Por Alejandro Moreno S.S.
He dicho, y escrito, más de
una vez que el hecho de que tengamos la tasa más alta del mundo en homicidios
no significa que seamos el país más violento del orbe sino que estamos en el
lugar en el que se cometen más actos de violencia común, no de guerra, lo cual
no es lo mismo. La inmensa mayoría de nuestros conciudadanos detesta la muerte
del prójimo y desea la paz y la convivencia armoniosa entre todos los
venezolanos, o sea, tiene bien incorporada a su conciencia y a su convicción la
base moral sobre la que se sostiene la conducta personal y social de nuestra
sociedad.
Sin embargo, el amigo Luis
Ugalde, en una entrevista justamente muy difundida, ha dicho que se está
derrumbando la base moral del país.
Cualquiera que, como quien
esto escribe, lee y se informa sobre lo que la prensa llama “sucesos” puede
notar cómo han ido cambiando las expresiones con las que se da una noticia: la
palabra “detenido” o “capturado” ha ido siendo progresivamente sustituida por
los términos “abatido”, “ultimado” y otros similares. Esto no sólo dice que los
organismos de “seguridad” matan sistemáticamente y sin rendir cuentas a los que
consideran delincuentes, sino que para ellos es moral, bueno por tanto,
hacerlo. La ejecución extrajudicial y expeditiva, con la excusa de
enfrentamientos y tiroteos, afirmados pero no probados, se está convirtiendo en
norma, esto es, haciéndose conducta “normal” de la autoridad. La conducta
normal de la autoridad es un modelo moral importante para cualquier ciudadano.
Si mientras sabe de esta
violencia implacable y autorizada contra algunos delincuentes, la gente se
siente totalmente desprotegida en las calles, en los lugares de residencia y en
sus propias casas, resulta plenamente comprensible, en absoluto excusable o
justificable, que grupos de ciudadanos recurran a la misma conducta contra
cualquiera que sea señalado como malandro peligroso y proceda a lincharlo.
De esta manera, la violencia
va entrando profundamente en la idea, la sensibilidad y la voluntad de personas
y grupos, corrompiendo, dañando y “derrumbando” la “base moral del país”. Nos
vamos transformando en una sociedad violenta en sus mismas entretelas.
Muchos de los comentarios en
las redes luego de una noticia especialmente traumática son expresiones de unos
deseos extremadamente violentos y de una inmoral justificación de cualquier
exceso contra los supuestos “malos”. No podemos decir que sea la tónica
general, pero son un preocupante indicio del abismo moral en que progresivamente
podemos ir cayendo.
Vence al mal con el bien.
ciporama@gmail.com
14-06-16
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