Por Antonio Ecarri Bolívar
Hace poco leí un artículo
titulado “El día D para Venezuela”, redactado por el brillante economista
venezolano Ricardo Hausmann, actual director del Centro para el Desarrollo
Internacional y profesor de Economía del desarrollo en la Kennedy School of Government
de la Universidad de Harvard, donde hace un descarnado análisis sobre la
situación económica de Venezuela. Allí Hausmann rememora la gran hambruna en la
antigua Unión Soviética, específicamente la sufrida por el pueblo ucraniano y
caucásico durante el régimen genocida de Josef Stalin, conocida en el mundo por
la palabra ucraniana Holodomor que significa la “Gran Hambruna”, y
nos alerta frente a una tragedia similar que puede ocurrir en Venezuela.
La primera vez en mi vida que
oí esa palabra fue en una visita, siendo estudiante universitario, a la región
de Sebastopol en la antigua URSS. En un descuido del intérprete oficial
asignado, se me acercó un hombre de unos 70 años de edad y me susurró al oído:
“Si usted quiere el comunismo para su país, indague primero lo que pasó en
Ucrania y en toda esta zona del Cáucaso, durante el Holodomor
o Golodomor”. No me dijo más, pero la palabreja se me quedó en la mente y
al regresar a Venezuela comencé a indagar y les preguntaba a los viejos
comunistas, quienes me decían que eso era “basura propagandística del
imperialismo y sus acólitos”.
La verdad era otra, ocultada
por la URSS y el Komintern durante años: una política genocida dirigida por el
Partido Comunista soviético y Josef Stalin contra un pueblo campesino, de
pequeños y medianos propietarios rurales (los Kulaks), que se resistían
tercamente a las colectivizaciones. A Stalin no se le ocurrió mejor idea que
expropiar las cosechas, secuestrar los silos y almacenes de esos propietarios.
Luego, cuando esos campesinos arruinados se iban a las ciudades en busca de
alimentos, los esperaban soldados del ejército rojo para masacrarlos y dejar a
la intemperie, del cruel invierno caucásico, a centenares de miles de mujeres,
hombres y niños que morían, en las afueras de las grandes urbes ucranianas, de
hambre y frío. Con la desclasificación de los papeles secretos de la KGB se
descubrió que fueron millones las muertes que ocurrieron en el Holodomor.
Stéphane Courtois, en su
famoso trabajo sobre el desastre comunista titulado El libro negro del
comunismo en el capítulo 7: La Gran Hambre, narra el tema escalofriante de
los niños, como siempre, los más vulnerables: “Uno de los sucesos más tristes
del Holodomor fueron los niños abandonados. Una táctica que utilizaban
muchos padres y madres para intentar salvar a sus hijos era acercarse a las
ciudades e infiltrarlos en centros de acogida. De este modo muchos niños
pudieron entrar en las urbes tras despedirse de unos padres a los que ya no
volverían a ver nunca porque les esperaba una muerte segura. Lo más siniestro
de este capítulo es que la gran mayoría de centros de acogida para los niños,
procedentes de las áreas rurales dentro de las ciudades, fueron desmantelados
por las autoridades soviéticas. Entonces, una vez capturados aquellos millares
de niños por los soldados soviéticos, fueron transportados en trenes de
mercancías a entre 50 y 60 kilómetros de las ciudades para abandonarlos en
medio del campo, en plena intemperie, donde el hambre o el frío les irían
provocando una muerte muy lenta que podía durar días mientras lloraban en
compañía de desconocidos y sin el calor de sus padres”.
Hausmann alerta que Venezuela
puede llegar a esos extremos, pues “para el mes de noviembre, el sueldo mínimo
se había desplomado a apenas 2.740 calorías diarias. Y la escasez de proteínas
es todavía más aguda. El abastecimiento de carne de cualquier tipo es tan
reducido, que el precio de un kilo en el mercado equivale a más de una semana
de trabajo remunerado al sueldo mínimo. Las condiciones de salud también han
decaído, como consecuencia de las deficiencias nutricionales y de que el
gobierno decidió no proveer fórmula para lactantes, vacunas contra enfermedades
infecciosas, medicamentos para quienes están en tratamiento por SIDA, cáncer,
diálisis y trasplante, y también los suministros generales de los hospitales.
Desde el 1 de agosto, el valor del dólar ha añadido un cero, y desde
septiembre, la inflación ha estado por encima del 50% al mes”.
Solo nos falta, para
equipararnos a los ucranianos y caucásicos del Holodomor, la represión,
que veremos cuando la situación del hambre llegue a niveles de desesperación y
al régimen no le quede otra opción que abandonar el poder o reprimir a los
pobres que van a saquear como ya estamos viendo ha comenzado a ocurrir.
No estoy de acuerdo con
Hausmann en su propuesta para que la Asamblea Nacional destituya a Maduro y
convoque fuerzas internacionales que vengan a ayudarnos, porque la primera
propuesta ya se ensayó por la AN y no ocurrió nada, pues este es un gobierno
que desprecia las leyes; y en cuanto a lo segundo, es una utopía, pues ningún
gobierno ni grupo de países van a venir a invadir a Venezuela, somos nosotros
los que podemos derrotar al régimen si nos lo proponemos. Ya lo hicimos en las
parlamentarias, no veo cómo no poder hacerlo en las presidenciales si salimos
todos a votar, porque no hay dudas de que quienes nos oponemos a este régimen
somos la mayoría y las mayorías no tienen por qué pedir ayuda sino a sí mismas,
a su coraje y a su voluntad.
En todo lo demás de acuerdo
con nuestro economista orgullo académico de Venezuela en el mundo, porque
también es verdad lo que dice el profesor de Harvard y es a lo que no debe
jugar el gobierno: “A medida que la situación en Venezuela se torna
inimaginable, sus posibles soluciones se acercan a lo inconcebible”. Si cierran
los caminos democráticos, es como para recordarle a Maduro lo que decía su
viejo camarada chino: “Una chispa puede incendiar la pradera”.
aecarrib@gmail.com
05-01-18
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