Felipe Llambías 15 de agosto de 2016
La
situación política de Venezuela vive semanas agitadas, con la opositora Mesa de
la Unidad Democrática (MUD) impulsando un referéndum revocatorio del
presidente Nicolás
Maduro y un oficialista Consejo Nacional Electoral (CNE) intentando
aplazar la consulta. De conseguir las firmas necesarias, si se llama a las
urnas antes del 10 de enero de 2017 y los venezolanos deciden revocar a Maduro
habrá un llamado a elecciones anticipadas. Si fuera después de esa fecha, el
vicepresidente asumiría la jefatura de Estado. Sobre estos temas, el diputado
opositor Luis Emilio Rondón conversó con El Observador.
¿Cómo
calificaría la situación de Venezuela?
Es
dramática. Hay desabastecimiento de medicamentos y de alimentos. La escasez no
solo multiplicó los precios en el mercado negro sino que incluso quienes tienen
mucha plata tienen la dificultan de conseguir esos productos. Además, el año
pasado hubo más de 25.000 homicidios. El gobierno tiene poco control de la
seguridad pública y las grandes ciudades sufren de un toque de queda civil
voluntario porque a primeras horas de la noche la gente se retira a sus casas;
no es seguro transitar por ninguna parte. La crisis es profunda y no se debe
exclusivamente a una persona. El culpable real es el modelo, y la
reconstrucción del país requerirá de un gran esfuerzo de unidad nacional para
que, todos juntos y sin discriminaciones, podamos empezar a transitar no solo
el camino de la reconciliación patria, sino de la recuperación económica y la
reivindicación de los derechos de la gente.
¿Cómo
se logra eso en un país tan polarizado?
La
polarización ha ido cediendo progresivamente. Un ejemplo de ello es que
obtuvimos las dos terceras partes de la Asamblea Nacional en las elecciones de
2015. Este año planteamos en marzo la realización del referéndum revocatorio.
El CNE hace triquiñuelas para impedirlo. Nosotros no estamos invitando a una
parada ni a un golpe, sino a que se consulte a la gente. Si el gobierno se cree
tan poseedor del respaldo popular no debería tener ningún temor, como hizo el
expresidente (Hugo) Chávez en 2004, cuando hicimos un referéndum revocatorio en
su contra y superó ese escollo de manera electoral. Lo que queremos para
Venezuela es una solución pacífica, constitucional y electoral. Que no se
imponga por la fuerza ningún grupo, que no entren a jugar las fuerzas armadas,
que en nuestro continente latinoamericano han hecho mucho daño. Ojalá nunca
nuestras democracias vuelvan a vivir el drama que significa una dictadura.
La
presidenta del CNE, Tibisay Lucena, planteó la semana pasada los plazos que se
deben seguir para el revocatorio. Si se reúnen las firmas necesarias, la
consulta se haría entre diciembre y marzo.
La
Constitución plantea una carrera de 100 metros llanos, y el CNE la convirtió en
una de un kilómetro con un obstáculo cada 50 metros. El CNE –que tiene la
obligación no de velar por los intereses del gobierno sino por los de la
democracia y el pueblo– elude su compromiso constitucional. Lucena dice que hay
que respetar los derechos del presidente. Estamos de acuerdo, pero él tendrá la
campaña electoral por el sí o por el no para defender su obra de gobierno. Es
insólito que el CNE diga que el proceso necesita más de un año. De ser así, no
habría entonces razón en la Constitución para que ese proceso se pueda
convocar, porque es exactamente después de que se ha cumplido el tercer año que
se puede iniciar. Y si se hace después del cuarto año queda el vicepresidente.
Si eso ocurre, después de una crisis política tan severa como la que se vive,
sería darle más inestabilidad a la democracia venezolana. El PSUV (chavismo) agónicamente
hace esfuerzo por intentar mantenerse aferrado al poder a como dé lugar, y no
entiende que el desafecto que tiene la gente por ese proyecto no es producto
sino de su mala gestión.
¿Qué
medidas que tomaría la MUD en caso de que Maduro sea revocado y ganara en unas
elecciones anticipadas?
La
primera sería tener un gobierno de unidad nacional con un presidente de
transición solo por esos dos años que restan, con la actual oposición y con
importantes sectores que tradicionalmente se han identificado con el gobierno.
Hay que reactivar el aparato económico, y para eso se necesita confianza. Que
las reglas de juego no sean caprichosas ni unilaterales. También tendríamos que
poner un gran empeño en la reinstitucionalización del país.
En el
plano económico, ¿volverían a un modelo como el que había antes del chavismo?
Sí,
hay que liberalizar. Pero no hay que ir a eso que algunos califican como
liberalismo salvaje, que también deshumaniza. El capital no tiene nacionalidad
y su voracidad es conocida en todo el mundo. Los gobiernos tienen que ayudar a
controlar esa voracidad del dinero por el dinero. El punto de encuentro ideal
es aquel que logre una bisagra integradora entre mercado y Estado. Que el
Estado se ocupe de sus roles fundamentales, pero que también se ocupe de
impedir que se produzcan los abusos económicos que se producen en economías
débiles.
¿Puede
nombrar tres cosas que le reconozca como buenas al chavismo?
Es
difícil. Lo primero que debemos reconocerle al chavismo es que ha hecho que el
pueblo entre en conciencia de que los saltos al vacío siempre son malos. Lo
segundo es que ayudó a sembrar la conciencia en la gente de que no solo se debe
depender del Estado. Finalmente, la muerte de Chávez también nos enseñó que no
se trata de profetas, de mesías, de iluminados, que se presentan como
redentores del mundo.
Contestó
por la negativa, por las cosas malas de las que hay que aprender. ¿No la puede
responder por la positiva?
Por la
positiva el esfuerzo que hay que hacer es aún mayor debido a lo magro de la
gestión en logros palpables. Porque, por ejemplo, el gobierno habla de la
erradicación del analfabetismo, pero lamentablemente las cifras no se
compadecen con ese señalamiento.
En el
Mercosur, lo político por sobre lo jurídico
El
diputado por la Mesa de la Unidad Democrática Luis Emilio Rondón es además
vicepresidente por Venezuela del Parlamento del Mercosur, y expresó que su país
se atribuye la presidencia pro témpore del Mercosur pero –a su criterio– no la
tiene.
Rondón
emuló la frase del expresidente uruguayo José Mujica, quien dijo que lo
político estaba por encima de lo jurídico cuando se habilitó el ingreso de
Venezuela al bloque como miembro pleno.
"No
se trata solo de argumentos legales, no es un problema que atañe exclusivamente
a la legalidad, sino que es un contexto. Los acuerdos deben cumplirse en el
marco de la conveniencia de quienes suscriben el acuerdo", dijo. "No
podemos negar que lo político ha generado una supremacía sobre lo jurídico, y
una subordinación de lo jurídico a lo político. Eso pasa solo en situaciones de
crisis", concluyó.
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