Emilio Nouel 16 de abril de 2018
Santo
de mi devoción nunca fué. Siempre me pareció un político sin brillo, ni
carisma, uno más del montón que solemos
encontrar entre los aparatchiks de los partidos políticos. Su lamentable
ejecutoria gubernamental en España vino a corroborar mis barruntos
previos. En efecto, “Bambi” Zapatero no
dio la talla, y el que quiera pruebas asómese a las fuentes imparciales que
recogen las cifras económicas deplorables que dejó su mandato.
Eran
vox populi las simpatías y conexiones del señor Zapatero, como presidente de
gobierno, con el chavismo. Hasta su embajador y un hijo de éste son señalados
como participes en negocios turbios aun no bien aclarados.
No
obstante, cuando el gobierno de Maduro anunció que el personaje serviría como
una suerte de mediador o intermediario, junto a otros dos ex presidentes
también amigos de aquel, para dialogar y/o negociar con la oposición
democrática venezolana, lo vi con buenos ojos; valía la pena hacer esa apuesta,
incluso con las reservas del caso, pañuelo en la nariz mediante. La paz bien
vale el mal rato.
Y mis
buenos ojos no eran porque considerara a los 3 personajes como actores imparciales ante la crisis nacional, obviamente que no; sino porque me parecía que
el gobierno, al menos por interpuestas personas, tendría una representación con
la cual sentarse a hablar preliminares, una suerte de correveidiles que
pudieran ser útiles en una eventual negociación, a mi juicio, necesaria para
dar una salida pacífica y democrática a nuestro aparente cul de sac.
Las
vicisitudes y el resultado fallido de tales tratativas -si es que podemos
llamarlas así- todos los conocen. Algunos
llegamos a ver en ellas una posible solución, pero terminamos defraudados.
Un
gobierno tramposo, que no tiene palabra, ni una pizca de moral, fue el causante
directo del fracaso. Por eso falta a la verdad, con su cara muy dura, el señor
Zapatero, cuando viene ahora a acusar a Julio Borges por no haber suscrito un
acuerdo inaceptable en el que se complacía las aspiraciones del gobierno y se
soslayaban demandas razonables de la
oposición.
La
dirigencia democrática hizo el esfuerzo de explorar una solución negociada, era
lo correcto, a pesar de los cuestionamientos irracionales de sectores
extremistas de la oposición.
Aunque
la performance de aquella dirigencia pueda ser criticada por algunas pifias, en
la intención y en su consistencia con la estrategia y principios, no.
Presionar
para que tuviera lugar una negociación seria, que abriera cauces a una salida
política que nos sacara del marasmo en que estábamos y aún estamos era lo
conducente. No se podía firmar un acuerdo en el que ni siquiera condiciones
electorales mínimas estaban
garantizadas, más allá de generalidades poco concretas, de promesas de quienes
no las honran nunca. No había allí ninguna concesión de parte del gobierno
significativa y clara. Representantes de
varios países fueron testigos de excepción de ese resultado y de la
conducta bribona del gobierno.
Sin
embargo, el gobierno consiguió en la oposición quien bailara al son electoral
fraudulento que tocaba, y desde una posición y voluntad clara de no entregar el
poder, como ya lo han declarado sin ningún pudor.
Así
las cosas, entre otros, quisieron vendernos un imposible: la participación de
un organismo internacional para que diera su visto bueno a la farsa, pero
soslayando y/o ignorando que ese ente tiene sus procedimiento y tiempos cuando
de esos asuntos electorales se trata.
Al
declinar la ONU su participación, como nos adelantamos a vaticinar, salieron
algunos descaminados a decir que era por culpa de la oposición tal negativa.
Como si la MUD o el Frente Amplio, tuvieran tal poder que pudieran ordenar a
las 5 más grandes potencias del Consejo de Seguridad o a los doscientos y pico
de países de Naciones Unidas, que no vinieran.
Definitivamente, la ignorancia es bien atrevida en algunos. Son los
mismos que declaran muy serios, sin que el bigote se les mueva, pero haciendo
un gran ridículo, que si no votamos el 20 de Mayo, al día siguiente nos
invadirían los marines.
Son
los que viven ponderando al inefable Zapatero. El que ahora tiene el tupé de
proponer -siguiendo las instrucciones de su mandante Maduro- un acuerdo para el día siguiente a la farsa
electoral de Mayo, a sabiendas, por supuesto, de cuál será el desenlace de ese
proceso espurio.
Felipe
González ha estado muy claro, desde su sabiduría política y experiencia,
respecto de la situación venezolana y del rol que ha jugado su compañerito de
partido. Le ha pedido a Henri Falcón que no sirva de taparrabos de Maduro, y
haría bien este último en pensar tal consejo.
Su
participación en el proceso que nos ocupa no va a legitimar al ilegitimable,
por más que esa sea la intención. Sé que entre sus cálculos está que los 3
millones que saque o más, le servirán para presentarse como el líder de la
oposición para negociar el supuesto acuerdo que anuncia Bambi Zapatero para el
post 20M. Como quiera que todo vale en política, le deseamos mucha suerte en
ese plan, del que quizás se arrepentirá.
Por lo
pronto, a los ciudadanos de a pie no nos queda otra que seguir presionando, en
sintonía con la comunidad internacional, para que el gobierno o se vaya por sus
propios pies, o mediando una negociación que desencadene un proceso de
transición política hacia la democracia y la libertad plena. Por supuesto,
siempre en la más amplia unidad posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico