Por Ángel Oropeza
Como todo ente plural y
diverso, la Unidad Democrática, en cuanto representación política organizada de
la oposición venezolana, dista mucho de ser un ente libre de tensiones,
diferencias y discrepancias internas. Esto es inevitable, dada su particular
estructura, donde conviven dos decenas de partidos políticos con ideologías
diferentes, y es una de las causas de su lentitud en la toma de algunas
decisiones, e incluso de su inacción en otros casos. Pero, a pesar de las
legítimas y esperables discusiones que existen en su seno, ellas difieren no en
el qué de la lucha sino en el cómo llevarla adelante.
Ninguna de las distintas
perspectivas de la alternativa democrática, por ejemplo, ha planteado
invasiones extranjeras, “soluciones” militares, salidas violentas o atajos
extraconstitucionales. Quienes hayan asomado tan terribles como estúpidas
ideas, que terminan siempre fortaleciendo al gobierno y generando mayor
frustración, no pertenecen ni se identifican con la verdadera oposición venezolana
organizada. Dentro de la Unidad hay diferencias en la lectura de la coyuntura y
en el diagnóstico de las actividades necesarias. Pero más allá de la pugna
normal entre factores políticos distintos, la oposición –como un todo– ha
entrado en un proceso de necesarias redefiniciones sobre su misión y
prioridades.
El objetivo prioritario de la
Unidad Democrática toda es, sin ambages, cambiar de gobierno y cambiar de
modelo para superar la enorme y dolorosa crisis social que sufrimos los
venezolanos, esto es, lograr el cambio en la conducción política del país y el
modelo de gestión, a través de mecanismos constitucionales, y sustituir el
régimen por un gobierno democrático que institucionalice al país, de unidad
nacional, competente, viable y sostenible en el tiempo, que garantice libertad
y justicia para todos sin exclusión.
Con ese objetivo prioritario
por delante, y mientras se ejecutan las estrategias y actividades necesarias
para materializarlo, hay un reto inmediato que es luchar porque la gente sufra
menos y ayudarla a defenderse del gobierno. Que la gente sufra menos pasa por
construir junto con el pueblo alternativas creíbles y viables para superar la
crisis, acompañar a la gente en sus demandas y luchas cotidianas, plantear
desde todos los frentes propuestas (leyes, iniciativas, acuerdos) que sirvan
para aminorar el enorme sufrimiento popular.
Es por ello que en el mensaje
de fin de año a la nación de la Mesa de la Unidad Democrática, publicado el 29
de diciembre pasado, se afirma que el compromiso de la plataforma unitaria en
este difícil 2018 que apenas se inicia es dedicar todos sus esfuerzos a
acompañar, interpretar y tratar de resolver las necesidades actuales y urgentes
de las familias que sufren por esta terrible crisis humanitaria de comida y medicinas,
buscando siempre alternativas y soluciones.
Igualmente, la alternativa
democrática manifestó su compromiso de reforzar su unidad tanto interna como
con el país al que se debe, y anunció su decisión de proceder a la escogencia
de un candidato unitario para las elecciones presidenciales de este año, junto
con una propuesta igualmente unitaria de acciones concretas de gobierno para
salir de la crisis.
Finalmente, la Unidad expresó
que seguirá explorando vías de negociación con respaldo internacional que
conduzcan a la salida constitucional del régimen y al alivio de las graves
condiciones de vida de la población, porque ninguna de las herramientas de la
lucha política puede ser dejada de lado para superar cuanto antes esta
tragedia.
A pesar de las inevitables
diferencias, estos tres compromisos unen hoy a la Unidad. Y siendo la Unidad el
activo político fundamental en la lucha contra la dictadura, su fortalecimiento
interno y el de ella con el país es una buena noticia para la causa de la lucha
democrática. Porque, como nos recuerda el mismo documento, o enfrentamos todos
juntos lo que viene, o sufriremos todos juntos las consecuencias de no haberlo
hecho.
08-01-18
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