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miércoles, 13 de julio de 2016

Reiniciar la política por @garciasim


Por Simón García


Hemos sido una sociedad de revueltas, prolífica en conflictos. Ha habido períodos de coexistencia, más bien paréntesis, que incubaron y desataron nuevas confrontaciones.

La reciente celebración del 5 de julio, primer firmazo de nuestra historia, puso en evidencia los dos ánimos que siguen desarticulados y en pugna en nuestro acontecer: el Presidente realizó un desfile militar para exhibir la fuerza que lo sostiene; el Parlamento efectuó una sesión para oír el discurso de Américo Martín, un orador especial.

Dos ámbitos y dos actitudes: lo militar y lo civil, Balas o ideas.

Estos últimos años de altercados han mostrado dos clases entrelazadas de polarización, una emotiva y otra política. Esa escisión, tal vez fusión anómala, entre corazón y cerebro es uno de los fundamentos de una ceguera del juicio que alimenta decisiones irracionales. Tiene también dos formas extremas de resolverse: destruyendo o respetando al otro. 


Esta visión polarizada de la situación está entusiasmando a los fanáticos de los dos rincones con la idea de que el desenlace va a dejar a un ganador único del premio mayor. Los núcleos más radicalizados en el Gobierno y en la oposición ignoran la existencia de una creciente mayoría inclinada, por reacción ante la crisis, hacia la oposición. Mayoría que tiene deseos y aspiraciones distantes de las motivaciones políticas y más aún de la identificación con un partido.

Las minorías radicales, obsesionadas en liquidar al otro antes que en un triunfo pacífico y compartido, prefieren actuar en base a amenazas, sin considerar si son reales, efectivas y creíbles.

Una traslación automática de la teoría de los juegos bajo el supuesto que el agravamiento de la crisis va a operar, si uno resiste que el conflicto se desplace por el borde del abismo, como un disuasivo para que el otro se lance sobre la palanca de freno.

No es fácil deslastrarse de la leyenda negra sobre el diálogo y los acuerdos políticos.

Estamos descartando, además, la poderosa herramienta de presentarle al país una oferta creíble. Lo suficientemente viable para ser aceptada como una vía de solución, lo suficientemente integradora para generar el apoyo plural de sectores hoy en disputa y lo suficientemente eficaz para convencer a los seguidores del Gobierno que obtendrán más beneficios y pagarán menos costos políticos que seguir en el empeño inconstitucional de diferir el revocatorio para mantenerse en el poder por un máximo de dos años.

Es hora de apagar los viejos manuales. Tiempo de reiniciar el discurso, las decisiones y los hechos de una política alternativa.

12-07-16




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