Fernando Camino Peñalver 11 de febrero de 2018
@fernandocaminop
La
parálisis institucional y económica de nuestro país ha traído como consecuencia
la destrucción y la ruina de la economía familiar de nuestra población. La
mayor preocupación de más de un noventa y cinco por ciento de la ciudadanía es como sobrevivir a la escasez de alimentos
y de medicinas, a la carestía de bienes y servicios, a la inseguridad personal
y a la precariedad de los servicios medico asistenciales.
En la
economía doméstica generalmente gerenciada por mujeres, se han puesto en
práctica todas las herramientas disponibles para desarrollar una eficaz
administración. Pero todo este titánico esfuerzo choca con una férrea realidad:
la falta de ingresos económicos suficientes para costear los bienes y servicios
necesarios, para garantizar una vida digna al componente familiar.
El
régimen, cuyo único propósito es perpetuarse en el poder, ha desatendido todo
el funcionamiento de los poderes públicos que controla, dejando el país al
garete rumbo al hundimiento. El fracaso del gobierno en el diseño y el manejo
de la política macroeconómica, han convertido nuestro país en un absurdo
económico donde los bienes y servicios están dolarizados y los ingresos se
reciben en bolívares devaluados.
Ese es
el dolor de cabeza de los integrantes de la ya colapsada economía familiar. A
pesar de todos los aumentos de sueldo que ha decretado el gobierno en 2017 y el
de enero de este año, los venezolanos reciben más bolívares, pero pueden
comprar menos bienes y servicios. Al comparar diciembre de 1998 con diciembre
de 2017, el poder de compra del ingreso mínimo integral cayó un noventa por
ciento. Solamente durante diciembre del pasado año el poder de compra del
ingreso mínimo disminuyó en un cincuenta por ciento.
Pero
más preocupante para los integrantes del núcleo familiar es mantener el empleo
para quien lo tiene y conseguir trabajo para el que haya quedado cesante. Una
de las tantas mentiras de este régimen es hacer creer a la opinión pública
nacional e internacional sobre una supuesta reducción del desempleo en nuestro
país gracias a su política económica.
El
gobierno manipula las estadísticas y señala que existe un desempleo del nueve
por ciento. El Fondo Monetario Internacional en su informe sobre el desempleo
en América Latina, describe como el régimen utiliza una metodología para
calcular los índices de ocupación muy distinta al estándar internacional.
Si
aplicamos el estándar internacional para medir los niveles de ocupación en
nuestro país, Venezuela figura en el último lugar de América, con una tasa de
desocupación de 18,1%. Coinciden el sector laboral y el patronal en afirmar que
de la población económicamente activa, solo laboraba en el sector formal
durante 2017 un 28,5% y que el índice de ocupación en el sector informal es de
un 52,5%.
Entonces
es imposible, que una nación que ha sido golpeada por quince trimestres
consecutivos de decrecimiento económico, pueda ofrecer cifras tan optimistas
sobre los niveles de ocupación de la población, como las que pregona el
régimen. La realidad es que nuestra población económicamente activa está en su
mayoría desempleada o en el sector informal de la economía.
La
situación de desempleo y de la economía informal pesa enormemente sobre la
economía familiar. La falta de ingresos suficientes y el elevadísimo costo y
escasez de los bienes y servicios, han creado la tormenta perfecta que ha hecho
colapsar la economía familiar venezolana.
Fernando Camino Peñalver
@fernandocaminop
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