Por Henrique Capriles
Después de prometerle a
nuestro pueblo que las fracasadas medidas económicas anunciadas el fatídico 17
de agosto no generarían más deudas ni más déficit a Venezuela, Nicolás Maduro
amanece un día viajando a China para seguir hipotecando el futuro de todos los
venezolanos.
Luego de que una
representación del gobierno hiciera el lobby en avanzada, terminó pidiéndole
cacao a nuestros mayores acreedores. Lo grave, como siempre, es que esto es más
complejo de lo que el aparato de propaganda del gobierno repite en su sistema
de medios, como si estar más endeudado en las actuales condiciones pudiera ser
una buena noticia para alguien.
¿Qué fue a hacer Nicolás
Maduro a China? ¿Le dieron o no le dieron dólares?
Si quieren resumirlo en una
sola idea, Nicolás Maduro fue a China a buscar cómo financiar su fracasado e
irresponsable experimento económico con el cual sigue hambreando al país. Es
decir: fue a buscar un patrocinante para financiar esta locura. Y lo grave es
que fue a hacerlo con el prestamista al que más se le debe.
Según cálculos de firmas
como Millstein & Co. y de investigadores como el economista venezolano
Miguel Ángel Santos, la deuda externa hoy es de unos US$ 184.500.000.000. Voy a
ponerlo en letras, para que no pase por debajo de la mesa en la lectura: se
trata de que por culpa de estas décadas de mal gobierno, debemos ciento ochenta
y cuatro mil quinientos millones de dólares. De toda esa plata, China nos ha
prestado 70.000.000.000. Setenta mil millones de dólares. Un monto que lo
convierte en uno de nuestros acreedores más grandes.
Y ahora Nicolás Maduro está
en China diciendo que van a prestarle cinco mil millones de dólares más. Lo
dice aunque el gobierno de China no haga ningún anuncio oficial. Lo dice aunque
es muy probable que China sólo esté comprando petróleo a futuro, a precio
de gallina flaca. Lo dice aunque lo que parece es que fue a que le prorrogaran
la deuda, a que lo salvaran del posible default con su mayor prestamista, a pedir
cacao en China.
¿A cambio de qué le prestan
cinco mil millones de dólares más?
Si quieren tener idea del
problema en el que nos está metiendo Nicolás Maduro, calculen que en este
momento a los tenedores de bonos se les tiene suspendido un pago de unos seis
mil millones de dólares. Es decir: aunque el régimen le dijo a los asesores
chinos que todo sería transparente y que la cosa iba a mejorar, este dinero
fresco que entra a su desastre económico ni siquiera alcanza para ponerse al
día con los tenedores de bonos.
Aun así, al menos según la
versión oficial, a los chinos les dijeron que ese dinero era a cambio de un
petróleo que ya no estamos produciendo. Y a eso hay que agregarle una
declaración oficial de Simón Zerpa, actual Ministro de Finanzas y un personaje
con bastantes apariciones en toda esta trama desde el nacimiento del Fondo
Chino: dijo que parte de la deuda se pagará con dinero en efectivo. ¡Vaya usted
a saber de dónde lo sacarán! Aunque buena parte de esos billetes están en los
bolsillos de enchufados que tanto se han enriquecido con todos estos negocios.
¿El régimen tiene cómo pagar
ese préstamo?
No. Fíjense: según cálculos
de analistas independientes, sólo en los últimos doce meses PDVSA ha dejado de
producir setecientos mil barriles diarios. Cuando se calcula la cantidad de
dinero que se dejó de percibir, eso equivale a 16,6 mil millones de dólares al
año. Es decir: la inoperancia del madurismo y el destrozo de PDVSA nos ha
costado, en apenas un año, más de tres veces ese préstamo que el gobierno tanto
cacarea.
Y si quieren vamos a las
cifras oficiales. Según la OPEP, en el pasado mes de agosto se produjeron
1.230.000 barriles por día. Eso es un 2,8% menos que en julio. Si lo comparamos
con el promedio de 2016, que fue de 2.150.000 barriles diarios y ya era
bastante crítico, estamos 42,6% por debajo. Y quien quiera contradecirlo, que
vaya a la cifra que publica PDVSA: 1.440.000 barriles por día.
Entonces, debe ser que en
China no leen los informes de la OPEP. Porque prestarle ese dinero al régimen a
cambio de petróleo no tiene sentido, como no sea los intereses poco
transparentes que hay detrás de cada negocio hecho dentro del Fondo Chino. Así
de simple.
¿En qué se van a gastar esos
reales?
Si algo es seguro es que
nunca se lo gastan en el pueblo. O no hacen nada para soluciones reales a la
crisis más allá de estirar la arruga. Generalmente cada vez que se endeudan con
China toman uno de estos dos caminos: o reparten las divisas entre sus
cómplices, o generan bonos e instrumentos financieros que les permita seguirse
llenando de billete.
Eso último fue lo que
hicieron a mediados de 2013, aunque ya desde 2007 cuando se inventó ese terreno
oscuro de negocios y transas llamado Fondo Chino, nadie sabe a ciencia cierta
en qué se gasta cada dólar adeudado. Al parecer, aquella demagógica promesa de
la contraloría social sólo les sirve cuando quieren impedir que se gobierne en
beneficio de la gente y no de sus negocios.
¿Quién rinde cuentas del
manejo de esa plata?
Así como el Fondo Chino es
un territorio oscuro, donde no hay transparencia ni se lleva un control
verdadero y abierto de cuánto petróleo se manda a China ni cuánto nos queda por
pagar, aquí al régimen no le interesa que ningún ente independiente vigile el
manejo de esa plata.
En una democracia, ningún
endeudamiento de la Nación podría efectuarse sin la autorización de un Poder
Legislativo electo por el voto popular. Además, un Banco Central autónomo
debería vigilar la entrada de esas divisas a nuestra economía y hacer
auditoría, mientras que el Ministerio de Planificación tendría que hacer
público en qué se invertiría cada uno de esos dólares.
Y aquí sabemos que eso no va
a pasar.
¿Van a seguir hipotecando el
futuro de los venezolanos?
Sí. Y las razones son muy
sencillas: a ellos no les importa tu futuro, sino su presente. Mantener el
Poder, mantener sus negocios y mantenerse cerquita del chorro de dólares que
PDVSA reparte entre un grupito de desalmados que están endeudando a ti y a tus
hijos, a tus nietos, a tus alumnos, a los muchachos de tu barrio, a cada niño
al que le están negociando su futuro en China, a cambio de unos billetes que
les permitan a ellos por ahora sobrevivir políticamente unos 4 meses.
Además, manejan la
propaganda para salvarse de la verdad. Lo repito: pretenden convertir en una
buena noticia el hecho de que China nos haga un nuevo préstamo de 5.000.000.000
de dólares. Cuente usted mismo los ceros: son cinco mil millones de dólares que
se suman a una deuda que ya tenemos y a la que nadie le hace contraloría.
Y si todavía no pueden ver
en proporción este desastre, mírenlo de esta manera: cuando Nicolás Maduro
arrancó para China, cada venezolano le debía a nuestros acreedores unos seis
mil dólares. Y apenas aterrice de vuelta, si es que le prestan la plata, cada
uno de nosotros va a deber casi doscientos dólares más.
El asunto es que ninguno de
esos dólares ha sido ni será invertido en usted, sino en mantenerle a ellos
atornillados al poder, en comprar las conciencias de quienes se dejen y en
perseguir a quienes puedan ser un problema para que mantengan sus guisos y sus
fortunas.
¿Y entonces?
Mientras manipulan con una
maniobra propagandística como ésa de Vuelta a la Patria, burlándose de los
venezolanos que se han ido del país por culpa de la crisis, Nicolás Maduro sale
a ver cómo levanta una plata, porque aquí ni siquiera para ellos es posible
activar la producción ni generar las divisas suficientes que les permitan
seguir financiando su fracaso.
Mientras su demagogia los ha
llevado a apresar, amenazar y prácticamente saquear a una cantidad de
comerciantes chinos en nuestras ciudades, sometiéndolos al escarnio público y a
la cárcel, Nicolás Maduro viaja a ponerse de rodillas para que le perdonen
deudas anteriores.
Mientras juegan a inventarse
una criptomoneda falsa, cuyo supuesto respaldo son las reservas de petróleo,
Nicolás Maduro va por el mundo comprometiendo un petróleo que no le pertenece,
que ni siquiera sabe si podrán extraer y endeudándonos.
Ya Consecomercio ha dicho
que después de las medidas económicas más del 40% de los comercios están
cerrados. Ya la OPEP ha puesto la alarma de que la producción petrolera de
Venezuela está en sus índices más bajos en décadas. Ya el mundo entero sabe que
el gobierno de Nicolás Maduro es el ejemplo político irrefutable del fracaso.
Tenemos que retomar nuestra
exigencia de cambio y hacerlo ahora. Es importante (hay muchos confundidos) que
ayudemos a que cada persona entienda qué está pasando y por qué. Cuáles son las
causas y cuáles son las consecuencias de estas medidas. Yo mismo conozco y he
seguido de cerca la investigación de varios expertos y especialistas que han
nacido en esta tierra y, desde aquí y desde muchos lugares del mundo, se
mantienen estudiando la manera y las estrategias con las cuales saldremos de
este infierno en el que nos han metido. Pero para eso es fundamental que
nuestra gente sepa, entienda, divulgue. Y nos toca hacerlo desde nuestras
posibilidades de la comunicación.
Háganle saber a cada
militante del oficialismo, a cada familia chantajeada por las bolsas de comida,
a cada militar que conozcan, a cada policía, a cada funcionario público, a cada
obrero, a cada vecino, que apenas el avión en el que Nicolás Maduro fue a pedir
cacao a China toque tierra en Venezuela todos vamos a estar con más
hiperinflación, más endeudados y más pobres.
Aquí muy pocos se salvan de
las consecuencias de este cruel experimento económico que ha decidido llevar
adelante Nicolás Maduro. Sólo se salvarán ellos y sus bolsillos llenos. Ellos y
sus mercados de comida hechos afuera. Ellos y sus cómplices, detrás de la
mentira de una producción de petróleo que no pueden mantener. Pero no podrán
huirle a las consecuencias por mucho tiempo. La mentira al final terminará
desnuda frente a la verdad.
A esta locura sólo se le
puede poner un parao desde la mayoría que somos, porque los más afectados con
todos esos excesos cometidos por el gobierno son quienes menos tienen. La gente
en los barrios. Los campesinos. Los pescadores. Los obreros. Las familias
separadas y rotas por la violencia, por el éxodo y por la política. Los
liderazgos en las comunidades. Los jubilados, Las enfermeras. Los funcionarios
públicos maltratados. La tropa honesta. Los militares con mística. Nos están
destrozando el futuro desde la economía, engañando y mintiéndole a quienes van
a ver empeñado su futuro.
No dejemos que la
frustración nos duerma. No dejemos que la rabia nos haga perder el objetivo. Es
el momento de que juntos le demos un parao a estos. Sólo juntos podremos. Sólo
juntos. No hay otra manera ni otra respuesta. Hay que reaccionar, cada día todo
empeora y nuestro deber como hijos de esta patria es evitar que Venezuela siga
cayendo y que nos quede un país en escombros.
¡Qué Dios bendiga hoy y
siempre a Venezuela!
16-09-18
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