Papa Francisco 24 de septiembre de 2016
Santo
Evangelio según San Lucas 9,43-45
El
segundo anuncio de la Pasión: En aquel tiempo, mientras
todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
"Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en
manos de los hombres". Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido
les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a
Jesús acerca de esto" Palabra del Señor
Reflexión
del Papa Francisco
"El
Hijo del hombre está a punto de ser entregado en las manos de los
hombres", estas palabras de Jesús hielan a los discípulos que pensaban en
un camino triunfal. Palabras que permanecían para ellos tan misteriosas que no
comprendían el sentido y tenían miedo de interrogarlo sobre este argumento,
para ellos era mejor no hablar, era mejor no entender la verdad que Jesús
decía.
Tenían
miedo de la Cruz, tenían miedo de la Cruz. El mismo Pedro, después de esta
confesión solemne en la región de Cesarea de Filipo, cuando Jesús otra vez dice
esto, reprocha al Señor: «¡No, jamás, Señor! ¡Esto no!». Tenía miedo de
la Cruz. Pero no sólo los discípulos, no sólo Pedro, ¡el mismo Jesús tenía
miedo de la Cruz! Él no podía engañarse. Él sabía.
Tanto
era el miedo de Jesús que esa noche del jueves sudó sangre; tanto
era el miedo de Jesús que casi dijo lo mismo que Pedro, casi… «¡Padre, quítame
este cáliz! peo, ¡Hágase tu voluntad!». ¡Esta era la diferencia!.
La Cruz nos da miedo también en la obra de la evangelización, pero está la regla de que el discípulo no es más grande que el Maestro. Está la regla de que no hay redención sin efusión de la sangre, no hay obra apostólica fecunda sin la Cruz.
La Cruz nos da miedo también en la obra de la evangelización, pero está la regla de que el discípulo no es más grande que el Maestro. Está la regla de que no hay redención sin efusión de la sangre, no hay obra apostólica fecunda sin la Cruz.
Quizá
nosotros pensamos, cada uno de nosotros puede pensar: "¿Y a mí, a mí qué
me sucederá? ¿Cómo será mi Cruz?". No sabemos. No sabemos, ¡pero existirá! Debemos
pedir la gracia de no huir de la Cruz cuando llegue, ¡con miedo, eh!
¡Esto es verdad! Esto nos causa miedo.
Pero el
seguimiento de Jesús termina allá. Me vienen a la mente las últimas
palabras que Jesús dijo a Pedro, en aquella coronación pontificia en el Tiberiades:
"¿Me amas? ¡Apacienta! ¿Me amas? ¡Apacienta!"… Pero las últimas
palabras fueron: "¡Te llevarán a donde tú no querrás ir!". Esa es la
promesa de la Cruz.
Muy
cerca de Jesús, en la Cruz, estaba su madre, su mamá. Quizá hoy, el día que
nosotros le rezamos, sea bueno pedirle la gracia de no quitarnos el temor, eso
debe venir, el temor de la Cruz; sino, darnos la gracia de no
asustarnos y huir de la Cruz. Ella estaba allí, y sabe cómo se debe estar
cerca de la Cruz. (Homilía en Santa Marta, 28 de septiembre de 2013)
Oración
de Sanación
Señor
mío, qué bueno es saber que cuento cada día con tu compañía y con tu gracia que
me ayuda a reparar mis fuerzas cuando me siento necesitado de tu amor, de una
vida saludable y de una firme esperanza. Hoy, necesito que me impulses a ser
valiente y permanecer fuerte en la prueba. Las cruces que tengo poco a poco van
quitando la serenidad a mi alma y la comienzan a llenar de muchas dudas y
angustias.
Es muy
difícil el camino de la cruz, tomarla y seguir adelante, sobre todo cuando la
cruz viene cargada de un enorme sufrimiento por alguna enfermedad. Quiero estar
hoy en tus manos y sentir que me sostienes y no me permites caer. Haz que la
fuerza de tu Espíritu haga rebosar de bien a mi corazón. Que pueda ser capaz de
vencer todo temor y librarme de toda inseguridad, manteniendo la esperanza en
que todo dolor pasa de la cruz a la luz.
Quiero
abrir bien mis oídos, entender tu misterio de amor, entender que con tu
sacrificio de amor en la cruz me conduces al misterio de tu redención, y con tu
resurrección me haces una persona nueva. Quiero comprender la belleza de tu
cruz para así poder comprender la belleza de la mía. Dame de tu fuerza que me
impulsa y me hace ser una persona dispuesta a luchar y a no deponer el arma
espiritual de la oración
Mi
Señor, cuento con tu bendición y me siento seguro de tu protección y de que me
ayudas a llevar mis cargas en medio de tantas circunstancias. Confío en tus
Palabras de amor, en que a tu lado, puedo sobreponerme de cualquier cruz que me
haya tocado vivir. Amén
Propósito
para hoy:
Evitaré
a toda costa, decir algún mal comentario sobre algo o alguien. Siempre buscar
el lado bueno y así estaré practicando una forma de caridad al prójimo
Reflexionemos
juntos esta frase:
"Entablemos
una profunda amistad con Jesús: así podremos seguirlo de cerca y vivir con Él y
para Él". (Papa Francisco)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico