Por Piero Trepiccione
Ha llegado a Caracas la
denominada “marcha campesina admirable” y con ella, hemos visto uno
de los ejercicios de comunicación política más brillantes
desarrollados por el presidente de la República Nicolás Maduro
Moros en los últimos tiempos. Su capacidad de gerencia política es
absolutamente incuestionable a pesar de las innumerables criticas que a diario
recibe, tanto del mundo político opositor nacional e internacional como de
partidarios del chavismo descontentos con el manejo gerencial de la economía del
país. Veamos en qué nos basamos para destacarlo.
Maduro argumenta ante
los campesinos que los culpables de la nula o escasa producción en
los fundos expropiados por el Gobierno son los burócratas
corruptos infiltrados por la derecha para perjudicar la revolución. No es
el modelo o las políticas aplicadas durante los 20 años -jamás- sino estos
oscuros personajes que han tenido una influencia que ha socavado al poder
popular campesino.
El latifundio sigue
vivo gracias a la derecha maltrecha que conspira contra el desarrollo del
país. Maduro recibe la argumentación de los líderes campesinos admirables.
“Nosotros estamos produciendo a capacidad plena en el campo, pero los productos
llegan caros a Caracas por culpa de los intermediarios, es decir, aquéllos que
los transportan, son unos verdaderos azotes del pueblo, hay que acabar con
ellos”. “Presidente; hay unos jueces agrarios que están persiguiendo a nuestra
gente, quitándole la tierra a los nuestros y dándosela a los infiltrados”. “Los
insumos no nos llegan a tiempo, los funcionarios los revenden por fuera y nos
dejan sin nada”. Y en esa línea argumentativa y discursiva se desliza el
trasfondo del asunto: Maduro es su propio jefe de oposición.
Él mismo cuestiona y critica
todo cuanto sale mal, pero evade cualquier responsabilidad sobre las
fallas que han originado el mayor despelote histórico en materia
económica y productiva en el país. El discurso del presidente Maduro ante la
sobrevenida marcha campesina admirable, es una pieza invaluable de estrategia
política. En su peor momento de evaluación por parte de la opinión
pública venezolana, Maduro se reinventa como un líder opositor y trata de
hacerse popular. Es una manera de mantener el poder refrescando su papel en el
Gobierno y la sociedad.
No se puede cuestionar
entonces, desde ningún punto de vista, la estrategia de comunicación política
que está desarrollando Nicolás Maduro Moros. Convertirse en la figura que todo
lo cuestiona y en paralelo, alinearse con las necesidades más sentidas del
pueblo venezolano, lo hace un ventrílocuo que habla a través de sí
mismo pero interpretando otro papel histriónico.
Es una forma moderna de
utilizar aquella célebre regla de la propaganda denominada “de la
transmutación” en la que el desgaste del ejercicio de
Gobierno de 20 años se convierte en el liderazgo que todo lo cuestiona
desde la acera de enfrente para generar nuevas sensaciones de afecto desde la
necesidad. No hay duda, es un viejo truco que muchas veces ha funcionado, otras
no tanto.
Veremos si Maduro en
la condición económica actual del país es capaz de sobrellevar la
situación cumpliendo esa estrategia comunicacional. Pareciera que
el histrionismo político no es combustible suficiente para el largo
aliento. El tiempo económico-social no está como para una jugada tan audaz como
esa, pero se han visto casos…
05-08-18
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