Macky Arenas 20 de enero de 2018
En una
turbulenta cadena de radio y televisión pidió a la Fiscalía investigar a los obispos
López Castillo y Basabe
Cuatro
horas de cadena nacional para medios radioeléctricos no fueron capaces de
distraer y menos borrar la estupefacción de todo un país ante un operativo
policial digno de los más sórdidos capítulos dictatoriales. Las fuerzas armadas
del Estado masacraron ayer a un grupo de venezolanos y sembraron el terror en
varias comunidades. La escena era de película y el final fue de infarto. El
país entero en vilo seguía los acontecimientos, celular en mano.
Venezolanos
que estaban dispuestos –y así lo hicieron saber a través de su líder, el piloto
y ex comisario policial Oscar Pérez, gracias a las redes sociales- a
entregarse. Venezolanos que no se enfrentaron, no dispararon, no mataron a
nadie sino que, al saberse rodeados, pidieron entregarse para salvaguardar a
los civiles que los acompañaban. Por toda respuesta, fueron atacados con
lanzagradas y toda clase de armamento de guerra mientras permanecían en el
interior de una vivienda en la zona conocida como El Junkito, aledaña a Caracas.
Ya el
acontecimiento queda registrado como calificado para conocimiento de los
tribunales que juzgan crímenes de guerra y delitos contra la humanidad. La pena
de muerte no existe en Venezuela pero ayer se aplicó de manera flagrante y
cruenta, casi sádica. No obstante, ello no sació al poder.
En la
agónica cadena de medios que comenzó la misma tarde no quedó títere con cabeza.
Maduro arremetió contra la Iglesia, contra los precios altos, contra las
“células terroristas”, contra dos de los partidos a los que llamó “grupos
fascistas violentos y fuera de la ley”, contra los precios altos y hasta contra
el presidente colombiano Juan Manuel Santos de quien se expresó como “bandido”
y de Colombia como “estado forajido”. Pero no por rebotar las culpas se desprende
uno de ellas.
Ni una
sola referencia a ninguno de los graves problemas que enfrenta el país. Sólo
insultos, amenazas y excusas, como ya es costumbre.
Ante
lo ocurrido ayer, el país amaneció horrorizado y asqueado pero también
indignado. Amanecimos con un mártir –el carismático piloto que alcanzó a
despedirse de sus hijos en un dramático mensaje por tuiter- y con el gobierno
en su momento más peligroso si lo medimos por el repudio popular.
Poco
tiempo después del sangriento hecho hallaron un presunto explosivo en la
caraqueña avenida Francisco de Miranda. Funcionarios de la policía municipal
alertaron a las autoridades sobre un maletín negro abandonado a 80 metros de la
sede de la Magistratura.
La
furia presidencial desató su verbo contra la Iglesia: Maduro pidió a la
Fiscalía investigar a los obispos López Castillo y Basabe, mientras vociferaba
que deben determinar si cayeron en delitos de odio cuando llamaron a erradicar
el hambre y la corrupción durante la procesión de la Divina Pastora.
Maduro,
por segundo año consecutivo, rindió su memoria y cuenta a espaldas de la
Asamblea Nacional. En esta ocasión se presentó ante la ilegítima asamblea
nacional constituyente.
En su
discurso, repleto de las palabras más soeces de que dispone el vocabulario
criollo, se refirió a los incidentes acaecidos el domingo pasado en la
procesión de la Divina Pastora, cuando la gobernadora de Lara, Carmen Meléndez,
y los militares que estaban en una tarima fueron desalojados por la feligresía.
En una
evidencia más del control que ejerce sobre poderes genuflexos, llamó a la
Fiscalía, a la Contraloría y al TSJ a “revisar las homilías” del arzobispo de
Barquisimeto, monseñor Antonio López Castillo, y del obispo de San Felipe,
Víctor Hugo Basabe, que celebraron misas durante la procesión de la Divina
Pastora en la capital del estado Lara, para “verificar si cayeron en delitos de
odio”.
El
“delito” de los prelados López Castillo Basabe: clamar por el fin del hambre y
la corrupción.
También
aseguró que, con estas declaraciones, los máximos representantes de la Iglesia
quieren “generar enfrentamientos entre los venezolanos, violencia, muerte,
exclusión, persecución, como sucedió durante la guarimba”.
Cuando
el presidente venezolano se adentra en temas religiosos en cuando más se nota
su delirante ignorancia. Tampoco disimula su poco conocimiento del Derecho:
claramente pide investigar condenando de antemano.
El
bumerang funcionó: hoy, las redes difunden mensajes de apoyo y admiración por
los obispos agredidos durante la cadena presidencial. Ramón Piñango, sociólogo
y respetado profesor del IESA, publicó esta mañana en su cuenta de tuiter: “El
compromiso con el pueblo, la valentía y la claridad del mensaje de los obispos
merece el mayor apoyo. Que esa conducta sirva de modelo e inspiración al
liderazgo en la sociedad civil”. Dios escribe derecho con líneas torcidas,
diría el filósofo de masas…
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