Griselda Mutual-Vatican News 02 de enero de 2019
De Venezuela a Colombia y a los países del
sur. Del triángulo de América Central, - Guatemala, Honduras, El Salvador -
hacia el norte. Movimientos migratorios a causa de la falta de oportunidades,
de la violencia, del hambre, de la ausencia de políticas que resguarden a los
ciudadanos, de la corrupción. Movimientos migratorios que han dejado una marca
en América Latina, en este 2018.
El año
2018 fue un año marcado por los movimientos migratorios en el mundo entero. En
América Latina, a partir de la crisis que azota la amada nación venezolana,
miles y miles de venezolanos y colombianos se vieron obligados a dejar el país.
Los movimientos migratorios iniciaron el 17 de agosto de 2015, con la primera
gran deportación de colombianos de Venezuela. Una migración que siguió a causa
del profundizarse la crisis en el país y que vio en el 2018 una migración
masiva: se trata de una migración forzada como mecanismo de supervivencia,
debido a la alteración del orden constitucional, al impacto de la escasez en la
salud de las personas, a los obstáculos del gobierno al ejercicio del libre
derecho de protesta de los ciudadanos con el consecuente uso de la fuerza.
En
Colombia, país hermano y vecino, la Iglesia se activó ya desde el lejano 2015
para brindar su ayuda a los hermanos del país vecinos. El panorama migratorio,
lamentablemente, no es para nada alentador. Según Monseñor Ochoa, obispo de la
diócesis de Cúcuta que recibe miles de migrantes en Colombia cada día, la
migración aumentará en 2019: “Colombia espera tener tres millones de migrantes
en el próximo año”.
Otra
crisis migratoria que ha marcado el año es aquella de las caravanas que
partieron desde Tegucigalpa: hondureños que migraron hacia el norte tratando de
pasar la frontera de México a Estados Unidos no sólo a causa de la pobreza y el
desempleo, sino de la terrible violencia en el país. La caravana fue aumentando
a medida que pasaban por los países de Centroamérica: guatemaltecos y
salvadoreños se fueron sumando. En efecto, en el Triángulo Norte de
Centroamérica - Guatemala, El Salvador y Honduras - las pandillas MS-13 y
Barrio 18, integradas por decenas de miles de jóvenes, siembran el pánico en
las barriadas pobres de las principales ciudades, donde trafican con drogas,
asaltan, asesinan y extorsionan.
Y en
México, más precisamente en Tijuana, son exorbitantes los números que reflejan
la magnitud del problema migratorio, que se generó en el triángulo norte de
Centroamérica: es un problema que, según el Arzobispo de Tijuana, Monseñor
Moreno Barrón, “se va a prolongar por meses, quizá más de un año”. Por ello la
Iglesia Católica ha convocado -como respuesta al pedido del Papa Francisco a
los obispos que enfrentan estas realidades - un bloque de organismos eclesiales
para ofrecer un mejor servicio a los hermanos migrantes. Un verdadero “signo de
unidad” para mostrar el rostro de la iglesia solidaria frente a los más pobres
y necesitados. En relación a la solidaridad y la acogida, Mons. Rogelio Cabrera
López, Presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana auguraba por su parte,
ante los micrófonos de Vatican News: “Espero que este pueblo de México siga
siendo un pueblo que da la mano a todo el migrante, porque México es también un
pueblo migrante. Como pueblo de Israel tenemos que recordar esa realidad: «mi padre
fue un arameo errante». Siempre tenemos que tener esta verdad ante nuestros
ojos”. “Todos nosotros somos migrantes”.
Tomado
de: https://www.vaticannews.va/es/mundo/news/2019-01/america-latina-2018-marcado-migraciones.html#play
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