Miguel Méndez Rodulfo 10 de junio de 2016
Cuando
hablamos de hambre no nos referimos a la Biafra de los años 70, ni a la China
de Mao, tampoco a la Camboya después de Pol Pot, ni nos referimos a algunos
países africanos desangrados por guerras intestinas, ni siquiera al caso actual
de Haití. Estamos refiriéndonos a Venezuela, nuestro país, asiento de las
mayores reservas mundiales de petróleo, a decir del gobierno. Ya para nadie es
un secreto que el “General” hambre tiene un inmenso “ejército” en la Patria de
Bolívar. No hace mucho tiempo atrás, porque los eventos están sucediendo con
una velocidad de vértigo, que no vemos porque nos hayamos inmersos en esta
pavorosa crisis, pero que si se revelan diáfanamente para un observador
externo, madres de Chacao comentaban entre ellas, en las colas para comprar
alimentos, que estaban comiendo dos veces al día para que sus hijos pudieran
comer tres. Entonces me preguntaba ¿cómo están haciendo las madres de escasos
recursos? Hoy día las cosas se han agravado y aunque las madres de Chacao
siguen diciendo lo mismo, la realidad es que la escasez y la inflación han
degradado la calidad de la mesa del venezolano. Puede ser entonces que los
niños coman tres veces al día, pero la cantidad y calidad de los alimentos ha
desmejorado, con lo cual es casi como que realmente comieran dos veces al día y
sus madres una.
El
régimen, con los CLAP, hace el intento de sacar un nuevo conejo del sombrero
como lo hacía el sabanetero, pero ello no es sino una torpeza más, un amago por
tapar el sol con un dedo. Además efectúa maniobras de arrebato para mostrar una
fuerza que realmente no tiene, porque si es cierto que los policías y guardias
nacionales, siguen sus instrucciones y reprimen, no es menos cierto que no van
a cometer un genocidio para mantener a Maduro en el poder; además, padecen la
escasez y la inflación junto con sus familias y amigos, luego entienden también
que hay que salir de este pésimo gobierno. Este es un régimen desorganizado y
torpe, que nunca ha tenido eficiencia en ningún aspecto de la gobernabilidad
nacional, de manera que si no tuvo orden y cohesión en la bonanza, menos la va
tener ahora en la crisis, cuando en sus filas cunde la entropía y el pánico.
Las
bolsas de comida que reparte el régimen, según me comentan vecinos de la “La
Bombilla” en Petare, contienen: dos paquetes de harina Pan, dos paquetes de
arroz, una botella de aceite, un envase de mantequilla, un paquete de pasta, un
kilo de azúcar, medio kilo de café y un kilo de pollo, todo ello por Bs. 1.100.
El tema es que hace dos meses que no han vuelto a repartir, y los sectores
aledaños que quedaron por fuera, para los cuales no alcanzó el reparto, no han
visto que les toque a ellos el turno, porque los CLAP no han regresado al
barrio. El contenido de la bolsa pudiera alcanzar para una semana, si el ama de
casa hace magia para alimentar a cuatro personas, pero si el reparto es cada
dos meses, no hay cuerpo que aguante el hambre. Ese es el escenario en el que
se mueve Venezuela en este momento.
Videos
noticiosos grabados por corresponsales que han enviado cadenas televisivas
europeas como Antena TV de España, DW de la televisión alemana o de Euronews de
la televisión europea, muestran a venezolanos escarbando entre la basura que se
bota en los mercados, en busca de sobras con que alimentarse. Ahora, no se
trata de mendigos o de personas de la tercera edad, solamente, no, también hay
jóvenes estudiantes buscando algo con que matar el hambre. Cuando en una
sociedad estos eventos ocurren, significa que se ha llegado al fondo de la
crisis y que ello no puede tener otra salida sino la del desalojo del gobierno.
Caracas,
10 de junio de 2016
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