Por María Eugenia Brum
Hoy alimentarse bien es un
desafío, principalmente en familias con escasos recursos económicos, en que en
su país están atravesando una crisis económica, que no tienen empleo y sus
ingresos son muy escasos
Si nos detenemos a pensar
hoy en día se consumen con más frecuencia alimentos que hace apenas cinco
décadas eran intocables para determinados grupos sociales, como las carnes,
aves, lácteos o pescados. Esto es gracias a la ampliación de las redes de distribución
y transporte que permitió que una variedad más amplia de productos llegue a
todas partes, incluso a zonas geográficamente más aisladas.
Estos son cambios positivos
que ayudan a mejorar la alimentación de las personas si los elegimos y utilizamos
correctamente, pero que se debe cuidar porque trae consigo algunos costos
medioambientales y sociales por la producción intensiva, ya que se dispone de
mayor cantidad de alimentos, pero mucha es de menor calidad nutricional y que a
su vez desperdiciamos la mitad.
Sin embargo, a pesar de la
mayor accesibilidad a los alimentos y de la oportunidad de los consumidores de
elegir, conseguir las calorías que el organismo necesita cada día para
funcionar correctamente, comer algo diariamente es una auténtica lucha para muchos
de los habitantes de este planeta.
Sea a causa de que estamos
pasando por una crisis económica, familiar o en nuestro país, la alimentación
se ve afectada, disponemos de poco dinero para la compra de alimentos y a la
vez el valor de ellos aumenta. Esto lleva a que se coma menos, de mala calidad
o incluso no se tenga nada para comer.
¿Cómo cambia la alimentación
en tiempo de crisis económica?
Si tenemos poco dinero
seguramente tendremos menos cantidad de comida, por tanto, para evitar enfermar
es fundamental elegir bien nuestros alimentos, para cubrir las necesidades de
nuestro organismo. Para ello es necesario seleccionar alimentos ricos en
nutrientes como vegetales y frutas que nos aportan fibra, minerales y
vitaminas, así como también alimentos ricos en proteínas animal o vegetal y
carbohidratos para obtener energía.
Menos alimentos para comer,
nutrición deficiente y más obesidad
La calidad de la dieta está
más relacionada con la aparición de enfermedades crónicas que por la cantidad
consumida.
En momentos de dificultad
económica las compras de alimentos cambian, nuestros hábitos alimentarios
cambian. Como consumidores nos volvemos más prudentes, se buscan ofertas, más
marcas “blancas”, alimentos que rindan y duren más tiempo.
Además, se puede ver que aumenta
la malnutrición pero no solo por déficit sino por exceso (obesidad), algo que
parece raro cuando vemos que muchas familias no tienen los alimentos
suficientes para alimentarse a diario. Entonces ¿cómo es posible que
aumente la cantidad de personas obesas si no disponen de muchos alimentos?
Esto se debe al cambio
de hábitos alimentarios, se tiende al consumo de más alimentos ricos en
calorías y pobres en nutrientes, más ultraprocesados porque son más
baratos y duran más. Es una alimentación desequilibrada carente de
nutrientes esenciales para una vida sana, que puede llevar a la obesidad lo que
aumenta el riesgo de aparición de enfermedades crónicas como la cardiopatía, la
diabetes y la hipertensión.
Por otro lado, sí se ha
visto que aumenta el consumo de vegetales, frutas, leguminosas, pero en la
mayoría de los casos no en la cantidad suficiente y que se debería consumir.
¿Qué podemos hacer cuando
tenemos muy poca cantidad de alimentos?
Primero planificar, realizar
una mejor compra de alimentos, gastando lo menos posible, pero de calidad
nutricional.
Sí, aún en contextos de
pobreza es posible generar estrategias de compra y combinación de alimentos que
cubran razonablemente las necesidades nutricionales.
Una es comenzar a buscar
sustitutos, o sea alimentos que sustituyan otros, combinarlos de manera que se
pueda aprovechar sus nutrientes lo mejor posible.
Otra es elegir los alimentos
con atención y utilizarlos correctamente para obtener de ellos su mejor
rendimiento.
Algunos ejemplos:
Las carnes en tiempos
de escasez es casi un lujo, por tanto, tenemos dos opciones, si se puede
comprar alguna magra la utilizamos en poca cantidad para enriquecer guisos,
estofados, pucheros (poca cantidad y cortes pequeños) o bien podemos sustituir
esta proteína por una más económica como puede ser el huevo.
Cereales y
leguminosas, de ellos obtenemos la fuente principal de energía y sí los
combinamos (3 partes de cereales por 1 de leguminosas) mejoramos notoriamente
su calidad proteica. Son alimentos rendidores, saciantes y económicos.
Incorporados a una preparación con vegetales aumenta su valor nutritivo.
Los vegetales y frutas,
mejor de estación que son más baratos y nutritivos. Son una buena opción por
ser fuente de fibra, vitaminas y minerales.
Para su mejor rendimiento debemos
cocinarlos con poca agua, con piel y la olla tapada durante poco tiempo. No
tirar nada, utilizar todas sus partes en tartas o ensaladas y el agua de hervor
usarla para sopas, salsas o guisos.
Del grupo de lácteos,
tenemos leche, yogur y quesos, pero lo más económico es la leche común fluida,
es una buena fuente de proteína y de calcio. Se la puede utilizar en pocas
cantidades para que rinda más para enriquecer distintas preparaciones desde una
polenta, un puré o un arroz con leche.
Aceites, vegetales,
utilizarlos en crudo preferentemente. Junto a los cereales son fuente de
energía y vitamina E.
Agua, el agua potable
es esencial para la hidratación y los procesos metabólicos. En caso de
sospechar que está contaminada se debe hervir y añadir 2 gotas de cloro o
lavandina por cada litro de agua.
Evitar comprar
alimentos innecesarios, como refrescos, jugos, dulces, embutidos, carnes
procesadas que no tienen valor nutricional.
A buscar estrategias
En algunos casos hay que
hacer mayores esfuerzos de adaptación para vivir con recursos muy limitados,
por lo que se pueden recurrir a nuevas y viejas estrategias de subsistencia
para asegurar el derecho a la alimentación.
Organizarse con vecinos,
familiares o amigos para hacer una compra conjunta, ya que pueden comprar más
cantidad a menor precio.
Reciclaje de sobras, también
se puede hacer entre familias, cada uno tendrá distintos alimentos y con ellos
se puede elaborar seguramente una deliciosa comida para ambas.
Revalorizar las comidas
tradicionales, pucheros, guisos, pastel de papas, entre otras, son
elaboraciones económicas, sabrosas y rendidoras. Además, podemos incluir más
variedad de alimentos y por lo tanto de nutrientes.
Banco de alimentos, instituciones
humanitarias como Caritas que se dedican a brindar y repartir comidas,
acercarse al más cercano es una gran ayuda para muchas personas.
Restaurantes contra el
hambre, en muchos países como en Venezuela hay restaurantes y voluntarios que
se unen para recolectar alimentos, cocinar y servir a diario comidas en
comedores infantiles y residencias de ancianos sin hogar. Es solo es buscar si
tienes alguno cerca.
Ollas comunitarias, en
Iglesias por ejemplo se pueden encontrar estas ollas comunitarias donde se
comparte con otros la comida.
Hoy alimentarse bien es un
desafío, principalmente en familias con escasos recursos económicos, en que en
su país están atravesando una crisis económica, que no tienen empleo y sus
ingresos son muy escasos.
Pero alimentarse sano es
desafiante también en los no sufren están dificultades. Por eso es necesario
que todos aprendamos a ser responsables con los recursos que tenemos a mano,
con nuestros alimentos utilizándolos razonablemente y dándole la mejor utilidad
posible.
Y por supuesto no olvidarnos
de dar siempre de nosotros todo lo que podemos y tenemos para compartir con
nuestros hermanos más necesitados.
Fuente: Aleteia
08-04-19
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