FERNANDO CASTRO AGUAYO 20 de enero de 2018
“Pero
unos pocos hacen mucho mal a muchos”.
Se anunció un bono para las embarazadas. Es muy dudosa la bondad de esa medida. La ayuda no puede ser sólo en dinero. Un niño necesita estabilidad: en la alimentación, salud, vivienda, capacidad de trabajar y un sinfín de cosas. Un niño es una bendición de Dios. Estimular embarazos sin familia y sin madurez es un flaco amor a la patria y un gran daño para los niños.
¡Que
contradicción! En el evento de El Junquito ajusticiaron a una mujer con siete
meses de embarazo. Los que contemplaron el ensañamiento están indignados. Se
intentó negociación y no se logró sino “la neutralización de todos”, incluyendo
la embarazada, su hijo nonato y otra de pocos años.
Divina
Pastora: todo un acontecimiento. El obispo celebrante
hizo un llamado a los jóvenes para que se queden en su país, e insistió en que
se fueran los responsables de tantos males que sufrimos. Llamó “peste” a la
corrupción. La corrupción es espantosa y la peste es “un mal olor que acompaña
a muchas acciones administrativas y burocráticas”. La experiencia habla en
tantas alcabalas, en tantos emprendimientos frustrados, en tantas trabas para
organizar los servicios, en tanta escasez, en fin…
Por
otro lado, acusar a los obispos de “odio e intolerancia” es realmente tener una
imaginación desbocada, los obispos acogemos a las personas con misericordia,
comprensión y perdón. A esto acompaña la “denuncia profética”: saber decir y
orientar lo que sucede a la luz de la Palabra de Dios. Nos toca dar esperanza
en Dios y en las capacidades humanas para promover nuestras comunidades.
Por
eso, celebro a Mons. Antonio López y a Mons. Basabe. Hombres de profunda fe en
Jesucristo y gran amor a su pueblo. Devotos de la Virgen y sufrientes pastores
con sus ovejas. Mucha gente tiene miedo de hablar, de manifestarse. La
resignación es mala conseja, el miedo es paralizante. No le deseo mal a nadie.
Pero unos pocos hacen mucho mal a muchos. Y se deben desenmascarar las patrañas
y enredos que hacen que el árbol no deje ver el bosque.
FERNANDO
CASTRO AGUAYO
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