Por Roberto Patiño
La arremetida del régimen
para imponer un Estado totalitario se radicaliza en todos los niveles de la
vida del país. En la persecución y represión política, en la toma de medidas
que atacan a los sectores productivos, fomentan la hiperinflación y erosionan
las capacidades económicas de los venezolanos, en la imposición de sistemas de
control social y la profundización de la fragmentación, la exclusión y la
desigualdad.
Frente a esto, ya es
evidente que no pueden producirse respuestas efectivas desde lo reactivo o
desde la visión o acciones de un sector particular. De igual forma, es
necesaria la reformulación de estrategias anteriores, así como la generación de
otras nuevas, ante lo inédito de la situación que estamos viviendo y la
escala de devastación que produce sobre la inmensa mayoría del país.
Por ello, es prioritario
generar un proceso de reflexión en los distintos niveles de la sociedad que
llame a reconocer como fundamental el establecimiento de conexiones y
encuentros entre los diversos actores sociales, como primer paso indispensable
que posibilite el cambio de la actual situación de caos y colapso. Un
proceso de vinculación en el que se reconozcan redes ya existentes, se
generen otras nuevas y se busque la participación activa de las personas bajo
una visión construida por todos.
En la actualidad, existen
sectores como por ejemplo las organizaciones religiosas, de trabajo social o de
defensa de los derechos humanos, como Fe y Alegría, Caritas, Foro Penal o
Provea por nombrar unos pocos, que han construido y vienen expandiendo redes de
apoyo y trabajo. Por otra parte, se están manifestando sectores como gremios
académicos, de transportistas o de médicos y enfermeras, que en medio de las
dificultades y resistiendo los embates del régimen, no sólo continúan sus
protestas, sino que también se están enlazando entre sí y solicitando el
apoyo de otros actores sociales.
Esto se da en paralelo al
encuentro de grupos civiles, como asociaciones de vecinos y condominios, por
ejemplo, o las de padres y representantes con instituciones educativas, en la
búsqueda de acuerdos y estrategias que permitan enfrentar la terrible situación
que vivimos y que se ha recrudecido profundamente a partir de las brutales e
inviables medidas económicas que el régimen ha venido promoviendo en las
últimas semanas. También en asambleas vecinales y foros abiertos, como la
Esquina de Ideas que promueve el concejal Andrés Chola, con conversatorios y
foros informativos y pedagógicos para la comprensión y entendimiento de la
compleja situación que atravesamos.
En las comunidades y
sectores populares también están multiplicándose redes de apoyo y solidaridad,
algunas de las cuales establecen contactos y alianzas con grupos de acción
social, integrantes del sector privado y voluntariado. Y en el exterior
del país, se conforman grupos de ayuda por venezolanos de la
diáspora tanto para establecer canales de envío de alimentos y medicinas,
como para informar acerca de nuestra realidad en los espacios internacionales.
Todos estos ejemplos
muestran formas de respuesta desde la reconfiguración de una convivencia mínima
entre los diversos componentes del país afectados por la crisis y por ende por
el modelo dictatorial que la fomenta y aprovecha. Una respuesta que se presenta
como alternativa, y en oposición, al desconcierto, la confusión, la
fragmentación y la promoción de conflictividad interna inducidos desde el poder
dictatorial.
Es prioritario reconocer
este fenómeno no sólo desde lo moral y lo ético, sino también desde lo social y
lo político, para asumirlo como una herramienta de cambio y de transformación.
Esta articulación que vemos localizada en distintos sectores debe trascender
los ámbitos en los que se genera y extenderse a todos los niveles de la
sociedad.
Una articulación que debe
darse tanto en las bases sociales, en las que las personas se asuman como
agentes de cambio a través de la participación y la organización, como en los
liderazgos sociales, políticos y económicos para el establecimiento de
visiones, estrategias y acciones compartidas, coherentes, efectivas y
conjuntas.
Una articulación nacional
para afrontar la crisis, generar las condiciones para la salida del régimen
dictatorial que nos oprime, deshumaniza y empobrece y que debe continuarse para
asumir el complejo y difícil proceso de construcción de un nuevo país.
Nos enfrentamos a la
imposición de un régimen inédito con consecuencias inmediatas en el deterioro
acelerado de las condiciones de vida y la pérdida de libertades y derechos
sociales, económicos y políticos.
La articulación nacional no
es solo urgente, sino también indispensable, para poder superar, y proyectarnos
más allá, de la terrible realidad que todos estamos padeciendo.
Coordinador de Movimiento Mi
convive
robertopatino.com
11-09-18
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