Por Arnaldo Esté
Alguien debe estar llevando la
cuenta y el tono de las protestas diarias. Uno no alcanza a saber de todas las
que no aparecen en los temerosos o subordinados medios, pero las redes no se
pueden callar. La mengua y la incertidumbre hacen que se salga, que se pare el
trabajo, que se discuta y que aparezcan nuevos liderazgos. Es una nota de
convergencia que no descubre un “comando” o partido dirigiendo. Tal vez el
reclamo más frecuente es también el más obvio: salarios dignos.
Se siente la necesidad de
ponerse de acuerdo para tomar mayor fuerza. Se malicia de la oposición
partidista dispersa y el tono a veces suena a lamento. Para completar hay
varias “unidades”, varios “frentes”.
Pero las protestas se
mantienen de tal manera que tienen resonancia en esa cáscara sin fruta que es
el PSUV y su congreso, donde el gobierno trata de encontrar cierto apoyo a su
“paquete” que encierra “cono monetario”, gasolina, carnet de la patria,
dolarización, inflación, corrupción, intrigas, ineptitud y total extravío
ideológico: ¿socialismo?, ¿plan de la patria?, ¿modelo chino?
También tienen que resonar
entre los miles de generales y oficiales, y se cuelan chismes de armas robadas,
militares escondidos y contrabandos de gasolina denunciados.
A uno le preguntan, tal vez al
saber que uno es profesor ¿qué va a pasar? y yo tengo que contestar, obligado
más por el oficio que por el conocimiento o la información de buena fuente, que
el gobierno va cambiar, que tendrá que venir uno de transición, que somos
muchos, incluido varios de los gobernantes, que no aguantamos, que habría
que armar una suerte de tobogán para que se deslizaran, para que hicieran mutis
y se fueran sin mayores costos estos tipos destructores.
Nos preocupa y duele la
tragedia de Nicaragua como mal contagiado. Otra historia de revolución
puteada, con brujas y primeras combatientes, muertos perseguidos y torturados y
ese amargor de frustre, de empeños liquidados.
También se mueve el cotarro
internacional, con acuerdos y presiones que uno agradece, pero consciente de
sus limitaciones y alcances. Paso de moda aquello de tumbar gobiernos desde
afuera, entre otras cosas porque eso fue una mala maña colonialista y porque
eso supone seguir enajenados, buscando o esperando resolvedores, cuando de lo
que se trata es de aprender, de cultivar valores con su práctica y ejercicio.
De seguir en esta costosa pelea.
04-08-18
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