Por Carolina Jaimes Branger
Las Hermanas del Sagrado
Corazón en Venezuela escribieron una carta a sus “compañeras y compañeros
latinoamericanos” que han manifestado preocupación por las noticias que les
llegan de Venezuela, como expresan preocupación todos aquellos que tienen familia
y amigos en Venezuela. La carta de las Hermanas fue originalmente publicada en
el Diario
Público de España y reproducida en el portal www.aporrea.org.
Queridas Hermanas,
He leído con atención la
carta que enviaron a sus compañeros en el exterior, sobre todo porque como
antigua alumna del Sagrado Corazón me mueve, me conmueve y me preocupa la
situación de ustedes en cualquier parte del mundo donde se encuentren. Fue
mucho lo que recibimos de nuestras queridas Madres hasta que el colegio cerró
en 1974. En mi caso particular, fueron 11 años de exposición diaria a las
enseñanzas de la Santa Madre Magdalena Sofía Barat, enseñanzas que están
arraigadas en mi mente y sobre todo, en mi corazón.
Lo primero que debo hacer es
poner en duda que esta carta la haya escrito una religiosa del Sagrado Corazón
-no por no creer en sus capacidades intelectuales- sino porque colide con los
valores de amor al prójimo y solidaridad que nos enseñaron en el colegio. La
carta es un manifiesto político en contra del empresariado venezolano, los
Estados Unidos, los políticos de oposición y cualquiera que ose criticar u
oponer al gobierno chavista. Además el léxico también me hace dudar, por cuanto
usa los trillados términos “amigos y amigas, compañeros y compañeras…” que la
Real Academia de la Lengua Española ha desechado. Pero pensemos que, en efecto,
fueron las Hermanas quienes escribieron la carta.
No sé si cuando ustedes
dicen que agradecen “la solidaridad y la disposición para oír distintas voces
de nuestra realidad” es invitando a que alguien como yo exprese su opinión, o
hablan de la suya versus a los que se dice de Venezuela en el mundo entero.
Pero como es ambiguo, tomo la primera.
Me preocupó su carta,
queridas Hermanas, tengo que confesarlo. Porque en ella ustedes presentan una
realidad bastante sui generis. Escudándose en el pretendido reconocimiento de
algunos hechos, clavan sus lanzas a la clase empresarial y comerciante
venezolana. Sentí como si estuviera leyendo “Rebelión en la granja”,
especialmente porque para ustedes, “hay unos animales más iguales
que otros”. Lo que más me preocupa es que el gobierno, como los cerdos de
Orwell, sale librado de toda responsabilidad.
Por ejemplo: ustedes
confirman la falta de insumos básicos, cosa que es absolutamente cierta. Pero a
la vez se quejan de que en las panaderías no han faltado “pan dulce, tortas y
galletitas a muy altos precios” y se preguntan: “¿fallo
gubernamental o imposibilidad de sancionar porque quien hizo la ley, hizo la
trampa?”. (¡Qué bueno que reconozcan lo de la trampa, porque la Ley la hizo el
gobierno!). Lo que no dicen, Hermanas, es que la única manera que tienen los
panaderos –y todos los demás comerciantes- de no cerrar sus negocios es
vendiendo a precios no regulados, pues los “precios justos” calculados por el
gobierno están por debajo del costo de producción. ¿Y quién va a vender por
debajo del costo de producción? ¡Ni siquiera el gobierno! En ese caso, los
comerciantes tienen dos caminos: o quiebran o cierran, ambas opciones en contra
de la esencia misma del comercio. Entonces el camino que les queda para no
cerrar ni quebrar es el de traer trigo a precio de dólar libre y vender
alimentos no regulados.
Hablando de divisas, me
extraña la incongruencia en el cálculo de éstas, porque ustedes toman la tasa
que más les conviene según sea el caso. Desde el pan, calculado a Bs.
11,80/dólar, pasando por el café, calculado a Bs. 400/dólar, y llegando a la
leche, donde refieren que “la venta paralela que eleva nuestros niveles de
costo de cualquier producto es de 1.000 bolívares (por dólar)”. ¿Se han
preguntado, Hermanas, de dónde sale el dólar paralelo si no es por un control
de cambio que en oposición a todas las normas de la economía se extiende en el
tiempo? ¿A cuánto está el dólar, a Bs. 11,80, a Bs. 400 o a Bs.
1000?…
Si ustedes mismas reconocen
que es imposible saber cuál es la tasa, se están dando la respuesta de que esas
diferencias abismales lo que logran es aumentar no sólo la confusión, sino la
corrupción. El control de cambio es reaccionario y no accionario. Es un efecto,
no una causa. Cada vez que hay cambios en el esquema cambiario es para hacerlo
más restrictivo. Y en un país donde todo se importa, crea terribles
distorsiones. La tendencia es que el dólar intermedio suba, contrario a todo lo
manifestado de que aún sin vender un solo barril de petróleo, Venezuela
seguiría inmersa dentro de la mayor suma de felicidad posible.
Ustedes también reconocen
que “están desaparecidas las medicinas esenciales para mantener cualquier
tratamiento regular de presión, circulación o cancerígeno. Es mucho lo que se
tiene que preguntar, negociar o buscar para lograr cualquier medicina
esencial”. Pero en ninguna parte mencionan a los responsables de que no se
consigan esas medicinas esenciales, y mucho menos, a la cantidad de pacientes
que han muerto en Venezuela por esa escasez de medicamentos. Los laboratorios
necesitan divisas para traer los insumos para producir las drogas. O las mismas
drogas, en caso de que aquí no se fabriquen. Ustedes que están tan cerca de la
población más desfavorecida, tienen que saber la cantidad de personas que día
tras día mueren de mengua en nuestro país.
En el siguiente párrafo,
queridas Hermanas, ustedes hacen alarde de conocer de economía cuando escriben:
“Para intuir la complejidad de lo que pasa en este gran país nuestro, hay que
saber esos mínimos datos de mercado. El sistema financiero ha buscado todas las
formas de saltarse el control cambiario de divisas que hemos tenido por 15
años, y el control de precios de alimentos básicos. La industria encontró las
grietas de estos controles por los cuales hemos podido todos los venezolanos tener
acceso a alimentación regulada, y por supuesto, estabilidad emocional de
mantener una familia e invertir ingresos en recreación, arte o vacaciones. Hoy
es un descontrol de precios, de no producción, y acaparamiento de lo poco
producido, para “sacarlo” cuando al dueño de tienda le dé la
gana”. ¿De qué economía hablan ustedes? ¿De la economía de mercado,
de la socialista al estilo europeo, de la marxista, de la maoísta?… No dicen
tampoco que el control de cambio -y los excesos y la corrupción que de él han
salido, que no niego- ha tenido cómplices en las más altas esferas
gubernamentales. Una torta compartida por enchufados, boliburgueses, bolichicos
y toda suerte de sinvergüenzas. Lo que sí puedo afirmarles con toda la
contundencia del caso es que aquí no hay acaparamiento por parte de los
empresarios. Aquí el gobierno sabe qué se produce, dónde se produce, cuánto se
produce, para dónde se envía y quién lo envía. Es imposible que haya
acaparamiento por parte de privados. Si hay acaparamiento, es por
parte del gobierno. ¿No se preguntaron de dónde salieron tan expeditamente los
alimentos y las medicinas que enviaron a Ecuador después del terremoto, incluso
contraviniendo la petición del gobierno ecuatoriano, de que sólo querían
rescatistas? ¿Quiénes los tenían guardados, los empresarios? ¡No! ¡Los tenía
guardados el gobierno! No son los empresarios quienes suben los precios. Los
precios han subido según regulaciones del gobierno.
Las políticas públicas no
deben ser dilemáticas en cuanto a escoger entre dos opciones malas. Ante un
dilema así, una persona inteligente escogerá la situación menos perniciosa de
ambas situaciones, pero al final la sumatoria seguirá siendo un cúmulo de
males.
En el párrafo siguiente
hacen mención de la “manipulación mediática”. ¿Saben ustedes, queridas
Hermanas, que el gobierno posee y controla la mayor red de estaciones de
televisión y radio del país? ¿Quién manipula mediáticamente? ¿Han visto ustedes
la propaganda que dice “hoy los venezolanos comemos más proteínas que nunca”?…
¿De verdad ustedes creen eso? ¡Aquí la gente está pasando hambre y no sólo son
las clases pobres, la clase media también!
¿Seguimos? “La escasez en
este maravilloso país no es producida por este gobierno, ni por ningún gobierno
de antes ni de los que vendrán después. Es producida por una industria
capitalista, burguesa, manipuladora en sus precios y ganancias, empecinada en
tumbar este gobierno legítimamente elegido con los métodos electorales
reconocidos en el mundo entero”. Ninguna industria quiere “producir escasez”,
Hermanas, y siento que a ustedes les hayan lavado el cerebro para creer lo
contrario. Las industrias quieren vender. Y lo ideal es ponerlas a competir
para que haya precios asequibles a todos los bolsillos. Eso es capitalismo.
Capitalismo no es crear una sociedad de pobres donde nadie tenga con qué
comprar.
“Hay gente gobernando en
algunos países del mundo que no ha sido elegida por sus pueblos. No es nuestro
caso. Y aunque no gusten a algunos, los resultados de las elecciones son
legítimos. Si no nos gustan los resultados cambiemos el mecanismo, las formas
organizativas de elección, cambiemos el sistema. Pero no injuriemos al
elegido”. Les recuerdo –o les informo, mejor dicho, porque parece que no lo
saben- que hay una figura que se llama Referendo Revocatorio (artículo 72 de la
Constitución Nacional) que ha sido bombardeado y trabado por el Consejo
Nacional Electoral. ¿Por qué no mencionan eso? Es lo que
constitucionalmente permite sacar un gobierno malo a la mitad de su periodo.
“No se cuestiona la
dictadura financiera que nos somete a las y los venezolanos a estar en las
amenazas del hambre todos los días, en las incertidumbres de las medicinas
todas las semanas, en el desasosiego de que llegue el día en que las
seguridades salariales que nos dejó el presidente Chávez ya no sean suficientes
este mes para enfrentar al monstruo empresarial”. Chávez tuvo un barril de
petróleo a más de $100 durante la mayor parte de su mandato. El grueso de esos
ingresos está en cuentas en Andorra y otros paraísos fiscales, disfrutado por
la cúpula “socialista” que ustedes defienden, que más bien debería llamarse
“sucialista”, porque ha usado al pueblo y sus necesidades para enriquecerse
groseramente. Por lo menos los empresarios a quienes ustedes culpan no son hipócritas
ni andan pretendiendo lo que no son. Ese superávit logró la ilusión de que todo
podía subsidiarse. Pero al bajar el petróleo, la debacle. No es lo mismo
querer hacer que lograr. En una carrera un corredor puede estar de primero las
tres cuartas partes y perderla. Incluso llegar de último. Y ustedes como
religiosas deben saber que el camino del infierno está empedrado de buenas
intenciones.
“Porque es una dictadura
financiera la que vivimos, es un golpe industrial que sostenidamente no produce
suficiente porque no quiere, porque su deseo es ver derrotados a las y los
chavistas que osamos creernos personas con futuro, porque les duele que el
gobierno haya producido educación, autoestima, sentido patrio, sistemas de
salud gratuitos, derechos laborales, salariales y sociales. Este gobierno
produjo la mayor cantidad de dignidad y sentido de vida para las mayorías
pobres de este país, y eso no se olvida fácilmente. ¿Será por eso que hay más
colas para comprar barato donde se puede que protestas?”. Lo siento, queridas
Hermanas, pero en esto tampoco estamos de acuerdo. Reconozco que Hugo Chávez
creó un sentimiento de autoestima en un sector de la población donde ésta no
existía y eso además de válido es loable. Pero ustedes que han sido educadoras
de excepción no pueden decir que el gobierno de Chávez y mucho menos éste “ha
producido” educación. Educar no es construir infraestructuras, ni regalar
canaimitas o morrales. Para no hablar del sistema de salud. Barrio Adentro fue
una idea genial que no duró nada. Los dispensarios están en el piso. Los
hospitales, Hermanas, ¿han estado últimamente en un Hospital? ¿Han ido al
Hospital de Niños? ¡Yo sí he ido y lo que he visto me ha dejado sin habla!
“Lo poco que producen las
empresas gubernamentales es lo que se vende a bajo costo, con precios regulados
desde hace cinco años”. ¿Qué produce el gobierno? Tomemos la harina de maíz
como ejemplo. Venalcasa tiene dieciocho plantas que deberían
producir maíz para cubrir las necesidades del país y para exportar. Pero no lo
hace. Polar produce más de 600 millones de toneladas de harina de maíz al año,
lo que da para cubrir las necesidades del 50% de la población. Y dieciocho
plantas procesadoras del gobierno no pueden producir ni el 15% de lo que
produce Polar. ¡No se puede tapar el sol con un dedo!
“Este noble pueblo aún no se
ha puesto en la calle a manifestar por la falta de comida. ¿Por qué será?”… Yo
les voy a decir por qué: ¡porque nadie que esté sobreviviendo puede
sublevarse!. Si una madre no tiene comida para sus hijos, ¿cómo va a ir a una
protesta? ¡Las protestas están en las muy humillantes colas!
En fin, Hermanas. No tengo
el espacio que ustedes tuvieron para explayarse en apologías al régimen que hoy
desgobierna a Venezuela. Ustedes dicen que en el mundo “nadie disculpa con este
país por promover medias verdades y la vida sigue como si nada”. Lástima,
porque es exactamente lo que ustedes hacen en esta carta. Y me duele, Hermanas,
me duele, porque en el Sagrado Corazón religiosas como ustedes me enseñaron que
la verdad había que defenderla a toda costa. Y las medias verdades no son
verdades. Tampoco debe generalizarse. Las generalizaciones crean estereotipos
que no ayudan para nada.
No son los gringos, ni la
plutocracia. Es un sistema muy venezolano, con una corrupción muy venezolana,
con un presidente que no sabemos si es venezolano, pero que ha demostrado una
absoluta incapacidad para gobernar. Siento que el fanatismo haya obnubilado sus
mentes, por lo que no sé si recibirán esta carta con apertura de mente y
humildad de ver otra visión, que por ser distinta no es menos válida.
Las saluda cordialmente,
Carolina Jaimes Branger
Antigua Alumna del Sagrado
Corazón de Caracas
07-06-16
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