Por Jesús Alexis
González, 11/07/2016
Resulta una verdad incontrovertible, señalar que el movimiento chavista asumió un
dogmatismo ideológico sustentado en la Tercera
Internacional de 1921 como fundamento (100 años después) de su indefinido socialismo del siglo XXI
como alternativa para “rescatar” el
orden y la eficiencia de una “democracia
amenazada por su pésimo desenvolvimiento económico y una elevada corrupción”;
a la luz de una repetición memorística de frases
hechas alejadas de la internalización cognitiva de los principios marxistas
con desgastada referencia (mediáticamente populista) hacia la “necesidad” de una revolución, que
implica (lo cual no parecen conocer) una modificación
de las relaciones de producción (conjunto de relaciones económicas que se
crean entre los ciudadanos en el proceso de producción, cambio, distribución y
consumo de bienes materiales), al igual que un cambio del modo de producción (integración de las relaciones de
producción). Asumen, que ese es el camino (la revolución) para obtener el poder
y para consolidarlo han intentado (con poco éxito) la colectivización de los medios de producción en favor del Estado
(hasta su desaparición ¿?), los cuales son puestos a la disposición del
gobierno en la etapa de transición (¿?), al tiempo de fijar unilateralmente los
criterios para que el hombre actúe en el marco de un sistema socialista, entendido como un ordenamiento político, social
y económico donde los factores de la producción (tierra, trabajo, capital y
empresario) pasan a ser propiedad del “pueblo” bajo la figura de una
administración colectiva tutelada por el gobierno, quien enfatiza en procurar
la demolición del sector privado (y
de la “oligarquía”) sin haber creado las condiciones para levantar desde los
“escombros” (contrariando la ortodoxia marxista) un amplísimo sector público,
una concentración de capital y un partido único; en pro de la utópica construcción de una sociedad
donde no habrá clases sociales subordinadas a otras, olvidando (si estuvo en su
memoria) que el fin del bloque socialista mundial se inició en la Unión
Soviética a partir de 1985 con la llegada de M. Gorbachov y su Perestroika, al
igual que en China desde 1978 con el plan de reformas del mercado que han
venido profundizando a partir del 2013.
En razón de ese accionar huérfano de coherencia
conceptual, Venezuela se encuentra hoy día ausente
de un sistema económico al no contar con un conjunto de procesos vinculados
funcionalmente mediante políticas, relaciones, reglas, procedimientos e
instituciones que faciliten el
funcionamiento económico del país en el marco de un ordenamiento jurídico
que propicie el desarrollo de las fuerzas productivas en torno a un modelo económico cuya estructura haga
viable la interacción del colectivo social (sin discriminación) a través de la
instrumentación de políticas públicas; bajo la premisa que la existencia de un sistema económico está condicionada a
una eficiente interrelación entre el
régimen sociopolítico (concepción y estructuración del Estado) y los principios
jurídicos y administrativos, teniendo como norte una clara visión de largo
plazo sobre la generación de bienestar para el pueblo (¡todos!) como respuesta
a una concreta estrategia de desarrollo
económico-social.
Este escenario someramente descrito, es diametralmente
opuesto al enfoque del movimiento
chavista perfilado como un totalitarismo
de Estado apoyado en una burocracia clientelar que actúa como operadores políticos bajo el influjo
del yugo populista (socialismo rentista),
priorizando el consumo masivo sobre la inversión al extremo de distorsionar los precios relativos en
su rol de “informar” sobre qué y cuánto producir induciendo un ambiente de desabastecimiento, que intentan paliar
recurriendo a la humillante e indignante entrega de “bolsas de comida”, al
tiempo deampliar los controles aunado a una criminalización de los mayoristas y
distribuidores supuestamente inmersos (“en complicidad con los productores y
bachaqueros”)en una fantasmagórica
guerra económica; cuyos elementos de “batalla” parecen identificarse con
una guerra gubernamental contra la
economía de mercado y la participación privada. Sirva de referencia unos
pocos datos por razones de espacio:A.-Cuandoel
movimiento chavista llegó al poder en 1998-99 existían 14 Ministerios y en 2016 se cuenta con 32 (incluido el de la Suprema
Felicidad)para un incremento del 128%,
complementado con los 107
Viceministerios creados por el actual Presidente de la Republica; B.- En 1999, la nómina de empleados públicos se situaba en unos 1.125.326mientras que en 2016 llegan a
más de 3,0 millonespara un
incremento del 172%; C.- En 1999, la producción petrolera alcanzaba los 3,3 millones b/d siendo que en 2016 (IT) apenas llega a 2,6 millones b/d para una disminución
del 21,2%; D.- En 1999, PDVSA contaba
con 40.625 empleadoscifra que creció hasta 140.726en 2016 para una variación del 246,4%; E.- En 1999, el consumo de carne importada era de tan
solo un 1%y en la actualidad
importamos el 52%; siendo que en
promedio más del 85% de los
ingredientes del “pabellón criollo” son importados (caraotas en un 90%);F.- En 1999, exportábamos unos 400 mil quintales de café y ya para2009
no exportamos nada al tiempo que en 2016 importamos el 57%del consumo nacional; G.-
En 2016, más de 3,5 millones de
“compatriotas” se acuestan sin comery unos 4 millones comen una sola vez al día; H.- En 2004, Venezuela participaba con el 9,9% del PIB nominal de la OPEP, en 2015 un 7,9%, para 2016 un 6,5%, con
un estimado del 4,9% para 2017 y de 3,4% en 2018.
Entrar en el campo de la obviedad, nos permite
sostener que una profunda reestructuración de la sociedad, de la
institucionalidad y de la economía exige poner
en marcha el motor de la inteligencia (capacidad de elegir entre varias
posibilidades, aquella opción más acertada para la resolución de un problema),
a efectos de perfeccionar un sistema
económicocon eficiente interrelación entre el Poder Ejecutivo y el Poder
Legislativo. Demás está señalar, que en la actualidad (salvo un RR en este
2016) tal planteamiento se ubica en el campo de la ingenuidad, habida cuenta que el denominado “alto gobierno”demuestra, para dialogar, muy pocas de las ocho inteligencias con las cuales puede contar el ser humano; muy especialmente de la inteligencia intrapersonal (capacidad de estar en profundo contacto
consigo mismo, consciente de sus cualidades, limitaciones y de fijarse metas
personales) y de la inteligencia interpersonal
(capacidad de establecer y mantener relaciones sociales, comprender a los
demás y comunicarse con ellos); las cuales son de vital importancia para un
sano ejercicio de la política-partidista.
En síntesis, solo
nos queda seguir ejerciendo presión de calle para la celebración del referendo
revocatorio presidencial durante este 2016.
Economista Jesús Alexis González
@jesusalexisgon
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico