Editorial
SIC 800
En enero de
2018 SIC llega a sus 80 años y Gumilla celebra su 50 aniversario. Es
un tiempo de agradecimiento, de recoger frutos y seguir adelante. A lo largo de
toda esta etapa, tanto en Gumilla como en SIC hemos puesto nuestros
dones al servicio del pueblo venezolano y hemos recibido de él más de lo que le
hemos dado. El pueblo para nosotros no es solo lugar social y epistemológico;
es, ante todo, fuerza espiritual y lugar teológico.
Durante estos años de
servicio al país, hemos constatado cómo muchas personas pueden dar de sí –y
darse a sí mismos–, aún en medio de la adversidad. Esta constatación nos hace
apreciar el grado de humanidad de tantos hermanos nuestros. Personas de las que
surge un dinamismo interior que las hace entregarse de modo absoluto a los
demás.
Las historias son diversas,
y podremos adentrarnos en ellas en este número aniversario, sin embargo, les
une la convicción de que somos hermanos y tenemos una fuente y pertenencia
común: el Dios Padre que nos entregó Jesús de Nazareth. Esta es una Buena
Noticia para todos.
Con este pueblo, reafirmamos
una vez más nuestro compromiso cristiano de contribuir al cambio de mentalidad
y de estructuras sociales en un sentido de justicia social, que guió el
nacimiento de los CIAS (Centros de Investigación Social de la Compañía de
Jesús) y que continúa vigente porque hoy por hoy el mundo es más injusto, pues
el 1 % más rico tiene tanto o más que el 99 % del planeta. Por eso, nuestra
misión es seguir insistiendo en la constitución de sujetos densos que se
relacionen de modo libre, horizontal, gratuito y simbiótico. Solo esto hará
verdaderamente posible pasar del individualismo al sentido comunitario y al
cuerpo social que hace posible la fraternidad. Sin el sentido del nosotros en
las personas, será imposible la transformación de las estructuras
sociales.
La situación actual de
Venezuela muestra precisamente cómo el cuerpo social se ha venido
desarticulando. Hemos dejado de poner en común nuestros haberes para conformar
reglas, comportamientos u organizaciones que excluyen y discriminan. El lugar
de lo público ha sido desplazado por intereses individualistas o partidistas
que pretenden poner todo a su servicio. Un ejemplo de ello es la actitud del gobierno
del presidente Maduro, que pretende ocupar todos los espacios sociales para
hacer que la gente termine dependiendo de ellos. El carné de la patria es una
muestra fehaciente de lo que estamos diciendo.
Frente a esto nuestra
apuesta es, siguiendo al papa Francisco, desatar procesos en la línea de la
densificación del sujeto para que se convierta en propuesta alternativa al
orden establecido.
Esto es lo que ha hecho el
Centro Gumilla desde sus inicios tanto en Barquisimeto, con la promoción de la
organización cooperativista; como Caracas, a través de la investigación y la
docencia, pero también en el presente desde distintos programas de formación
que están desplegados en toda Venezuela.
Ha sido, además, el papel de
la revista SIC que durante ochenta años ha contribuido con una visión
de país surgida de la interacción de sus miembros con los sectores populares y
con profesionales solidarios, que colaboran con nosotros de forma gratuita y
generosa, tanto en la reflexión como en el análisis y la acción social.
El viraje de la acción
social de los jesuitas hacia una Iglesia de los pobres fue asumido por el
Centro Gumilla desde su nacimiento. De este modo, la convicción de que el medio
más eficaz de cristianizar a la sociedad era cristianizar a sus dirigentes, no
encontró dificultades para ser dejada de lado por la opción por los pobres, la
cual, posteriormente, fue consolidada con la Teología de la Liberación y con
los concilios latinoamericanos de Medellín y Puebla.
Hoy estamos llamados a dar
un nuevo viraje desde el paradigma de la justicia socio ambiental que se
desprende de la Laudato Si y que no solo toma en cuenta los gritos de
los pobres, sino también el clamor de la tierra ante la destrucción
indiscriminada de los hombres en vastas áreas, como el territorio del Arco
Minero del Orinoco, que afecta la vida de etnias indígenas enteras y de la
naturaleza que les da sustento.
Esta grave situación de
injusticia es un desafío entero para la Iglesia venezolana que, en unión con la
Red Eclesial Pan Amazónica (Repam), asume la tarea de trabajar por la defensa
de nuestra casa común.
El nuevo reto de la justicia
socio ambiental no implica abandonar la lucha por la transformación de las
condiciones que generan pobreza, sino que la incluyen. Por supuesto, que
mientras se pone en evidencia la dramática situación humanitaria en la que nos
encontramos, no podemos olvidar el grave problema del agua potable ni la
explotación del Arco Minero y las consecuencias sociales que ello trae consigo.
El papel de la Iglesia
venezolana en estos años de crisis ha sido muy importante, pues, con valentía,
ha puesto en evidencia la cruda realidad del país y ha denunciado la
incapacidad del Estado para asumirla y buscar los mecanismos necesarios para
transformarla. Especialmente en los dos últimos años los comunicados de la
Conferencia Episcopal Venezolana han sido muy claros y han convocado a
distintas fuerzas del país a la esperanza.
A esta Iglesia nos sentimos
unidos. Su permanente iluminación, su claridad y libertad para hablar y su esfuerzo
por acompañar los sufrimientos de la gente, nos convoca a centrarnos en lo
social como el aspecto más denso de la realidad. Lo político tiene que estar al
servicio de lo social. Si lo político no asume lo social se queda en la
irrealidad.
Lamentablemente esta ha sido
la actitud de la mayoría de los principales factores políticos de la sociedad
venezolana. Si no somos capaces de poner lo social en el primer plano no
podremos superar la situación en la que estamos ni podremos incidir
adecuadamente en los cambios políticos que requerimos. La Iglesia tiene un
papel central en la recuperación de lo social como lugar central de atención.
En este aniversario queremos
reconocer a laicos y jesuitas que, desde lo social, han dado su contribución al
país, tanto desde la revista SIC como del Centro Gumilla.
Son muchos nombres, sin
embargo, con temor a dejar algunos por fuera, nos atreveremos a mencionar
otros, cuyo aporte en distintos campos de lo social ha sido significativo:
Manuel Aguirre, Alberto Micheo, José Luis Echeverría, Arturo Sosa, Rafael
Baquedano, Luis Ugalde, Pedro Pablo Barnola, José Luis Vethencourt, Miguel
Ignacio Purroy, Asdrúbal Baptista, Jean Pierre Wyssenbach, Heliodoro Avendaño
(el hermano SIC), José Francisco Corta, Joseba Lazcano, Mercedes Pulido,
Francisco José Virtuoso, Pedro Trigo, Demetrio Boersner, Wilfredo Rodríguez,
José Martínez de Toda, Jesús María Aguirre, Gerardo Monreal, Onésimo García,
Mauro Barrenechea, Otto Maduro, Eduardo Ortiz, Eloy Rivas, Fernando Martínez
Galdeano, Alfredo Infante, José Antonio Ciriza, Gonzalo Chavarría, Klaus
Väthroder, Arturo Peraza, Minerva Vitti, entre otros.
Detrás de ellos ha habido un
extraordinario equipo de personas que han hecho y siguen haciendo posible
nuestra marcha institucional. También a ellos nuestro profundo agradecimiento.
SIC y Gumilla nacieron
en tiempos de cambio como una semilla de esperanza para diversos
grupos. SIC, para servir como medio de expresión de los seminaristas y
laicos cercanos a las opciones sociales de la Compañía; Gumilla, para
transformar las mentes y las estructuras sociales.
En estos momentos nuestra
propuesta formativa, procesos de acompañamiento e intervención comunitaria, así
como las publicaciones que producimos y nuestra postura pública ante la
realidad del país, son alternativa de esperanza para construir la Venezuela que
queremos.
Nuestra esperanza se funda
en el Dios hecho humano, que en Navidad viene nuevamente a abrir su tienda
entre nosotros a fin de que nos hagamos pobres y humildes para enriquecernos
con Él y para que, desde Él, podamos fundar una nueva humanidad centrada en la
justicia, el amor y la paz.
Que en estos aniversarios
podamos seguir llevando la Buena Noticia desde la misión a la que hemos sido
enviados.
17-01-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico