Por Ángel Lombardi Boscán
Yo no creo que Carlos Marx
haya sido un resentido social. Llegar a esa conclusión es algo mezquino. Marx profundizó
en la valía del pensamiento crítico más allá del contemplativo. Y asumió la
teoría como instrumento de la política como cambio social. Creyó que el
Capitalismo de su época era un sistema de explotación inhumano y sostuvo que el
monopolio de la violencia por parte de las clases sociales que controlan el
Estado es el principal instrumento de la dominación histórica desde que
apareció la propiedad privada. Marx en realidad fue un liberal que dudó de las
capacidades humanas para el bien y su socialismo real fue mal interpretado y
devino en gulag.
Los revolucionarios duros como
Robespierre, Bolívar, Lenin, Mao y Castro en realidad persiguieron un solo
propósito en nombre de una vaga idea de cambio: la toma del Poder. La violencia
como partera de la Historia estimulando las insatisfacciones humanas desde un
rencor social explícito. Los de abajo, la inmensa mayoría, buscando algún tipo
de revancha y venganza sobre los de arriba, siempre una minoría que acumula
todos los privilegios. Incluso la Democracia más virtuosa, aún no logra
destruir esta ecuación.
La Independencia de Venezuela
como gesta de liberación nacional forma parte de un discurso
político/ideológico que supone que los sectores sociales maltratados de la
Colonia: esclavos africanos, indígenas, llaneros y pardos lograron salir de la
ignominiosa explotación del sector blanco luego de la Declaración de
Independencia el 5 de julio de 1811.
No obstante toda
historiografía es ambigua cuando procura un desempeño profesional, así sea bajo
buenos argumentos. En cambio la que tiene que ver con los gobiernos y los
estados es explícitamente embustera. Así tenemos la actuación de los blancos
pobres, la mayoría oriundos de las islas canarias en nuestra Independencia.
Tema éste marginal porque implica adentrarse en una historia de matices que
castiga las versiones infantiles al uso.
Los canarios, los blancos
pobres, les tenían más resentimiento a los mantuanos que los mismos pardos. Su
origen europeo y color de la piel los igualaba con los criollos pero estos le
negaban el protagonismo en una sociedad hecha a la medida de sus privilegios, y
además, les despreciaban. La primera reacción de descontento de los canarios se
hizo presente en 1749 con la revuelta de Juan Francisco de León, un canario, en
contra de los vizcaínos de la Compañía Guipuzcoana. Estos canarios fueron
cosecheros marginales y contrabandistas que veían afectado sus intereses.
El incidente del padre de
Francisco de Miranda en 1764, también canario, contra el todopoderoso Cabildo
de Caracas, recinto de la prosapia mantuana, es otro capítulo más de esta
rivalidad. Básicamente, es la demografía social y étnica, la que establece el
mapa de una sociología del conflicto histórico. En 1810 había en Venezuela una
sociedad de castas: 1500 españoles peninsulares (0.18%); 2500 criollos de la
élite social (0.31%); 10000 canarios indígenas inmigrantes (1.25%); 190.000
canarios criollos o blancos de orilla (23.75%); 400.000 pardos (50%); 70000
negros esclavos y fugitivos (8.75%) y 120000 indios (15%). El 1% de la sociedad
dominando sobre el 99%. Lo llamativo de estos datos es que será la clase
mantuana la que se lanzó a una Independencia cuya propuesta de nivelación
social era contraria a sí misma.
Los tres siglos coloniales
tuvieron una especie de opresión feliz. No había “Derechos Humanos” y existió
una ley dinástica que establecía por el nacimiento y la genealogía los limpios
y sucios de sangre. 1789, un factor externo, consecuencia de la Ilustración,
trajo un revuelo tectónico sobre unos amos que por primera vez fueron
cuestionados por la filosofía laica, ya que la religiosa y bíblica, fue siempre
su principal baluarte para mantener las cadenas sobre la “multitud promiscual”.
La rebelión de los negros en Haití (1791) representó un hito histórico y
prendió las alarmas del sector pudiente blanco llevándoles adoptar posiciones
retrogradas y auto-suicidas desde un cordón sanitario ideológico hasta una
Independencia teatral.
La Primera República, surgida
en 1811, será dinamitada por los canarios bajo el liderazgo de Domingo de
Monteverde, canario de origen, y que se hizo de la vista gorda de las precarias
instancias gubernamentales de la Metrópoli en ese entonces. El primer dictador
de Venezuela fue Monteverde. Es por ello que Bolívar lanza su Decreto de Guerra
a Muerte en 1813 contra españoles y canarios. Aunque será Boves, otro blanco
pobre aunque de origen asturiano el caudillo de los pardos, llaneros y
menesterosos que acabarían con la Segunda República en 1814.
Así que nuestra Independencia
no fue un conflicto entre buenos y malos; entre patriotas y realistas; entre
revolucionarios y tiranos sino más bien una brutal guerra civil bajo los odios
más intensos por una rígida estructura social piramidal. Y los canarios, al
igual que los pardos, prefirieron pelear en las banderas del Rey antes que en
las banderas de la oligarquía caraqueña encabezada por Simón Bolívar.
11-01-18
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