Ricardo Sucre Heredia 07 de agosto de 2018
El
título original de esta entrada iba a ser, “Incidente con Maduro en el acto
aniversario de la GN”, pero lo cambié porque a medida que pasa el tiempo,
aparecen elementos que apoyan la tesis que Maduro y quienes estaban en el palco
de “personalidades”, eran receptores de un hecho de violencia política. Lo más
relevante hasta el momento de escribir esta entrada, es que se descartó la
tesis de la “bombona de gas”. Ya hay vídeos de los drones. Uno que choca con
una ventana, y cae; otro explota en el aire. También hay entrevistas a personas
que viven cerca, hecha por medios no cercanos al gobierno. Algunos de ellos,
internacionales. Aparece información, y los hechos lucen distintos a lo que se
comentó hace poco más de 24 horas.
No me
luce que sea algo preparado por el gobierno, pero aprovechará sus
consecuencias. Veía la cadena antes del incidente, y minutos previos, Cilia
Flores y Padrino López miraron hacia arriba. Pensé que era la lluvia –porque en
ese momento comenzó a llover- o que les decían o les lanzaban cosas de los
edificios, como pasó en un acto con Maduro en abril de 2017 en el estado
Bolívar. La actividad siguió, y antes que Maduro finalizara, se oyó la
explosión, y luego lo que ya es noticia. Los rostros, más bien, me comunicaron
la secuencia siguiente sorpresa-reconocimiento-retirada, no como parte de algo
previamente preparado que, además, sería una acción muy arriesgada, porque abre
una caja de Pandora de la que el gobierno no tendrá el control. Y si algo se
precia el gobierno, es de tener el control político, más en estos momentos (la
“paz política” de la que tanto hablan sus principales voceros).
Regreso
al por qué del cambio del título de la entrada porque es importante. No iba a
escribir “atentado” sino “incidente” porque había poca información. Iba a
explicar por qué el término “incidente” –y todavía es válido hacerlo- y es
porque el gobierno anuló la posibilidad que le crean –a pesar que los intentos
para desalojar a Maduro han tomado más fuerza desde 2017- al manipular eventos
de esta naturaleza, y usarlos en contra de la oposición política. Acusa
primero, y averigua después, pero nunca se disculpa cuando la mentira o la
manipulación es evidente. El día 4-8-18, por su irresponsable manejo de hechos
anteriores, le tocó vivir en carne propia lo que otros estigmatizados y
acusados por el gobierno, vivieron en otras circunstancias. Muchos no creen
hoy, y aunque hay evidencias más sólidas de un atentado, posiblemente esa
opinión no cambie, como ya se ve en twitter. Este hecho vuelve a comprobar algo
que es un hecho en Venezuela, pero un hallazgo de la psicología social: las
personas escuchan y ven lo que quieren oír y visualizar. Más nada.
A
pesar de la poca credibilidad del gobierno, no me ubico en ese grupo, ni voy a
justificar el hecho violento del 4-8-18. Aunque Maduro y su gobierno son mis
adversarios, rechazo el hecho de violencia política en su contra, y contra los
asistentes al acto.
El
vídeo que es noticia más bien podría ser la imagen de la Venezuela en un
conflicto civil –que muchos creen no vendrá; primero viene el conflicto civil
antes que la esperada “implosión”- que es la opción si no hay política. Que
para muchos es aceptable la violencia política porque “nada peor que lo que
pasa ahora”; puede ser peor y hay cosas peores. Que es la “paz de la tiranía”;
algo como tener que escoger entre Gómez y la Venezuela del Siglo XIX, pienso
que la política puede resolver ese dilema. Lo resolvió en 1936 –aunque comenzó
antes, digamos en 1928- ahora puede hacerlo con más razón porque hay más
capacidades. Por supuesto, sólo si la sociedad quiere.
Desde
hace años, pienso que la sociedad venezolana, ante su incapacidad para cambiar,
busca la muerte. Morir no es sólo dejar de respirar. También hay muertes
metafóricas, como los tuits sobre “las chiripas y el Baygón”, para celebrar la
estampida de la formación militar en la avenida Bolívar –un “momento alegre”,
leí en varios tuits de “gente decente y pensante”- que muestra muy bien esa
“pulsión de muerte”. En ausencia de política, cada quien fantasea con su propia
versión de una “solución final”, que tiene sus “chiripas” y su “Baygón”. Esa es
Venezuela. Somos una sociedad que tenemos, por la medida chiquita, 30 años en
una auto-destrucción exitosa. De aquí que marque distancia con la violencia
política –ésta, como enseñó Mandela cuando vivió su etapa de violencia
política, no se hace a distancia; es algo personal, que se hace en contra de
algo pero con uno mismo; no con encendidos tuits que funcionarán como
catalizadores en el mejor de los casos, pero hasta allí; en dos platos, la
violencia política hay que asumirla personalmente como proyecto, y
responsabilizarse por esa decisión- no sólo porque no creo en eso –son los
medios los que justifican los fines- sino porque soy testigo de sus
devastadores efectos desde finales de los 70, viendo como nos destruimos por
cuotas.
Tampoco
me voy a regocijar con la espantada de la formación militar. No debieron
hacerlo. No sé si sus comandantes dieron alguna instrucción en ese momento,
pero lo que se ve en el vídeo es que el dron que cae y explota, generó pánico
en los laterales de la avenida y como pasa en los comportamientos colectivos,
se contagió a la formación militar. Esto no justifica la carrera de los
militares, porque pudo ocurrir una verdadera tragedia de gente huyendo y
aplastada por una turba llena de pánico. No esperaba unas personas
imperturbables, sin moverse en ese caos, pero sí con manejo de situaciones en
desmadre. También lesiona la ya maltratada imagen de las FAN porque si bien en
la tribuna no observé nada como una estampida de los oficiales militares –más
bien, una pasmosa tranquilidad; siempre he pensado que al final Chávez optó por
Maduro por eso: su pasmosa tranquilidad, que no deja de ser llamativa para mi-
se esperaría un comportamiento distinto o un mayor auto control de los
uniformados en situaciones de confusión.
Sí
quisiera concentrarme en la dimensión política de este hecho, más allá del
recuento de lo que pasó, o las famosas anécdotas que aparecerán. Por ejemplo,
antes de este evento, una “bola” que corrió con fuerza luego del apagón del
martes 31-7-18, era que el lunes 30 en la noche, fue robado un parque de armas
en Fuerte Tiuna.
Las
aristas políticas las veo en dos niveles: la naturaleza de las amenazas que
enfrenta Maduro, y las consecuencias políticas, principalmente para el gobierno
pero también para la oposición.
Lo
primero, este atentado es el primero que se manifiesta en acciones que
afortunadamente no concluyeron. Las conspiraciones previas, lograron ser
desactivadas antes de manifestarse. En esta ocasión no, y además, se vio en
cadena. Lo que se puede concluir es que la intensidad y preparación de quienes
conspiran contra Maduro & Cía, es mayor.
Lo
segundo, se vuelve a demostrar que no es la oposición política como lo denuncia
el gobierno, la que está detrás de estos hechos violentos. Al analizar la
información dada por Reverol el 5-8-18, el perfil de los detenidos es muy
similar al perfil de los arrestados en el caso Oscar Pérez. Mi interpretación
es que son personas de una clase popular y clase media “no del este”,
totalmente despartidizados y anti partidos –seguramente también son
anti-oposición como fue el grupo de Pérez y el grupo Caiguaraipano- de ese
sector de la población que asumió el discurso que la “política y los políticos
no sirven para nada”, y lo que pudo catalizar su paso a la violencia política,
es la pobreza y destrucción familiar que trae el gobierno de Maduro, junto al
cierre de las vías institucionales para expresarse y la difusión de un discurso
que hace aceptable la violencia política. Estas personas seguramente
concluyeron como muchos, que “esto no tiene solución pacífica”, pero a
diferencia de los que farfullan en redes digitales sobre el tema, dieron el
paso. Pero no hay vínculos con las organizaciones políticas. Hasta ahora, el
gobierno no ha podido probarlo de forma clara. No en el caso Pérez, y estoy
seguro que tampoco ocurrirá en este caso.
Igual
patrón se nota en las conspiraciones militares. El expediente militar en el
caso de las detenciones hechas el 20-5-18 –es mi interpretación, no lo que dice
el expediente- es que son conspiraciones con organización limitada, más tipo
“tirar una parada”, pero suman más personas, principalmente la de marzo y mayo
de 2018. En la de mayo, están involucradas unidades muy importantes de las FAN,
y también del CICPC. El procedimiento para conspirar pareció ser que los cabeza
contactaron a oficiales, que a su vez, ubicaron a otros oficiales, y así, pero
sin construir organización, porque la acción prevista era quirúrgica.
Esto
permite afirmar que las amenazas que enfrentará Maduro serán de grupos muy
focalizados, no con una organización política, de reclutamiento ad-hoc, y con
armas también muy focales. Un dron, por ejemplo, el que de acuerdo a Homeland
Security de los EUA, no puede subestimarse su capacidad para ataques muy
limitados, y se prevé que sean empleados así en el futuro, “Los límites para el
uso de drones en situaciones así no son técnicos, sino lo que la imaginación
humana permita”. ISIS ya los emplea. Para Maduro, puede ser la violencia
política de grupos dispersos, que no trascienden en su organización, sin
conexiones más allá de estos grupos, con la meta de un hecho de violencia
puntual pero desencadenante de una ruptura.
Si
estos grupos pueden evolucionar hacia grupos más organizados –por ejemplo, un
ejército insurgente- el tiempo lo dirá. Por los momentos, los grupos actuales
pueden ser los precursores de formas más organizadas de violencia política.
Lo
segundo, son las consecuencias políticas. El gobierno ya le saca partido. Luego
del “guión” para estos casos –como pasó el 11-4-02- suceso, “silencio”, y
posterior contra ataque; aquí fue igual. Hasta que Jorge Rodríguez habló,
silencio en los voceros del gobierno. Sólo los periodistas oficiales comentaron
el suceso. De las personas que sigo en twitter, sólo Pérez Abad comentó. Luego
que habló Rodríguez, y más después de Maduro, aparecieron los mensajes en
twitter de dirigentes políticos de todo tipo del PSUV. El canal 8 bastante
alineado en el mensaje, con un programa especial esa misma noche. El mensaje,
el de siempre: un gobierno fuerte y cohesionado, capaz de responder con éxito a
las adversidades. También así transcurre el 5-8-18.
Pensé
que el discurso de Maduro, por su estilo de “guapo de barrio”, sería más
agresivo. Creí que nombraría a los dirigentes opositores como lo hace siempre,
pero no, habló de la “ultraderecha” –no “derecha”- de “Bogotá y Miami”, y la
cargó contra Santos. Vamos a ver cuánto pasa hasta que nombren a un dirigente
de la oposición. Sin embargo, no veo al gobierno con la fuerza para una purga,
civil o militar. No dudo que en la constitución Maduro se incluyan tipos
penales vinculados a eventos así, y que se refuerce toda la doctrina militar,
me atrevería a decir, con algunos ribetes de la doctrina de seguridad nacional,
pero con todo, no veo en el gobierno la fuerza para hacer purgas. Ni siquiera
en las conspiraciones militares de marzo y mayo de 2018, se escucha hablar de
purgas, y eso que fueron movimientos insurgentes importantes. Maduro no es
Erdogan, ni Venezuela es Turquía. No lo veo vulnerable, pero tampoco con la
fuerza para hacer purgas masivas. Creo que el gobierno, más bien, quiere bajar
la presión en todo. Una purga puede tener el efecto contrario: abrir una
reacción que desestabilice al gobierno de forma definitiva, y se acabe la “paz
política”.
También
el evento ha sido empleado para reforzar la cohesión en torno a la figura de
Maduro en el público chavista. Aunque Maduro nunca ha tenido malos números en
el público chavista, este evento –que no se haya movido del palco, y que haya
hablado en la noche- puede potenciar su imagen en su público, al comunicar que
hay dirección en un evento real, de verdad, que fue transmitido en cadena.
Seguramente, vendrán los actos y marchas en apoyo a Maduro y a la “revolución”.
Donde
pienso que el gobierno buscará sacar el mayor provecho, es para su ajuste
económico. Este hecho puede crear un clima de “Nadie quiere peo”, por la purga
como profecía que se auto realiza –como muchos creen que vendrá, vendrá
metafóricamente, por lo que “Nadie quiere peo”- y a lo mejor Maduro podrá
llevar con más distensión un complicado ajuste que él mismo dejó ver en sus
palabras la noche del 4-8-18, con un reconocimiento importante, “Por primera
vez en 5 años, tenemos un plan económico”, luego de reconocer que “hemos
fracasado”, y que de una muestra de empresas del Estado analizadas, “todas
están quebradas”. Este hecho de violencia política puede allanarle el camino
para que el ajuste tenga menos obstáculos en su aplicación.
Domésticamente,
no sé si el gobierno pueda sacar rédito más allá de su público y de cierto
clima de “Nadie quiere peo”. Por el rechazo al gobierno y a Maduro, hay que ver
si la versión oficial tiene credibilidad en el público. El sábado ocurrió el
hecho, pero el domingo pareció un día normal, a pesar que sucedió un intento de
magnicidio contra un presidente y altos funcionarios. El clima era como de
indiferencia y cautela, “No vaya a ser otra jugada del gobierno”.
En el
campo internacional, tampoco tengo claro si el gobierno podrá sacar mucho
provecho. Se han expresado los amigos del gobierno. Fuera de este grupo,
Ecuador rechazó, España también, pero dejó la coletilla de la era Aznar: “una
solución política y negociada”. Los EUA rechazaron estar metidos, pero Bolton
dejó una puerta abierta al gobierno, “Si éste tiene pruebas sólidas, las
evaluaremos con mucho interés”.
El
efecto mayor será que muchos países verán que efectivamente atentaron contra
Maduro, que hay fuerzas insurreccionales desconocidas, que no es lo que se
busca para Venezuela. Al final, el hecho del 4 de agosto, puede reforzar lo que
estimo es el comportamiento de los países luego del 20-5-18: observación
condicionada hacia el gobierno.
Están
las consecuencias para la oposición política. Hace días hablaba con un
dirigente político que no estaba de acuerdo con mi tesis, que es que el vacío
que dejó la MUD al abandonar la política y sustituirla por la tesis de la
“fractura de la coalición dominante” a través de la “presión internacional”
(ahora descubre la “presión interna”), que llevará a Jorge Rodríguez como
representante del gobierno a aceptar en un diálogo la salida del gobierno
mediante unas elecciones acordadas, ese vacío abrió la puerta a otras
expresiones políticas que dejan a la Mesa en una postura algo irrelevante: la
“oposición endógena” en el gobierno, a figuras como Bertucci, y le dio potencia
–porque vienen desde 2013- a grupos que asumieron la tesis de la “salida por la
fuerza del régimen”, mientras la MUD languidece, sin solución, aunque se habla
que hay reuniones “entre los 4”.
Con
esto vuelvo a punto que he tocado en las últimas entradas ¿Cómo la oposición
agarra la política? En mi opinión, al volver a las elecciones lo hace. Las
protestas sociales son de la sociedad, no de los partidos; estos pueden
representar y canalizar para ayudar a un clima pugnaz –que es lo que veo
posible en Venezuela, no más, y es la mejor situación- que no sustituye a las
elecciones.
Finalmente,
el problema de fondo: cómo pasar de la lucha existencial a lucha agonal. La
lucha por las versiones del hecho violento del 4, es ejemplo de una sociedad en
lucha existencial. Ninguna versión será creíble. Cada quien creerá en lo que
quiere creer. Un país totalmente incomunicado, y no creo eso tenga solución, ni
con Maduro ni con un “gobierno de transición”. Por eso no creo mucho en
“transiciones”, porque comunican la imagen de una Venezuela que no existe. No
es la Venezuela de 1957 –como deja ver el documento de la MUD de fecha 19-7-18-
sino la de 2018, es decir, la Venezuela antagónica. Si hay un consenso, es para
reconocer ese carácter antagónico y pensar cómo construir las instituciones
para el antagonismo, sin que el sistema político perezca. No creo que los
hechos de violencia en la avenida Bolívar ayuden a cerrar el antagonismo.
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