar con el tema de la negociación, que está siendo atacada y sobre
la cual hay reticencias, incluso desconfianza. Pero lo que se quiere
rescatar un poco es gobernabilidad. ¿Qué es lo que estás negociando en
República Dominicana? La construcción de una ruta consensuada para que haya una
salida electoral a esto. Es decir, que sea la gente, el pueblo, el que decida,
porque eso es lo fundamental en una democracia. Si esto fracasa, será el
fracaso de la política, que te va a llevar a un proceso de ingobernabilidad, de
muchísima incertidumbre, cuyo desenlace sería muy difícil de caracterizar.
Cuando plantea el meollo de
las negociaciones en República Dominicana es casi una cuestión existencial,
digamos, en su acepción shakesperiana. ¿Esto es una democracia o no? La
negociación puede ser objeto de crítica, pero la pregunta es fundamental.
Claro, en los cuatro puntos
que llevó la oposición a República Dominicana, el tema electoral es
fundamental. ¿Por qué está el gobierno sentado en la mesa de negociación? A mi
juicio, por dos razones. Uno, por la presión de la comunidad internacional, no
de la oposición y dos porque necesita legitimidad en su aspiración de
mantenerse en el poder. Eso es así. Y la oposición está sentada en Santo
Domingo porque quiere acceder al poder. ¿Cómo resuelves ese conflicto? ¿Uno se
quiere quedar y el otro quiere acceder? En elecciones. Pero no en cualquier
elección, no como fue la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, ni
como fueron las elecciones regionales y mucho menos como fueron las elecciones
municipales. Esas elecciones las va a ganar siempre el gobierno. No soy
ingenuo, en Venezuela no va haber elecciones 100% competitivas, porque el que
controla el Estado ya tiene una ventaja importante. Pero si unas condiciones
bases que permitan dirimir el conflicto. Eso es lo que está en discusión en
República Dominicana.
07-01-18
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