Por Eloi Yagüe Jarque
El escenario no podía ser
más público, se trataba de la Plaza Brión de Chacaíto, en Caracas. El pasado
domingo 4 de febrero (una fecha emblemática que a partir de ahora adquirirá un
carácter simbólico menos guerrerista y más humano) se
llevaba a cabo una jornada de protesta pacífica ciudadana convocada por Alianza
en Protesta Pacífica, una coalición de 120 organizaciones sumadas a esta
iniciativa, como Provea, Codevida, Alianza Venezolana por la Salud, Dale Letra,
Caracas Mi Convive, Las Piloneras, entre otras organizaciones que llamaron a
concentrarse para escuchar a líderes vecinales, comunitarios, del sector salud
y voceros de organizaciones no gubernamentales.
Allí se encontraban también
dirigente políticos como Miguel Pizarro, diputado de Primero
Justicia, y Nicmer Evans, ex chavista que ha desarrollado una posición
crítica por la que le han pasado factura sus antiguos compañeros.
Al terminar las
intervenciones ambos se abrazaron. Es un gesto que no puede pasar
desapercibido. Algunos verán en él una expresión demagógica, oportunista,
un acercamiento planificado con alguna ulterior intencionalidad. Yo prefiero
verlo de otra manera, prefiero verlo como un gesto espontáneo de dos jóvenes líderes
políticos sinceramente preocupados por el país.
Ambos, tanto Pizarro como
Evans tienen mucho que decir, han sufrido en carne propia
laintolerancia de este régimen. Pizarro es un líder juvenil que tiene
una comunicación franca y directa con los miembros de su generación, bien sea
obreros, estudiantes o líderes comunitarios. Evans, politólogo, ha fundado un
partido llamado Movimiento por la Democracia y la Inclusión (MID) y se lanzó
como candidato a la alcaldía de Libertador en las recientes elecciones municipales,
sorteando los obstáculos que le pusieron desde el oficialismo donde al parecer
molesta más la disidencia de izquierda que la oposición de
derecha.
En fin, ambos se abrazaron
lo cual no significa una claudicación ni que hayan dejado de profesar sus respectivas
posturas políticas. Se trata, simplemente, de un acercamiento entre
quienes conciben la política como un acto de civilidad, no de salvajismo; como
una manifestación de tolerancia y respeto a la diversidad ideológica.
Tal vez este abrazo no tenga
grandes repercusiones mediáticas, no salga en televisión, si acaso en las redes
sociales gracias a alguien que tuvo el celular listo para sacar la foto en el
momento oportuno. Pero ello no le resta significación: los que estábamos allí
no lo olvidaremos. Por el contrario, trataremos de darle un significado que
tenga que ver con el difícil momento que estamos viviendo como colectivo.
De hecho, de nosotros
depende que gestos como ese sean cada vez más frecuentes e
inolvidables. Tenemos la responsabilidad de propiciarlos porque si algo
está claro es que la crisis económica, política y social es de tal
magnitud que ningún partido político por sí solo puede resolverla ya que se
requiere una convergencia de múltiples esfuerzos en todos los ámbitos, que es
necesario estimular y coordinar.
Acaso ha llegado el momento
de deponer lo que nos separa y fortalecer lo que nos une: la condición humana y
la circunstancia, hoy dolorosa, de pertenecer a este país llamado Venezuela en
el que un gesto sencillo como un abrazo puede ser el primer paso para la
necesaria reconciliación.
Foto: Archivo Efecto
Cocuyo
11-02-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico