Por Carlos Hernández Delfino
Este artículo, que constará
de dos entregas, persigue el propósito de presentar los aspectos esenciales de
una de las instituciones multilaterales creadas en 1944: el Fondo Monetario
Internacional (FMI). También pretende bosquejar la relación de Venezuela con
este organismo desde su creación.
En distintos momentos
Venezuela, al igual que muchos otros países, recurrió al apoyo técnico y
financiero del FMI con el objeto de superar dificultades asociadas al
desbalance externo del país, es decir, a una insuficiencia de ingresos para
atender los pagos de importaciones y servicios de origen externo, y cumplir con
sus compromisos financieros. Estas situaciones varían en cuanto a los factores
de causalidad que las determinan, la profundidad y extensión de los
desequilibrios y distorsiones que las acompañan y la naturaleza de los remedios
que deben ser aplicados para corregirlas. En ocasiones, como fue el caso
venezolano en 1989, los trastornos externos están acompañados de serios
desajustes y desequilibrios en la economía del país, así como de debilidades
institucionales, todo lo cual exige atención para restablecer los equilibrios,
alcanzar el crecimiento sostenido y abatir la pobreza.
Las políticas necesarias
para estabilizar la economía y corregir las deformaciones institucionales
implican costos iniciales cuyos efectos sobre la población pueden ser moderados
en el marco de un programa que contemple el financiamiento del FMI. El apoyo
integral de esta institución ofrece, además, una referencia a otros organismos
intergubernamentales, a los gobiernos y a la comunidad financiera
internacional, sobre la calidad y compromiso de las políticas emprendidas, con
lo cual las relaciones del país con estos grupos se hace más fluida. El primer
artículo estará dedicado a una apretada síntesis de la génesis y evolución del
FMI; y el segundo a la relación de Venezuela con el Fondo.
Aspectos generales del FMI
La Gran Depresión de los
años treinta y la Segunda Guerra Mundial produjeron graves consecuencias en
términos de la reducción del comercio internacional, de inestabilidad en los
mercados financieros, de la aplicación de devaluaciones competitivas que
paralizaron la inversión y el comercio, y de pérdida de confianza generalizada
en las monedas locales por la ruptura del vínculo con el patrón oro en algunos
de los países industriales. La necesidad de reconstruir el sistema monetario
internacional y de recuperar la confianza a través de un nuevo orden
financiero, condujo a los acuerdos para crear el FMI y el Banco Internacional
de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial), en la Conferencia Monetaria y
Financiera de las Naciones Unidas celebrada en Bretton Woods, New Hampshire, el
22 de julio de 1944, cuando aún no había definitivamente concluido el conflicto
mundial y el acuerdo de paz tardaría todavía un año en ser alcanzado. En esa
Conferencia los Estados Unidos e Inglaterra, principales jugadores en ese
escenario, fueron representados por Harry Dexter White y John Maynard Keynes,
respectivamente.
Estaba fresca todavía en las
mentes de los promotores de la nueva arquitectura financiera internacional, la
cadena de eventos que siguieron a los errores cometidos en las negociaciones de
paz al final de la Primera Guerra Mundial, cuando se impusieron exorbitantes
reparaciones de guerra a Alemania, las cuales, en el marco de las políticas
expansivas adoptadas por el gobernante Partido Social Demócrata Alemán, no solo
habrían de imponer inmensos costos a su población y desfasar su recuperación,
sino que exacerbaron el dolido espíritu nacionalista alemán y contribuyeron a
generarlas condiciones que hicieron posible la Gran Depresión y la Segunda
Guerra Mundial. Haciendo click acá podrán ver un texto que lo
explica claramente.
Disparidades productivas,
comerciales, monetarias y financieras, y ausencia de fórmulas de cooperación,
caracterizaban el contexto internacional de esos tiempos. Keynes se opuso
vigorosamente a las reparaciones de guerra impuestas sobre Alemania pues previó
certeramente sus consecuencias así como las de ignorar que la reconstrucción de
Europa debía ocupar la primera atención de las potencias. La Gran Depresión fue
una experiencia devastadora en el orden humano, económico, financiero y también
en el mercado de cambios a escala internacional.
Puede entonces entenderse la
convergencia de voluntades en Bretton Woods hacia el diseño de un sistema de
tipos de cambio fijo (anclado en el precio fijo del oro en dólares
estadounidenses) y ajustables dentro de una estrecha banda, basado en la
cooperación internacional, libre de barreras al comercio y de controles a las
operaciones cambiarias. Cuarenta y cuatro países suscribieron los acuerdos que
dieron origen a ambas instituciones. Correspondió al Banco Mundial apoyar el
proceso de reconstrucción en la postguerra y contribuir a reducir los niveles de
pobreza en el mundo.
El Convenio Constitutivo del
FMI, al cual se adhieren los países miembros, establece los objetivos de esa
institución que incluyen: fomentar la cooperación monetaria internacional,
favorecer el crecimiento equilibrado del comercio mundial, promover la
estabilidad cambiaria en un sistema multilateral de pagos, libre de
restricciones al comercio mundial y a la competitividad; apoyar financiera y
técnicamente a los países miembros en la corrección de sus desequilibrios
externos, y ofrecer un foro de consulta y colaboración para la solución de los
problemas monetarios internacionales. El Convenio Constitutivo del FMI se hizo
efectivo el 27 de diciembre de 1945.
Los países miembros del FMI,
que hoy suman 189, asumen obligaciones comunes a fin de crear las condiciones
que coadyuven a la estabilidad del sistema monetario internacional. Entre esas
obligaciones se incluyen: evitar restricciones a la fluidez de los pagos,
evitar prácticas monetarias discriminatorias y entregar periódicamente al Fondo
la información requerida para el cumplimiento de su objeto y para dar a conocer
el estado de las economías de los países miembros. Más en concreto, en cuanto
corresponde al régimen cambiario, los países “se comprometen a colaborar con el
Fondo y entre sí para establecer regímenes de cambio ordenados y promover un
sistema estable de tipos de cambio”. El cumplimiento de estas obligaciones está
sujeto a la supervisión y vigilancia por parte del Fondo y así lo admiten los
países al adherirse a su Convenio Constitutivo.
Cuando un país confronta
dificultades en sus transacciones externas debido una reducción de cierta
magnitud y duración en el valor de sus exportaciones, por la ocurrencia de
alguna situación sobrevenida que altere su capacidad para importar y para
cumplir con sus compromisos externos, o por causa de políticas fiscales,
monetarias y cambiarias inadecuadas o en razón de perturbaciones políticas y
sociales internas, puede recurrir al FMI en procura de asistencia financiera y
técnica. A los fines de asegurar que las autoridades del país en cuestión
adopten políticas económicas eficaces, que les permitan superar la crisis que
hizo necesaria la asistencia financiera del Fondo, y asegurar, además, la
devolución de los recursos que reciba, se establece un régimen de
condicionalidad que vincula los desembolsos de esa asistencia con el
cumplimiento de los objetivos y metas previstos en el marco de las políticas
adoptadas. El régimen de condicionalidad de los programas con el Fondo se
fundamenta, por un lado, en el diseño e implementación de las políticas
macroeconómicas y de reformas estructurales (si fuese el caso), de las cuales
es responsable el país que las adopte; y, por el otro, en los instrumentos
empleados en el seguimiento del programa. Este régimen ha evolucionado hacia un
orden de mayor flexibilidad y adaptabilidad a la circunstancia particular de
cada país.
Existen diversas modalidades
de programas con asistencia financiera del Fondo que dependen de la profundidad
y extensión de los desequilibrios y de las necesidades de financiamiento. Estos
programas se acompañan, en general, del apoyo del Banco Mundial y sus
instituciones asociadas para concretar reformas estructurales y favorecer la
adopción de políticas para el desarrollo de los países miembros. En síntesis,
corresponde al FMI apoyar la atención de los problemas macroeconómicos,
mientras que el Banco Mundial patrocina el desarrollo económico y la reducción
de la pobreza, aunque hacia este último objeto el FMI ha desarrollado una
postura de mayor compromiso. El Fondo creó un servicio especial dedicado a
favorecer el crecimiento de los países más pobres y la lucha contra la pobreza
(Servicio de Crédito Ampliado, SCA) y es su principal programa para el apoyo de
mediano plazo a países de bajos ingresos. Existe otro programa para reducir la
deuda de países con menores recursos y aliviar la carga de su servicio
(Iniciativa para los Países Pobres muy Endeudados, PPME, o las más conocidas
siglas en ingles HIPC) como un elemento clave para lograr reducir la pobreza;
cerca de 40 países han calificado para esta facilidad.
19-08-16
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